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Los 'exparas', ante la verdad y el perdón

El Espectador fue testigo del encuentro entre un grupo de exjefes de las Auc y miembros de Colombianos y Colombianas por la Paz.

Alfredo Molano Jimeno
14 de septiembre de 2014 - 02:40 a. m.
 Piedad Córdoba y un grupo de miembros de Colombianos y Colombianas por la Paz se reunieron con el ‘Alemán’, ‘Pedro Bonito’, ‘Ernesto Báez’, ‘Julián Bolívar’ y el ‘Iguano’.  /Archivo particular
Piedad Córdoba y un grupo de miembros de Colombianos y Colombianas por la Paz se reunieron con el ‘Alemán’, ‘Pedro Bonito’, ‘Ernesto Báez’, ‘Julián Bolívar’ y el ‘Iguano’. /Archivo particular

“Doctora, en nombre de las autodefensas, de los desmovilizados reunidos aquí y los que están en todo el territorio nacional y en las cárceles de Estados Unidos, en nombre mío y de mi familia, del extinto bloque Élmer Cárdenas, que la tuvo las últimas horas de su secuestro, quiero pedirle perdón por los males que le hicimos pasar a usted y a su familia. Sé que el perdón es un tema del corazón, pero usted es una mujer que va más allá de los resentimientos y sé que nos va a perdonar. Si no es hoy, sepa que nosotros lo seguiremos esperando”, le dijo Freddy Rendón Herrera, alias el Alemán, a Piedad Córdoba.

A la exsenadora se le transformó el rostro. Por un segundo sus peleas, su secuestro, su exilio y los inenarrables horrores a los que la sometió el paramilitarismo parecieron cruzarse por su mente. Con voz entrecortada contestó: “Yo ya se los di. No tengo sentimientos de venganza, ni de rencor, ni de odio, y la prueba es que estoy aquí. El hecho de que trabajemos porque se acabe la guerra es suficiente motivo para perdonar. Con sinceridad les digo que los veo como seres humanos a quienes les ha tocado vivir una guerra. Fueron momentos horribles, después vinieron cosas duras. En mi caso, y en el de mi familia, tengan la certeza de que nos damos por reconciliados”.

El episodio se dio el pasado jueves en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Itagüí. Días atrás, los principales exjefes paramilitares recluidos en distintas cárceles le habían solicitado a Colombianos y Colombianas por la Paz, encabezados por Piedad Córdoba, una reunión para hablar verdades. Nos esperaban Rodrigo Pérez Alzate, alias Julián Bolívar; Aníbal Gómez Holguín, alias Juan Carlos; Jorge Iván Laverde, alias el Iguano; Raúl Hasbún, alias Pedro Bonito; Óscar Leonardo Montealegre, alias Piraña, e Iván Roberto Duque Gaviria, alias Ernesto Báez. Aparte de Piedad Córdoba, asistimos el cineasta Lisandro Duque, Olga Amparo Sánchez, Danilo Rueda y quien escribe.

La invitación tenía el objetivo de hablar de paramilitarismo y oír la versión que sus antiguos jefes tienen de la paz. Y cómo hacerlo sin empezar por un gesto de reconciliación. Esa mañana fuimos testigos de cómo, quienes infringieron el mayor dolor de su vida a Piedad Córdoba, le pedían perdón. Lo hicieron sin cámaras, sin espectáculo, en la intimidad de una celda donde los exjefes paramilitares han pasado sus últimos años. Fue un momento tenso, conmovedor y difícil tanto para quienes ofrecen excusas como para quien dio el perdón. Iniciada la reunión llegaron tres desmovilizados del Ejercito de Revolución Guevarista, un movimiento guerrillero que se acogió a Justicia y Paz, y quería plantear sus puntos de vista sobre el asunto.

Cerrado el primer episodio, Ernesto Báez pidió la palabra y leyó un mensaje enviado por Edwar Cobos, más conocido como Diego Vecino, hoy recluido en la cárcel La Picota de Bogotá. “En representación de los postulados a Justicia y Paz, recluidos en este establecimiento y de los de Barranquilla, Montería, Espinal, Palmira y algunos de las guerrillas con quienes tenemos comunicación, deseamos suerte a los que están reunidos. Estos encuentros son valiosos en la construcción de la paz y la reconciliación nacional, y constituyen un aporte importante a la participación de todos los actores del conflicto en la negociación que se lleva a cabo en La Habana (Cuba)”, decía el mensaje.

