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John Milton Rodríguez llegó al Senado en 2018 por el partido Colombia Justa-Libres, colectividad nacida de las iglesias cristianas evangélicas. De hecho, antes de dedicarse a la política fue un importante líder religioso del Valle del Cauca. Y fue en su departamento donde tuvo más votos y que impulsaron su llegada al Legislativo. Desde que asumió su curul, ha sido cercano al uribismo y se ha afiliado a la bancada de Gobierno, apoyando las iniciativas del Ejecutivo e incluso figurando como autor y ponente en varias de ellas.
Después de estar un solo período en el Congreso, Rodríguez decidió dar un nuevo paso y anunció hace unos meses sus deseos de aspirar a la Presidencia de la República. Mientras suenan posibles choques en el interior de su partido por esa aspiración, el senador ha aprovechado el receso legislativo, que acabó ayer, para adelantar la campaña de su precandidatura. En diálogo con El Espectador, habló de sus objetivos, de una posible campaña y consulta lejos del uribismo y sobre sus controvertidas posiciones.
¿Es cierto que hay un choque entre usted y Ricardo Arias por la candidatura del partido?
No es cierto, para nada. Los dos somos conscientes de que en la democracia lo que se necesitan son pluralidad de candidaturas y que sea la gente la que escoja, o si no el partido no puede crecer. Por el contrario, estamos tratando de invitar a otros a que se animen. Hemos tenido conversaciones con Jimmy Chamorro para que vea las posibilidades de participar. También con Édgar Espíndola, Marco Fidel Ramírez y varios líderes fuertes de grupos provida, tanto cristianos como católicos. Estamos hablando con personas que tienen que ver con el liderazgo de la pequeña y mediana empresa en Colombia. Con todos ellos estamos buscando que acompañen una precandidatura. No estamos encerrados en ver hacia dentro del partido, sino tener una fuerza política con la posibilidad de armar una consulta en marzo, alrededor de la familia, la vida y las libertades ciudadanas. No solo buscamos unas precandidaturas presidenciales, sino que se lancen al Senado y a la Cámara para duplicar nuestra fuerza en el Congreso.
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¿Esto quiere decir que ustedes irían en una consulta ajena al uribismo?
Estamos en esa consideración, porque creemos que hay sectores de la sociedad colombiana que necesitan un espacio para seguir desarrollando la visión que hemos tenido. Nosotros llegamos a estas instancias de la democracia para ser una alternativa de poder en Colombia y queremos seguir creciendo en ese proceso. Cuando llegamos al Congreso logramos casi 500.000 votos solo aspirando en Bogotá y en el Valle del Cauca, pues no teníamos recursos para matricular más cámaras. Ahora que tenemos personería vamos a tener candidaturas en todos los departamentos. Además, en ese momento no tuvimos candidatura presidencial nuestra, en cambio ahora vamos a tener una consulta de nuestro partido con otras fuerzas y como mínimo esperamos triplicar nuestra votación.
Con la fuerza política que tienen, ¿cree que pueden hacerle pelea a un candidato del uribismo?
La verdad, estamos muy concentrados en nuestras potencialidades como nueva fuerza política. No estamos haciendo cuentas con otras fuerzas políticas. Entendemos que cada una tiene su propia inercia. Unas suben, otras bajan, y algunas están hablando sobre los tipos de acuerdos que pueden construir. Pero no nos trasnocha ese tipo de inquietudes que a otros sí les preocupan. Nosotros estamos centrados en ser alternativa para Colombia.
¿Y un candidato de la derecha que no cuente con el aval de Uribe tiene posibilidades?
El país tiene un escenario de alternativas a lo que tradicionalmente se ha dado. Tenemos un gran respeto por el expresidente Uribe, por el Centro Democrático, por todos los partidos, pero hemos entendido en que tenemos que crecer y aumentar esta fuerza política que comenzó en 2018. No queremos estar a la sombra de otros partidos y coaliciones, de sumarle al uno o al otro. Estamos enfocados en que tengamos una gran alianza por la gente. Por eso estoy recorriendo las ciudades de Colombia para hablar con las personas. Nosotros tenemos una propuesta muy seria que se llama “Mi causa es Colombia”. Esta se enfoca en el desarrollo de un país confiable en tres causas fundamentales: la recuperación económica, la seguridad ciudadana y la justicia eficaz.
Hablemos de la primera, ¿cómo recuperar la economía del país en la pospandemia?
En el primer caso es un desarrollo económico sostenible que debe repensar el sistema tributario colombiano. Se debe reducir el Estado, este se ha crecido demasiado. Se pasó de un gasto del 10 % en 1995 a un 22 % del PIB. Eso lo han pagado los colombianos con impuestos y lo que debemos pensar es en reducirlos, entre ellos el IVA, que debe cambiarse en algunos sectores por impuesto al consumo. Debemos repotenciar los tratados de libre comercio, sobre todo los que nos generen empleos de calidad. Tenemos que darnos la oportunidad de potenciar las empresas pequeñas y medianas, porque el 25 % del empleo lo generan estas.
