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Los vacíos políticos que deja Carlos Holmes Trujillo

El fallecido ministro de Defensa estaba adelante en el partidor de las candidaturas presidenciales del uribismo para 2022, donde lo veían como factor de unidad. Para el gobierno Duque, era el pararrayos y el interlocutor público con más trascendencia.

Hugo García Segura
31 de enero de 2021 - 02:00 a. m.
Carlos Holmes Trujillo era el que le hablaba al oído al presidente Duque e incidía en muchos aspectos del Ejecutivo, más allá del Ministerio de Defensa, por su jerarquía.
Carlos Holmes Trujillo era el que le hablaba al oído al presidente Duque e incidía en muchos aspectos del Ejecutivo, más allá del Ministerio de Defensa, por su jerarquía.
Foto: AFP - RAUL ARBOLEDA
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Más allá del dolor y la tristeza que significa la muerte de un ser humano, el fallecimiento de Carlos Holmes Trujillo representa un duro golpe para la estructura de gobierno del presidente Iván Duque y para el Centro Democrático, su partido, en el que el exministro de Defensa aparecía como una de las cartas más viables para mantenerse en el poder. De hecho, en febrero de 2019, él mismo había develado sus intenciones, cuando en un foro realizado en la universidad Eafit de Medellín, entre chiste y chanza, le respondió así a un estudiante que le preguntó si se postularía: “Llegado el momento se los diré pero, aquí entre nos, que no salga de Colombia, claro que sí, yo voy a aspirar en el 2022”, dijo. Y ya se decía que en marzo dejaría el cargo para iniciar ese trasegar electoral.

Trujillo había sido fórmula vicepresidencial de Óscar Iván Zuluaga en 2014 y compitió contra Iván Duque hace dos años en la consulta por la candidatura uribista. Desde hace rato estaba en los primeros lugares del partidor presidencial y en el Centro Democrático había una corriente que apostaba por su nombre, con el visto bueno del expresidente Álvaro Uribe, máximo líder de la colectividad. Pese a los cuestionamientos de la oposición y de una parte de la opinión pública por su desempeño frente a la Cancillería y el Ministerio de Defensa, no cabe duda de que Trujillo tenía el liderazgo, el recorrido y la fuerza suficiente para izar las banderas del uribismo y que sus rivales en el partido lo veían como el hombre a vencer en el pulso de la escogencia de un candidato único.

Así las cosas, queda claro que el panorama cambió y que ahora, sin él en la baraja, uno de sus ases, es otro el camino para quienes aspiran a quedarse con la nominación uribista. Por ahora, el número de cartas sigue siendo bastante amplio: se ha hablado de las senadoras Paloma Valencia y Paola Holguín, del representante Edward Rodríguez, del exviceministro Rafael Nieto, de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y, por supuesto, toca meter a Tomás Uribe Moreno, hijo del expresidente Uribe, al que muchos le siguen endulzando el oído, así él diga que no. Incluso hay quienes se atreven a mencionar al embajador en Washington, Francisco Santos, y al mismo Zuluaga, si logra resolver sus líos jurídicos.

En contexto: Carlos Holmes Trujillo, el leal escudero de Duque

Además, se sabe que una de las ideas que está sobre la mesa es realizar una consulta amplia con otros sectores de la derecha o de la centro-derecha, por lo que la lista de aspirantes se alarga. En ese caso, entrarían al juego figuras políticas como Federico Gutiérrez (exalcalde de Medellín), el exministro Juan Carlos Pinzón, Álex Char (exalcalde de Barranquilla), Dilian Francisca Toro (exgobernadora del Valle), Luis Alberto Moreno (expresidente del BID), el exfiscal Néstor Humberto Martínez, el senador cristiano John Milton Rodríguez y hasta el senador conservador David Barguil. Eso sí, falta mucho trecho por recorrer, algunos de los mencionados insisten en que no están interesados, y a partir de Semana Santa, en la primera semana de abril, se empezarán a decantar las posibilidades.

El senador Ernesto Macías —quien admite que aún no saben “cómo van a superar la ausencia”— sostiene que, a diferencia de esos nombres que ya suenan, Trujillo encarnaba unidad. “Su candidatura era madura y consolidada por su trayectoria, experiencia y caballerosidad, lo que garantizaba que difícilmente alguien dentro del partido se opusiera a su nombre”. Ahora considera que la “única alternativa viable” es la de Tomás Uribe. ¿La razón? “No solo garantiza la unidad del uribismo, sino que es una figura fresca, es un empresario joven y exitoso, que puede continuar la obra de Iván Duque y los logros del Gobierno”.

En lo de Tomás Uribe coincide el profesor Juan Federico Pino, de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana, quien asegura que el Centro Democrático, ya sin una figura unificadora como la de Carlos Holmes Trujillo, podría apostar por alguien de un perfil “más radical y de sangre pura”. Incluso, explica que ante un eventual escenario de alianza de varios sectores de la centro-derecha, la partida del ministro les abre camino también a nombres como el de Alejandro Char. “El uribismo estaba en un escenario de división entre los más radicales y los que planteaban alianzas con otros sectores, y Trujillo tenía la ventaja de que era el puente entre ambas facciones. Era considerado moderado y cercano a los partidos, a lo que se sumaba su ascendencia regional. Su muerte marca la salida de un precandidato fuerte y obliga al partido a reconfigurarse totalmente”, dice.