Volvió a tomar la vocería el Alemán, excomandante del bloque Élmer Cárdenas, que operó en el norte de Urabá, Córdoba y el occidente de Antioquia. Sobre sus hombros recae la responsabilidad de cientos de crímenes. Según la Fiscalía, Freddy Rendón debe responder por 914 desplazamientos forzados, 12 casos de reclutamiento de menores, el secuestro de Piedad Córdoba, 56 casos de desapariciones y 44 homicidios. “Desde que tomamos la decisión de abandonar las armas, nuestro compromiso con la paz ha sido total. Hoy es más fuerte. Tras ocho años de estar privados de la libertad, compartiendo con gente con la que antes nos enfrentamos en el campo de batalla, hemos reflexionado”, explicó esbozando su intención.

Luego continuó hablando del proceso de paz de La Habana: “No quisiéramos ver a los guerrilleros en las cárceles. Si pudiéramos terminar la guerra con mecanismos distintos a la privación de la libertad, no nos opondríamos. Ya no hay resentimiento”, expresó el exjefe paramilitar y después reiteró su ofrecimiento de excusas. “Ese ofrecimiento de perdón es de corazón. No es un asunto formal, por cumplir requisitos, es de verdad. Queremos vivir en sociedad, queremos que nuestros hijos se eduquen en ella, queremos abrazarnos con quienes en su momento fueron nuestros contrarios. Ya no reconocemos enemigos”.

Reforzó la idea Rodrigo Pérez Alzate, alias Julián Bolívar, quien comandó el bloque Central Bolívar, que operó en Antioquia, Bolívar, Vichada, Putumayo, Risaralda, Caquetá, Arauca y Caldas. Fue procesado por entrenamiento a grupos armados, homicidio, tortura, desaparición forzada, reclutamiento de menores y actos de barbarie. En su intervención, Julián Bolívar sostuvo que en esta guerra las víctimas son infinitas e incluyen guerrilleros, paramilitares, soldados y civiles. Dijo sentirse arrepentido de haber tomado la decisión de armarse y recordó que su hermano, Guillermo, está extraditado en Estados Unidos, desde donde, según él, le ha manifestado su voluntad de contribuir a la reconciliación de Colombia.

Lo interrumpió una vez más el Alemán, y puso sobre la mesa el tema por el cual habían invitado a Colombianos y Colombianas por la Paz a la reunión: la verdad. Afirmó que se sienten atropellados cuando se dice que no han contado la verdad. “La verdad no ha llegado a la sociedad, pero no porque nosotros la hayamos ocultado”, resaltó. “En estos ocho años de Justicia y Paz hay 14.000 horas de grabaciones de las versiones en las que hemos participado. La Ley de Justicia y Paz fue un fracaso, pero no se ha mirado de quién fue la culpa. ¿Fue de los beneficiarios de la ley o de la Fiscalía, del Ministerio de Justicia y del Estado”.

El Alemán considera hoy que el Estado no fue consecuente con el proceso, no se preparó para el mismo, pero ahora sí está a tiempo de hacerlo para que termine de manera exitosa. Para lo que viene con las guerrillas, para que ojalá no pase por el escarnio público”, expresó. Valga decir que la situación jurídica de estos exparamilitares está en veremos. Cumplieron la pena alternativa, pero los administradores de justicia dicen que no cumplieron con la verdad ni con la reparación, por lo cual están a punto de ser excluidos de Justicia y Paz y enfrentar penas que pueden llegar a 40 años de prisión. Rendón Herrera agregó que de todo lo que han contado, sólo el 10% ha sido procesado por la justicia.

Y vino la denuncia, no sin antes advertir que se sienten amenazados por contar lo que saben. “Por mí, los integrantes del bloque Élmer Cárdenas han pasado seis fiscales, todos con rumbo a sus jubilaciones de $17 millones. ¿Dónde están las denuncias que hicimos? Muchas llevaron a compulsas de copias contra terceros, pero cuando éstos fueron importantes, los expedientes desaparecieron o se concluyó que no se le podía creer a delincuentes. “Yo conté mi relación con miembros de la Fuerza Pública, con empresarios y políticos, y ahora me pregunto: ¿por qué no se tuvo la misma diligencia cuando los señalados fueron concejales de pueblos a cuando hablé de senadores o empresarios?”, argumentó.

El exjefe del extinto bloque Élmer Cárdenas precisó que una cosa es el paramilitarismo que existe hoy y otra las autodefensas. “Es que aquí no hay una verdad única. Cada uno de nosotros sabe un pedazo, y si queremos conocer la verdad de nuestra tragedia nacional, de las últimas cinco décadas, todos tenemos que poner nuestro poquito de verdad. A veces nos sentimos como si la sociedad sólo reclamara de nosotros la verdad, como si fuéramos los únicos que hubiéramos participado en la guerra. Aquí también hay otros que tienen que contar lo que pasó y asumir sus responsabilidades”, reclamó.

