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No hay dudas de que la renuncia de Álvaro Uribe Vélez a su curul en el Senado, ante el llamado a indagatoria hecho por la Corte Suprema de Justicia, tendrá efectos sensibles en su partido, el Centro Democrático, el mayoritario en esa corporación en el Congreso de la República. Y, como efecto colateral, podría poner en una situación incómoda a una bancada que no tendrá al frente a su líder natural, quien ha anunciado que se dedicará a su defensa judicial por los presuntos delitos de soborno (manipulación de testigos) y fraude procesal de los que se les acusa a él y al representante a la Cámara, también del uribismo, Álvaro Hernán Prada.
Uribe es el mentor de los miembros del Centro Democrático y la pregunta que se empiezan a hacer en el Capitolio y en la opinión pública busca una respuesta puntual: ¿quién asumirá ahora el liderazgo en una colectividad que tendrá sobre sus hombros el trámite con éxito de los principales proyectos que tratará de impulsar en el Legislativo el hoy presidente electo, Iván Duque? Porque no cabe duda de que una cosa es el Centro Democrático con Uribe en las plenarias, poniéndole el pecho a las discusiones, y otra sin él. Y la responsabilidad es garantizar que Duque pueda adelantar las reformas a las que se comprometió en campaña.
Contexto: Uribe dice que renunciará al Senado tras llamado de la Corte a indagatoria
Todo parece tener nombre propio o, al menos, las voces dentro del uribismo coinciden en que el senador Ernesto Macías, recién electo presidente del Congreso, es quien debe asumir las riendas de la bancada en este momento, muy a pesar de que, desde afuera, pueda ser evidente que las senadoras Paloma Valencia y Paola Holguín tienen la fuerza política para coger el toro por los cachos y, además, mantener la cohesión alrededor del uribismo de los partidos Liberal, Conservador, de la U y Cambio Radical.
La idea de que Macías sea quien lidere radica, básicamente, en que al poder sostener su postulación a la Presidencia del Senado, también se convirtió en el ganador del primer pulso que enfrentó, aunque de manera amigable, a Duque y Uribe, pues este último había dado el guiño a Holguín.
Ahora, Duque también afronta una ‘prueba de fuego’, pues si bien le debe su llegada al poder a Uribe, como futuro presidente de los colombianos está obligado a respetar la separación de poderes y el mismo Estado de Derecho. Durante la campaña evadió al máximo las preguntas relacionadas con los enredos judiciales de su mentor y, como lo dijo anoche, siempre insistió en que confiaba en su la honorabilidad. De hecho, fue el exmandatario quien en un trino y un video publicado en Twitter enfatizó: “Iván Duque, respetuoso de la independencia de la justicia, nunca intervendrá para que me favorezca”.
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En el clímax político, sin embargo, algunos no piensan en estos cálculos sino en acudir a la popularidad del expresidente y llevarla a las calles para rechazar lo que considera como una “persecución judicial” a manos de una “justicia politizada”. El senador Fernando Araújo llamó a las bases del Centro Democrático a salir a marchar para respaldarlo.
La renuncia de Uribe, en primera instancia, deberá ser presentada y aprobada por la plenaria del Senado, un trámite que seguramente se hará esta tarde, en una sesión que promete estar como para alquilar balcón. Su curul sería asumida por Milla Patricia Romero Soto, quien, paradójicamente, había resultado electa en el preconteo, pero quedó por fuera luego de los escrutinios y sólo fue superada por el hoy senador John Harold Suárez por un poco más de 90 votos.