Iván Duque y un repunte pendiente

Con una desfavorabilidad del 70 % a cuestas y la amenaza de un recrudecimiento del paro en el primer trimestre, el jefe de Estado encara un año nuevo en el que no solo tendrá que fortalecer sus alianzas políticas y abrirse paso en el Congreso, sino enfocar su agenda a un plano más social. Analistas opinan.

-Javier González Penagos / Twitter: @Currinche
12 de enero de 2020 - 02:00 p. m.
Los analistas no descartan que, en los próximos días, el presidente Iván Duque termine recomponiendo su gabinete para garantizar representatividad política. / Presidencia de la República
Los analistas no descartan que, en los próximos días, el presidente Iván Duque termine recomponiendo su gabinete para garantizar representatividad política. / Presidencia de la República
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En febrero próximo se cumplirá año y medio desde que Iván Duque asumió como presidente de la República. Eso, en plata blanca, significa que ya completa casi una tercera parte de su mandato. Sin embargo, el debut no ha sido el soñado: no solo ha tenido que sortear un estallido social sin precedentes por cuenta del paro nacional, sino que ha hecho frente a un Congreso sin mayorías, ha padecido afugias en materia de gobernabilidad, su imagen no repunta (su desaprobación es del 70 %) e incluso ha recibido fuego amigo de su propio partido.

Para hacerle frente a esta difícil coyuntura y gozar de un 2020 más favorable para sus intereses y los de sus aliados, el presidente no ha perdido el tiempo en el nuevo año y ha tomado medidas pensadas para encauzar su gobierno. Sumado a un cambio en su estrategia de comunicaciones de la mano de Hassan Nassar —en busca de un tono más político y de manejo de la opinión pública—, también ha coqueteado con partidos políticos para sumar apoyos.

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Eso quedó en evidencia tras la reunión que sostuvo esta semana con Cambio Radical para viabilizar lo que sería la entrada de esa colectividad al Ejecutivo y que implicaría, sin más, una recomposición de su gabinete para garantizar representatividad política. A ello se suman los encuentros para enderezar las relaciones con el Partido de la U, que, pese a ser oficialista, adolece de divisiones internas.

Todas son estrategias de orden político y están encaminadas a la gobernabilidad. No obstante, para analistas, el verdadero desafío y el foco del que debería ocuparse el jefe de Estado está más en el plano social. Dicho en otras palabras: aunque la recomposición política se requiere, para apaciguar los ánimos, repuntar en su imagen y hacer las paces con ciertos sectores, debe atender otros frentes. Uno de los más prioritarios, coinciden, es la defensa de los líderes sociales.

Si bien Duque asegura que en 2019 hubo una reducción del 25 % en los asesinatos de líderes sociales, de acuerdo con expertos como Jorge Iván Cuervo, abogado y docente de gobierno en la Universidad Externado, esos crímenes desnudan otras problemáticas. Por un lado, el aumento de la violencia en territorios que fueron históricamente dominados por las Farc y su cooptación por parte de otros actores —particularmente paramilitares— y, por el otro, que no se ha implementado de forma decidida el Acuerdo de Paz.

“Es un desafío garantizar la seguridad en aquellos territorios donde se están reagrupando distintos grupos ilegales. Se puede hablar claramente de un paramilitarismo reciclado y el Gobierno tiene que empezar por reconocer ese problema. Hay evidencia de que en Cauca, en el nororiente antioqueño, en Catatumbo y en la Sierra Nevada hay un rebrote paramilitar. Pero eso está asociado también con un compromiso más efectivo con los temas del Acuerdo de Paz”, sostuvo.

Para la analista Laura Gil, quien advierte que ya se cuentan cuatro líderes asesinados en el comienzo del año, lo que está viviendo el país “es un desangre”, y añade que los homicidios de excombatientes también tienen en jaque al Ejecutivo: “Si Duque le apostara a la aplicación del Acuerdo de Paz sin tantas dudas, ya haría mucho para bajar la tensión en Colombia y atender muchas de las demandas que están en las calles”, agregó.

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Con todo, no puede perderse de vista que, al menos durante el primer trimestre del año, el Paro Nacional seguirá siendo un tema de primer orden. De allí la necesidad de que el mandatario atienda la protesta social y concrete, a través de su Conversación Nacional, medidas y soluciones que permitan bajarle la temperatura al país. Sin embargo, para Cuervo, “se necesita una estrategia mucho más efectiva para interpretar las demandas sociales y transformarlas en proyectos de ley, documentos Conpes o políticas públicas. El Gobierno ha mirado la protesta como un problema de orden público o de falta de comunicación”.

Ante ello, el profesor universitario y analista político Mauricio Jaramillo reconoce que el Ejecutivo tiene una postura de diálogo abierta, pero critica que esté reaccionando de forma tardía. “Uno esperaría reacciones mucho más rápidas y efectivas, bien sea para negociar o para reprimir cuando sea el caso”, indicó. A su turno, Laura Gil manifiesta que lo que requiere la Conversación ideada por Duque es una reorientación para que tome un rumbo y se asuman compromisos con una metodología definida, de lo contrario, “no es más que un blablablá vacío de contenido, que incrementa las expectativas y magnifica lo que dice Duque”.

Gobernabilidad

No gozar de mayorías y haber desaprovechado la “luna de miel legislativa” del primer año de gobierno, como lo advirtió el profesor Juan Pablo Milanese, le ha costado a Duque en su propósito de sacar adelante sus iniciativas y agenda en el Congreso. Para revertir la situación, el analista Mauricio Jaramillo apunta que no tiene de otra que conformar una coalición de partidos que, además de Cambio Radical y la U, incluya a los liberales. “La idea sería que se congregaran alrededor de temas como la economía y las reformas laboral o pensional. Pero es difícil con el poco liderazgo de Duque. Se requiere que intervenga de forma decidida, porque lo que se ve es un presidente con un perfil excesivamente bajo, cuando lo que se espera es más carácter”, declaró.

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La duda, en este contexto, es cómo conformar una coalición estable y que no dependa de la denominada mermelada, la misma que Duque se ha abstenido de dar, incluso a los suyos. Para Jorge Iván Cuervo, el trasfondo del asunto es que el Gobierno ha confundido mermelada con representación política. “Se puede construir una nueva relación con el Congreso sobre la base de acuerdos programáticos y representación política en el Gobierno”, dice, insistiendo en que el Ejecutivo también lograría vincular opositores si asume mayores compromisos con la implementación de la paz.

En ello concuerda Laura Gil, quien señala que el presidente no puede abandonar su compromiso de lucha contra la mermelada y ponerse a dar prebendas a cambio de apoyo. “Es de los cambios más sanos para el sistema político colombiano y en eso se debe sostener. Debe alcanzar acuerdos programáticos de gobernabilidad con las fuerzas políticas”, señaló.

Duque no suma ni la mitad de su mandato, pero 2020 será un año decisivo para su repunte. Los retos, además de los habituales —mejorar la seguridad, potenciar la economía o seguir atendiendo el problema migratorio—, abarcan destreza política, pero sobre todo manejo social, para ponerse a tono con la ciudadanía. Según los expertos, de lograrlo no solo mejorará su favorabilidad en las encuestas, sino que conseguiría una renovada legitimidad que le permitirá negociar en el paro y abrirse paso políticamente en el Congreso. ¿Lo conseguirá?

 

jgonzalez@elespectador.com

Por -Javier González Penagos / Twitter: @Currinche

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