Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La semana pasada, en Cartagena, se dio una reunión para comenzar a hablar de la fórmula para escoger el candidato liberal a la Presidencia en 2018, ¿en qué quedaron?
Fue un diálogo más social e informal, no oficial, sobre la definición dentro del partido de lo que va a pasar con la escogencia del candidato. Lo único que surgió es que la fecha del Congreso Nacional va a ser el 4 de agosto. Yo manifesté que el mecanismo más democrático y transparente es el de la consulta popular, que les da poder de decisión a los ciudadanos, que no nos regresa al pasado de convenciones prefabricadas y amañadas de políticos y maquinarias reunidas para imponer candidatos. Si estamos hablando de paz en Colombia, tenemos que enviar un mensaje de que el poder de decisión lo empiecen a tener los ciudadanos sobre la política y sobre los partidos. Por eso me parece que la consulta popular es tan importante, no solo en términos de mecánica de selección de un candidato, sino en términos de construcción de una propuesta liberal que interprete a la Colombia de los próximos cuatro años.
Usted siempre ha hablado de la necesidad de que haya garantías, ¿a qué le teme?
La historia nos enseña que las garantías y las reglas de juego claras son condiciones necesarias para un proceso transparente. Y parte de esas garantías es que tengamos un jefe único en el liberalismo, que no sea juez y parte, que tome unas decisiones con base en el interés del partido y no en el interés de uno de sus grupos políticos, que no vaya a intervenir en los avales para favorecer a determinado precandidato y que garantice que todos tengamos el mismo espacio para hacer conocer nuestras propuestas y que la consulta sea realizada el día de las elecciones legislativas, porque así se logra una participación más amplia de los ciudadanos y del voto de opinión.
¿Jefe único que podría ser César Gaviria?
Pues él fue el primer candidato en Colombia designado por consulta popular, por lo que conoce el significado de ese proceso y las reglas de juego claras que deben existir. Él daría confianza, credibilidad y neutralidad desde la dirección.
¿Y qué cree que piensa la mayoría dentro del partido?
Creo que a medida que pasa el tiempo, muchos dirigentes van reconociendo y entendiendo la importancia de darles la palabra y el poder de decisión a los ciudadanos y que no sigamos en lo que hemos hecho hasta ahora: reunirnos entre políticos, entre maquinarias, para tomar decisiones e imponérselas a la gente. Ese es mi reclamo y mi propuesta y creo que muchos lo entienden y lo defienden. Si el Partido Liberal quiere ser el de la paz, tiene que demostrarlo con hechos concretos y señales reales en relación con democratizarse, modernizarse y renovarse.
¿Humberto de la Calle estuvo en esa reunión en Cartagena?
Estuvo en el almuerzo y tuvimos la oportunidad de hablar, en general, sobre temas del proceso de paz y vimos un documental hecho por Natalia Orozco. Como le digo, lo único definido concretamente es la fecha del 4 de agosto para la realización del Congreso Liberal, donde tendremos que aprobar estatutos, elegir las nuevas directivas y espero que proclamar la consulta popular como el mecanismo para que sean los ciudadanos los que en las urnas definan cuál será el candidato que quieren ver representando al liberalismo.
¿Y le vio a De la Calle ganas de meterse de precandidato?
No sé, no puedo interpretarlo, pero si lo hace creo que sería un aporte importante por su trayectoria y experiencia, y porque enriquecería la construcción de una propuesta desde el liberalismo, que es lo que queremos lograr. Una propuesta de centro, que no esté casada ni con el uribismo ni con el santismo, ni con la guerra ni con la paz, sino que interprete a Colombia hacia el futuro y que vigile que las Farc les cumplan al país y a las víctimas que están esperando verdad, justicia, reparación y no repetición. Que saque la discusión del proceso de paz de la pobreza a que se ha venido reduciendo, porque solamente se habla del blindaje jurídico de los actores del conflicto, cuando también hay que hablar de las garantías de no repetición y de resolver las causas estructurales de la guerra en Colombia, que tiene que ver con el acceso a la tierra y el acceso a las garantías de participación política.
Y si se decide no hacer consulta, ¿es cierto que usted armaría tolda aparte reviviendo el Nuevo Liberalismo?
Yo estoy concentrado en la hipótesis de que va a haber consulta y en construir una propuesta para interpretar a ese 60 % de los colombianos que no se sienten interpretados por las opciones políticas que están a su disposición en este momento y que quieren que el país supere la polarización. Una propuesta que piense, por ejemplo, en los sistemas de salud o pensional, que son verdaderas bombas de tiempo y requieren soluciones de fondo. El reto no es incluir a 8 mil guerrilleros sino a ese 17 % de pobres del país, a ese 8 % que están en la pobreza extrema, que no han tenido oportunidades de acceso a los derechos fundamentales básicos que debe tener todo ciudadano en una democracia. Ese es el liberalismo que queremos desarrollar y en eso estoy concentrando todos mis esfuerzos.
Se ha hablado de la posibilidad de una consulta interpartidista con la U para escoger candidato único, ¿le suena?
Si hay otros sectores que están en otros partidos, en movimientos ciudadanos o independientes —que se sienten identificados con el liberalismo y que se quieran sumar a esta idea de definir en una consulta democrática y transparente un candidato único— me parece que es la mejor manera de escoger no a una persona, sino el contenido de una propuesta liberal, en el sentido amplio de la palabra.
¿Debería incluirse en esa consulta interpartidista a Germán Vargas Lleras?
Estamos hablando de una propuesta incluyente y no se puede vetar a nadie. Pero el compromiso sí tiene que ser con el liberalismo y con sacar adelante el proceso de paz en su implementación, enriqueciendo la discusión y no reduciéndola a un blindaje jurídico, y con la construcción de un nuevo modelo de sociedad en el que la presencia del Estado en las regiones sea de verdad.
¿Cree que Vargas Lleras será el candidato de Santos?
No lo podría decir, pero espero que podamos superar esa polarización Santos-Uribe, guerra-paz, sí-no, y que nos dediquemos a pensar en la Colombia que no ha tenido oportunidades de desarrollo y de justicia social.
A uno le queda la sensación de que mucho de lo que dice va contra Horacio Serpa, actual codirector del partido…
Tengo la mejor relación personal con él, somos compañeros en la Comisión Primera del Senado y considero que él entiende y comparte la necesidad de renovar el liberalismo, de darles la oportunidad a los jóvenes, no manzanillos sino frescos, para que con ideas enriquezcan al partido. Por eso es muy importante que llegue la renovación, porque si no es así, se pierde la capacidad de interpretar la demanda política de los ciudadanos.
¿No teme que con la polarización actual santismo-uribismo surja una propuesta populista que se meta por el medio y gane en 2018?
A lo que tenemos que temer es a quedarnos concentrados en la mecánica política y en simplemente buscar acuerdos entre maquinarias. No hay que tenerle miedo a la democracia, a que los ciudadanos se expresen y tengan el poder de decisión, pues ello permite que Colombia avance, se modernice y tenga un sistema institucional legítimo, que hoy atraviesa por una crisis de credibilidad por los escándalos de corrupción y que ha hecho que los ciudadanos se sientan desilusionados.
¿Cuál cree que va a ser el eje de la campaña presidencial: la implementación de la paz o la lucha contra la corrupción?
El eje va a ser lograr que la Colombia excluida y marginada, la que no participa, sienta que es tenida en cuenta y que tiene legitimidad y oportunidad de inclusión en las decisiones gubernamentales. El tema dominante será construir un relevo generacional en el próximo gobierno.