En cuanto a la seguridad ciudadana, se debe fortalecer el pie de fuerza de la Policía y, en algunas regiones, nuestro Ejército. Debe haber inversión en inteligencia militar y policial. Debe haber desarrollos para volver a conectar la Fuerza Pública con la ciudadanía. Necesariamente tenemos que identificar nuevos elementos de delincuencia en las ciudades que ameritan una revisión completa de la seguridad ciudadana. Frente a la justicia eficaz, tenemos que reducir la impunidad, porque por cada 100 delitos que se cometen, solo 15 son debidamente sancionados. Tenemos que fortalecer la primera instancia, porque, después de la Constitución de 1991, Colombia quedó inundada en tutelas y los jueces gastan un gran tiempo en hacerlo. Tenemos un promedio de jueces muy pequeño. Por cada 1.000 procesos hay 15 jueces, cuando el estándar de la OCDE dice que deben ser entre 35 a 45 por cada 1.000 procesos.
¿Cree que los números negativos del gobierno de Iván Duque pueden afectar a la derecha y a la centroderecha en estas elecciones?
La gente puede diferenciar claramente que en esta gestión del presidente Iván Duque hubo una situación muy difícil con el tema de la pandemia. La atención por esta ha sido importante y buena, y a pesar de que la oposición le apostaba a un gran fracaso, se han tenido grandes logros y coberturas importantes. Cada uno quiere que sea más y/o mejor, pero creo que el Gobierno lo ha hecho bien en medio de las restricciones. Creemos que en los temas de ayudar a las poblaciones vulnerables y las pequeñas empresas hubo problemas de llegar directamente a ellos, se dependió mucho de la banca privada. Pero siendo objetivos, hay cosas de las que hemos estado de acuerdo y otras no. Hay que reconocer que el Gobierno ha trabajado durísimo, sobre todo en las últimas semanas. Como lo han hecho bien, creo que no hay un impacto negativo frente a los que son de su coalición.
Hablando del gobierno Duque, sus números en la implementación del Acuerdo de Paz no son los mejores, ¿qué haría frente a lo pactado en una eventual presidencia suya?
Frente a los temas de desarrollo de oportunidades para los desmovilizados, mi presidencia se enfocaría en darles todas las garantías y trabajar fuertemente en sus procesos de resocialización. Frente a las víctimas, tenemos que mostrar una realidad y crear una estructura que las reivindique y las repare de una forma pronta y específica. Aunque el Gobierno ha hecho un gran esfuerzo en ese sentido, infortunadamente la lentitud de los procesos en la JEP impide que las víctimas sean reivindicadas con los temas de verdad, justicia y reparación. Pediríamos que la JEP sea más pronta en sus procesos de judicialización y fallos. En cuanto a la participación política, se les ha dado las garantías para que los exintegrantes de las Farc lo hagan. Toca trabajar en los temas de los PDET y las Zonas Futuro para cumplir con colegios, hospitales, infraestructura, vías terciarias.
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Frente a la muerte de líderes sociales y desmovilizados, hay que caracterizar a nuestros líderes. Creo que hablar de ellos en general no permite una política específica de protección de vidas. Hay que saber quiénes son líderes de acción comunal, de restitución de tierras, de víctimas. Y dependiendo de los casos, definir las políticas. Frente a cultivos ilícitos, se debe entender que hay territorios que deben ser completamente sustituidos. No solo los cultivos, sino los terrenos. Hay territorios en los que, en vez de tratar de sustituir los cultivos, hay que tomarlos por el Estado. Que esas zonas donde hay presencia crítica de coca sean tomadas por el Estado para destruir los cultivos y quitar los líderes sociales de la restitución del fuego entre grupos al margen de la ley y Fuerza Pública.
Desde el Congreso, usted ha tenido una posición en contra del aborto y del matrimonio igualitario, ¿no cree que sus posiciones chocan con el sentir de los colombianos?
No creo. Infortunadamente se sobredimensionan aquellos que están de acuerdo con el aborto. La gran mayoría de colombianos están de acuerdo con la defensa de la vida y la concepción. Hay grupos de mujeres que se están manifestando en que los grupos feministas no las representan. Creo que vamos a tener la oportunidad de darles vocería a sectores mayoritarios que se expresan a favor de la vida. Entendemos que nuestras posturas en la defensa de la vida generan incomodidad, pero en la democracia hay que aceptar que parte de las posturas van a gustar y disgustar. Lo peor que pueda haber es la incoherencia de, para querer quedarme con unos votos, yo comportarme solapadamente con una postura que no es la mía. Seguiré defendiendo la vida desde la concepción de manera innegociable.
