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Gustavo Petro es el líder de la competencia por la Presidencia en las elecciones del próximo año. Es el que encabeza la carrera, como se diría en atletismo y también en las elecciones, y con una diferencia apreciable. Según la última encuesta de Invamer, para Caracol Televisión, lleva una diferencia apreciable: tiene un 38,3 %, con amplia ventaja sobre Sergio Fajardo, que ocupa el segundo lugar y arrastra un 15 % de intención de voto.
En otras encuestas los resultados son semejantes. En la del Centro de Consultoría, Petro lleva la delantera, con 23 % de apoyo electoral, y les saca ventajas cómodas a sus competidores. La explicación de su fortaleza electoral está relacionada con que su imagen favorable -47 %- es alta y supera a la negativa, de 43 %. Estas cifras denotan una amplia división en torno a su nombre, pero su parte positiva es sólida y gracias a ella su ventaja es apreciable. Un candidato que polariza -con lo bueno y lo malo que eso implica- tiene que enfrentar una oposición fuerte y agresiva, pero a cambio reúne apoyos amplios y sólidos. Estas condiciones son valiosas a la hora de definir quiénes, como Gustavo Petro, son los aspirantes con más posibilidades de llegar a la segunda vuelta. (Recomendamos: la más reciente encuesta por sobre la Presidencia de la República en detalle).
En la cual, de paso, el exalcalde de Bogotá también encuentra buenas noticias en las últimas encuestas. En casi todas las confrontaciones cabeza a cabeza resulta triunfador, con excepción del duelo con Sergio Fajardo, en el que el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia obtiene 46 % en oposición a 36 de Petro. En todas las demás hipótesis Petro resulta triunfador, lo cual sería un aliento que desearía cualquier aspirante a la casa de Cariño. (Más: La desfavorabilidad del 65% del presidente Duque).
Petro, en síntesis, tiene una doble condición que por un lado lo favorece y por otra lo perjudica. Estas encuestas, en lo que se refiere al exalcalde de Bogotá, suscitan varios interrogantes. ¿Qué tan sólidos son los apoyos con los que cuenta el candidato de la izquierda? ¿Cambiarán en los 13 meses que faltan para la primera vuelta presidencial? ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de Petro? ¿Y las de los demás aspirantes? ¿Cuáles serán los factores más determinantes en esta competencia?
Algunas de las respuestas a estas preguntas son las mismas de siempre. Petro es un líder que polariza: obtiene amplios apoyos, pero también genera fuertes rechazos. Su estilo combativo y sus actitudes radicales le garantizan un apoyo electoral significativo, casi asegurado, pero le deja pocas opciones para crecer y una oposición férrea de la derecha y del centro. El exalcalde de Bogotá tiene en sus manos un cupo muy probable para la segunda vuelta, pero una vez allí se enfrenta a la unidad de varios de sus rivales de primera ronda, y le pueden faltar argumentos para triunfar al final. Así fue la elección pasada. Parecería una paradoja, pero así como Petro tiene casi asegurado un cupo en la segunda vuelta, tiene pocas posibilidades de triunfar en ella.
Lo anterior genera, para el exalcalde, un gran dilema estratégico. Le conviene un posicionamiento a la izquierda, para buscar el apoyo de los electores que quieren un cambio. Los cuales, en estos tiempos, están crecidos. El temor que generan la pandemia, la mala imagen del presidente Duque y los estragos de la pandemia sobre las condiciones de vida de los ciudadanos alimentan el apoyo de los electores que buscan reformas, caras nuevas, esperanza de reformas. Cambio, como se dice en la jerga electoral. El entorno político y económico encarna una crisis profunda que suele ser adecuada para candidatos asociados con conceptos como rebeldía, rectificación y la búsqueda de algo nuevo. Especialmente en la primera vuelta. Por eso Petro se siente en ella a sus anchas. Y cabe el interrogante: ¿eso explica que hoy esté más fuerte que hace cuatro años?
Si Petro tiene casi seguro el cupo para segunda vuelta, o por lo menos tiene amplias posibilidades de llegar a ella, moderar sus posiciones le permitiría competir por votos progresistas y moderados que, en la elección definitiva, estarán buscando la alternativa menos insegura. A Petro, con tiquete prácticamente asegurado a la final, no le conviene gastar su capital político en llegar a ella. ¿Se convertiría en el derrotable de siempre en la segunda -y definitiva-? Por momentos el exalcalde ha dejado la sensación de que ha radicalizado su discurso cuando no lo necesita.
La campaña es larga y nada puede darse como un hecho desde ahora. Resta más de un año -13 meses- para la primera vuelta, y aunque varios nombres se han lanzado al ruedo, los próximos meses serán un período de depuración. Aunque Gustavo Petro, a la cabeza de la competencia, cuenta con cartas que muchos de sus competidores envidiarían, le falta una respuesta convincente para la pregunta clave: ¿cómo ser competitivo en la segunda vuelta? Y en especial: ¿cómo llegar a la final (segunda vuelta) con una reserva, si se ha gastado todo en el camino, con un discurso extremo y radical?
* Periodista y exministro.