Ficha clave en el Gobierno

El otro vacío que deja la partida de Carlos Holmes Trujillo tiene que ver con su influencia en el gobierno de Iván Duque. Para nadie es un secreto que, primero como canciller, pero sobre todo como ministro de Defensa, se había convertido en un pararrayos, en el más firme escudero del primer mandatario cuando los vientos huracanados soplaban en el Congreso, a raíz de los debates de control político, bien fuera por las masacres, los asesinatos de líderes sociales y desmovilizados, las actuaciones desbordadas de la fuerza pública y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía en las manifestaciones ciudadanas, los casos de abuso sexual de las tropas o el tránsito de militares estadounidenses por territorio nacional. Trujillo enfrentó dos intentos de moción de censura y en sus discursos de réplica expuso posiciones inamovibles y actitudes desafiantes.

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Como recalca el profesor Pino, si bien se puede considerar que el Ejecutivo se venía preparando para su salida, pues estaba cantado que iba a ser precandidato presidencial, no se puede dejar de lado que los ministros de Duque se han caracterizado por su invisibilidad, y Trujillo era conocido por ser el interlocutor público con más trascendencia. “Era el fusible que no se había quemado”, agrega el académico. En la Casa de Nariño reconocen, y lo dijo el presidente Duque en las honras fúnebres, que era “el más amigo y más allegado”. Es decir, el que le hablaba al oído al mandatario y, dada su trayectoria, incidía en muchos aspectos del Ejecutivo, más allá del Ministerio de Defensa, por su jerarquía.

Durante los debates en el Congreso, por ejemplo, Trujillo afirmó que Duque era “fruto de la voluntad democrática” y que “fue el que más votos tuvo que ganar en la historia reciente para ser presidente”. También mantuvo firme su postura de que sí había ofrecido disculpas, ante la exigencia que le hizo la Corte Suprema, por el asesinato de Javier Ordóñez a manos de la Policía y los excesos de la fuerza pública. “Lo hice de manera atemporal, sin mencionar nombres y respetando el debido proceso”, refirió, agregando: “¿Es que un perdón espontáneo es menos que uno obligado? ¿O es que un perdón espontáneo y previo no tiene mayor valor? El perdón que se pidió fue mucho más amplio y comprensivo”. Por cierto, al final guardó silencio ante la movida de la bancada de Gobierno que tumbó el debate de moción en su contra en el Senado, lo que fue visto como señal de debilidad por algunos en la oposición y también de menosprecio.

De hecho, su nombramiento como ministro de Defensa no fue un movimiento rutinario. Tras la maltrecha salida de Guillermo Botero de esa cartera, en noviembre de 2019, en medio de fuertes cuestionamientos por varios hechos presentados durante su gestión —como el asesinato de Dimar Torres, que levantó sospechas en torno al regreso de las ejecuciones extrajudiciales (mal llamadas “falsos positivos”) o el bombardeo a un campamento de las disidencias de las Farc en el municipio de Puerto Rico, Caquetá, en el que murieron varios menores de edad—, Duque necesitaba poner en ese cargo una figura de peso que diera cara a las controversias y generara respeto en los mandos militares.

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Para nadie es un secreto que el manejo de esos altos oficiales requiere conciliación, entendimiento, mucho tacto y, a la vez, mano firme por parte del civil que asuma el Mindefensa. Y según algunas voces consultadas en su momento, Botero no tenía credibilidad e internamente había fracturas, muchas de las cuales se desprendían de las posturas asumidas frente al Acuerdo de Paz del gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc, en el que unos se alinearon a su favor y otros del lado del expresidente Uribe. Una especie de politización que Trujillo tuvo que entrar a mediar. Además de los escándalos de corrupción, como la denuncia de una red de venta de armas a diversos grupos armados ilegales o los seguimientos y perfilamientos ilegales de periodistas, opositores y magistrados, revelados por la revista Semana, y los constantes casos de violaciones de derechos humanos.

La tarea de Trujillo apuntaba a reconstruir la confianza que los colombianos tenían en las Fuerzas Militares, que según las encuestas ha caído considerablemente en los últimos años. Para ello, se había rodeado de un equipo asesor robusto y, según fuentes castrenses, se le veía trabajando en mejorar la transparencia y la claridad en lo que comunican las instituciones militares. El juicio de la historia dirá si logró o no buenos resultados. Por ahora, se queda a la espera de que el presidente Duque designe su reemplazo, una tarea nada fácil teniendo en cuenta que aún queda año y medio de mandato, que Trujillo era esa ficha clave y que los retos a asumir son de una honda y culebrera dificultad.

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Carlos(58915)01 de febrero de 2021 - 03:53 p. m.
Que ejemplo a seguir, este señor nunca fue un atenido, que entre el diablo y escoja
Jaime(9903)31 de enero de 2021 - 10:10 p. m.
La pregunta seria, como podía estar este Sr en el partidor de primero para ser Presidente de Colombia; esto nos indica que las maquinarias politiqueras están bien aceitadas.
oscar(25306)31 de enero de 2021 - 03:11 p. m.
carlos holmes no fue nunca un servidor público, fue un politiquero se sirvió de lo publico, un parasito que siempre vivió del estado. la secta criminal y mafiosa llamada centro demoniaco, liderada por el expresi.......diario matarife uribe quiere poner otro porky, o al hijo para que siga la dictadura y poder seguir robando.
Carlosé Mejía(19865)31 de enero de 2021 - 01:07 p. m.
Lo que está claro a la muerte de Trujillo es que la derecha no tiene a quién mostrar ni con quién entrar a competir. ¡Ojalá pronto se acabe su hegemonía!
Camilo(27872)31 de enero de 2021 - 12:41 p. m.
El único vacío es el del espacio que ocupaba esa masa, solo falta que se muera Pacho Santos y los medios digan que nos jodimos, que ahora que vamos a hacer sin él, farsantes manipuladores, semejante lagarto, vivió de más.
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