Frente al matrimonio igualitario, nunca será igual el matrimonio entre un hombre y una mujer con el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres. Es absolutamente diferente. Los derechos ciudadanos no pueden tener ningún tipo de discriminación, seré un defensor de los derechos de los ciudadanos, independiente de su orientación sexual, religión, condición económica o ideológica. Por mi condición humana, nunca permitiré la discriminación. Pero hay que ser claros que la concepción de familia y matrimonio será la misma que siempre hemos defendido. Respeto que se incomoden o se molesten conmigo por eso. Respetaré y toleraré la diferencia, y trabajaré para que todos tengan la libertad de expresarse, así no esté de acuerdo con lo que digan.
Colombia es un país cuya mayoría es católica y ahora hay expresiones diversas muy distintas que están tomando fuerza, ¿podrá tener un presidente evangélico?
Creo que sí. Mis compañeros en el Congreso y la ciudadanía con la que he interactuado se han dado cuenta de que soy una persona de diálogo y respetuosa. No soy una persona agresiva con nadie, doy garantías, respeto la diferencia y no entro en pugnas personales con nadie. Soy respetuoso de las convicciones particulares de cada quien. Creo que un presidente cristiano, independiente de su condición religiosa, sus principios y valores, lo llevan a amar al prójimo y a aquellos que se califiquen a sí mismos como enemigos. También lleva a respetar y defender la vida de todas las personas.
¿Cuál es el panorama de la derecha y la centroderecha? ¿No se les adelantaron los sectores alternativos en definir aspirantes y reglas de juego?
Los tiempos en la política tienen que ver con las necesidades. Creo que la izquierda ha intentado de manera temprana lograr una gran alianza. Arrancaron buscando que se dieran todos los elementos para unirse, pero hemos visto el fracaso de esas conversaciones. Hemos visto los personalismos en esos escenarios y el resquebrajamiento de varios partidos, porque unos tiran hacia un lado y hacia a otro. Cuando se inicia tan temprano a construir una alianza por intereses políticos o personales, eso no sale bien. En la derecha no hay un afán diferente. En el caso nuestro, el afán es entender a la gente y escucharla. Ella no solo plantea problemas sino que muchas veces soluciones que a nadie se le ocurre, mejores que las de cualquier político porque se basan en su vivencia diaria. La clave como políticos, más allá de inventar cuentos o historias, es tener solidaridad y empatía con el ciudadano. La gente está cansada del mesianismo y de los “ismos”., como se evidencia en otros países de Latinoamérica como Salvador.
¿No es Nayib Bukele un mal ejemplo, ya que es un caso de mesianismo y autoritarismo?
Estuve en El Salvador la semana antes de las elecciones como observador internacional. Lo que vi allá y lo que hablé con la gente de la calle -taxistas, recepcionistas, etc.- es que por más de 45 años el pueblo salvadoreño estuvo en manos de personas que se vendían como mesías, que hacían muchas propuestas y no cumplían lo que ofrecían. Había unos índices de corrupción y criminalidad muy altos. Con el presidente Bukele, en 18 meses, se pasó de 50 homicidios por cada 100.000 habitantes a una tasa de 19 por cada 100.000 habitantes. En los temas de seguridad ciudadana, hay mejoras de más del 60 %. En cuanto a la pandemia, ha tenido uno de los manejos más exitosos del mundo.
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¿Es un hecho que no volverá al Senado en 2022?
Tengo la convicción de ser un servidor para Colombia. No tengo una postura pasional en esos temas, pero me he tomado muy en serio la precandidatura presidencial. Hasta donde Dios me lo permita y los mecanismos de selección en el partido lo dispongan, haré mi trabajo. Si el partido me elige su candidato haré todo para ganar las elecciones. No queremos improvisar, por eso hemos sido muy intensos en nuestra labor. Es una oportunidad para Colombia que no podemos dejar pasar.
Frente a los otros candidatos de la derecha, ¿por qué usted?
Nosotros no tenemos amarres con nadie. No le debemos a un sistema económico que financie nuestras campañas. Tampoco estamos relacionados con empresarios o banqueros. No tenemos amarre con nadie. Tenemos total autonomía e independencia. Eso fue importante para entrar al Congreso de la República y lo será para nuestra campaña, porque es complicado cuando hay compromisos y amarres de por medio. En eso tratamos de cuidarnos, porque perderíamos la autonomía que necesitamos para ser justos con todos los colombianos.
Los temas de 2020, 2021 y posiblemente de 2022 son el COVID-19 y la vacuna, pero varios movimientos cristianos han iniciado movimientos antivacuna. ¿Cómo hacer desde la política para frenar estas ideas que tanto daño le pueden hacer a la salud pública?
Digo que las libertades ciudadanas deben expresarse. En eso no podemos entrar a decirles a unos que sí y a otros no. Cuando me han consultado, les he dicho que eso está resuelto desde hace mucho rato: es el tema de la conciencia de cada ciudadano. Si en la conciencia está vacunarse, hágalo, si no, pues no lo haga. Una cosa y la otra hay que respetarlas completamente. En ese sentido no podemos entrar a juzgar y restringir libertades.