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Desde que era negociador de paz del Gobierno con las Farc, Humberto de la Calle ya sonaba como una de las fichas fijas en la baraja para suceder al presidente Juan Manuel Santos en las elecciones de 2018. Su figura como jefe del único equipo que logró acabar el conflicto armado con la guerrilla más grande y antigua de Colombia le valió la admiración de muchos sectores que, afines a los textos de La Habana, avalaron su gestión. “De la Calle a Palacio” fue la primera frase que empezó a sonar en la medida en que el Acuerdo de Paz se convertía en una realidad cercana. El mismo que le ha servido para mantener —pese a todo— una imagen favorable del 44 %, según la más reciente encuesta Gallup, superado únicamente por la exministra Clara López y por el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo.
Pero una cosa es contar con una imagen positiva y otra muy distinta clasificar dentro de la exclusiva lista de los que tienen mayor intención de voto, en donde De la Calle no sale muy bien librado. Sin embargo, contra ese prematuro pronóstico, el también exvicepresidente ha decidido lanzarse al agua y anunciar abiertamente su candidatura. “Quiero ser presidente porque comparto el sueño de muchos colombianos: un país en paz”, dijo ayer desde su oficina, en el norte de Bogotá, rodeado de decenas de jóvenes y amigos suyos que acompañan su aspiración.
Lo que no dijo es cómo lo hará: si buscará firmas para promover su nombre o si más bien se queda del lado de su partido, el Liberal, para pelearse la candidatura única. Lo cierto es que el solo hecho de haber dejado abiertas ambas posibilidades permite dar luces sobre varios elementos: el primero, que no se siente del todo cómodo dentro de su colectividad (un hecho que no es ajeno a otros precandidatos ante la imagen tan desgastada de los partidos). Además, es evidente que no quiere participar de una consulta que excluya posibilidades de hacer coaliciones para la primera vuelta presidencial. Y, en tercer lugar, tampoco quiere darse la batalla al lado de otros precandidatos que terminen jugando más en contra que a favor del objetivo que promoverá ante la ciudadanía: la paz.
Eso significa, básicamente, que terminará recogiendo firmas para poder inscribir su candidatura. ¿Por qué? En septiembre próximo, el partido Liberal va a decidir en su convención nacional las reglas del juego con las que buscará participar de las elecciones de 2018 y lo más seguro es que, con nuevo director a bordo —también elegido en ese momento—, vote favorablemente la propuesta del senador Juan Manuel Galán, actual precandidato: que se haga una consulta popular y abierta que, según explicó el congresista a este diario, debe ser en las elecciones legislativas de marzo. Consulta que incluso podría incluir a precandidatos de otras colectividades, pero bajo unos lineamientos claros. “Que tengan compromiso con los principios y valores del liberalismo y eso tiene que ser demostrado y demostrable, tanto en el discurso como en la práctica”, enfatizó.
Entre líneas, la lectura que le dan algunas voces del liberalismo a la propuesta de Galán es que quiere dejar por fuera a la senadora Viviane Morales, también precandidata, pues sus posturas en contra de la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo ya le están sacando cuenta de cobro por ir en contravía, según algunos, de los postulados de su propia colectividad. Y esa idea excluyente es la que no convence del todo a De la Calle, como lo dijeron sus amigos cercanos a El Espectador. Así como tampoco lo convence lo de la consulta interna, “pues Viviane querrá mover asuntos morales para atraer mayor votación. Con eso, puede romper la campaña y la misma unidad del partido”, dijo otra voz cercana a De la Calle.
Y tampoco compartirá tarima con un candidato como Germán Vargas Lleras, del que le sigue molestando su silencio en torno al Acuerdo de Paz y los liberales no han descartado apoyarlo. En últimas, la salida que le queda es aspirar por firmas, a pesar de haber dicho que esperará a conocer las reglas que defina su colectividad. Como se lo aconsejó el senador Horacio Serpa, recordando una anécdota cuando fue candidato presidencial: “La definición estratégica de cómo buscar con efectividad la Presidencia le corresponde a cada aspirante, pero a mí, cuando aspiré, me pidieron que me retirara del partido Liberal y preferí quedarme con el liberalismo. ¡Claro, perdí!”.