Entonces retomó la palabra Julián Bolívar, quien aclaró que “estamos llegando a un momento en que se necesita verdad histórica. Nosotros queremos que las Farc sepan la experiencia que vivimos en este proceso. Si se judicializa el proceso de paz nunca vamos a alcanzarla. Va a servir para el show mediático de los políticos de turno. Y esta no es la primera vez que se ha tratado de hacer la paz en este país. Llevamos 14 procesos y seguimos en guerra. La memoria histórica del conflicto armado colombiano tiene que ser un elemento que garantice la no repetición y el reconocimiento de las víctimas”.

Bolívar sostiene, además, que ha contado todo lo que vivió, de sus relaciones con funcionarios oficiales, Fuerza Pública y políticos, y eso no lo conoce el país. “La verdad se ha dicho. El problema es que la verdad se judicializó en manos de funcionarios corruptos. La verdad la han manejado en beneficio de unos y en contra de otros. El bloque Élmer Cárdenas ha señalado como responsables directos a personas que fomentaron el paramilitarismo: 163 mandos militares, 120 políticos y casi 260 funcionarios públicos. Esto no se puede repetir en La Habana, creemos en el proceso de paz, pero el país necesita que se llegue al fin del conflicto. Esperamos que no se repitan errores. Si queremos paz, hay que decir la verdad”, concluyó el excomandante del bloque Central Bolívar.

La reunión la remató Ernesto Báez, uno de los principales ideólogos de las autodefensas y excomandante del bloque Central Bolívar, a quien acusan de ser responsable de decenas de asesinatos. Báez afirmó que el encuentro tenía dos objetivos: el ofrecimiento de perdón a Piedad Córdoba y hablar de la verdad. “La verdad histórica que se ha tocado en los estrados judiciales, allá se quedó. Por eso celebramos que en La Habana se haya incluido la necesidad de hacer una historia sobre el paramilitarismo, porque hay una historia de las autodefensas, pero no la del paramilitarismo”, refirió.

“Luis Carlos Restrepo y Uribe redujeron el proceso de paz a una operación aritmética de entrega de fusiles y a una frase que repitió mil veces: “Bienvenidos a la civilidad”. Aquí no hubo reinserción, no hubo resocialización ni nada. Tenemos la voluntad plena de hacer nuestro aporte sobre la verdad histórica del paramilitarismo. Para nosotros lo que está ocurriendo en La Habana es un acto de fe por la paz. Queremos ser partícipes de ese acto de fe. Nosotros seguimos aspirando a decir cosas que no se han dicho. Pero tenemos la sombra del verdugo con la espada permanente sobre el cuello. Por ejemplo, mientras el Inpec esté en manos de la Policía, no podemos denunciar lo que pasó con la Fuerza Pública”.

El otrora comandante político de las autodefensas, a quien se le ve la guerra en su caminar, aportó un ejemplo concreto: “El coronel Leonardo Ortiz, siendo subdirector del Inpec, se sentó aquí el 1° de diciembre de 2007 y nos dijo: ‘Ustedes están haciendo el papel de traidores. No hay derecho a que le estén haciendo esto al Ejército colombiano, que tuvo tanta cercanía con ustedes. Eso es una traición’. Y entonces cómo contamos la verdad así. Es que nosotros no nos sentamos con un enemigo a negociar. Se negocia entre enemigos. Fue una negociación entre amigos desleales”.

Para Báez no se puede decir que la desmovilización de las autodefensas significó el fin del paramilitarismo, y sigue pensando que este fenómeno no ha sido esclarecido. Hoy se nutre de desmovilizaciones mal hechas a través de bandas criminales. “El fenómeno subsiste. Mientras eso esté vivo, las garantías para quienes pretendan avanzar en el tema de la paz va a ser complejo. Paradójicamente, el sector que perseguimos y combatimos ha sido el único que ha venido a vernos, desde el nuestro nadie ha venido. A nosotros se nos quiso como a las barraganas, como a las mozas, en la oscuridad de la noche. El Estado participó del conflicto defendiendo intereses de privilegiados. El paramilitarismo salió ileso tras la desmovilización de las autodefensas”.

La reunión terminó con la certeza de que estos jefes paramilitares quieren participar del fin del conflicto y están dispuestos a pedir perdón. Cuando salíamos de la celda Báez se me acercó, me dijo que admiraba a mi papá, que lo lee mucho y lo respeta intelectualmente. Me pidió que le dijera que le gustaría hablar con él y explicar por qué “Carlos Castaño estaba obsesionado con matarlo”. Pidió disculpas por el dolor causado, por los siete años de exilio que en familia vivimos con el corazón en la mano. Más allá de la autenticidad de lo que dijo, lo único claro es que si para algunos el fin del conflicto es imposible sin incluir a la derecha, los paramilitares encarcelados quieren ser la pata que le falta a la mesa. 

amolano@elespectador.com

@AlfredoMOlanoJI

Por Alfredo Molano Jimeno

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