‘Por congraciarse con el establecimiento, FARC se está distanciando de sus bases’: Benedicto González

El exguerrillero, quien se afianza como una de las fuerzas más críticas a la dirigencia del partido de la rosa, advierte que la colectividad reclama “un cambio de rumbo” y señala que la crisis en la dirección “se expresa en un descalabro político y organizativo”.

-Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)
27 de enero de 2020 - 07:05 p. m.
González, quien estuvo seis meses en la curul de Santrich, es el actual gerente de Ecomun, la cooperativa para la reincorporación de los excombatientes.  / Óscar Pérez/El Espectador - Referencia
González, quien estuvo seis meses en la curul de Santrich, es el actual gerente de Ecomun, la cooperativa para la reincorporación de los excombatientes. / Óscar Pérez/El Espectador - Referencia

Quizá la referencia más próxima que se tenga de Benedicto de Jesús González Montenegro sea su paso por el Congreso. Fue él quien a finales de 2018 y por seis meses, remplazó transitoriamente a Jesús Santrich en la Cámara, mientras se resolvía su proceso de extradición a Estados Unidos. Sin embargo, pasados seis meses, este excombatiente –quien otrora fue presidente del Sindicato de Servidores Públicos del Distrito de Barranquilla (Sindiba)– vuelve a figurar, pero esta vez como una voz crítica e incluso opositora de la actual dirigencia del partido FARC.

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¿La razón? Las afugias al interior de la colectividad, palpables en divisiones internas, decepciones electorales y más recientemente, la renuncia de figuras como la holandesa Tanja Nijmeijer y el exguerrillero Martín Batalla. Es este panorama el que inquieta a González y le ha permitido convertirse en una de las figuras más discrepantes del liderazgo que ejerce hoy Rodrigo Londoño, jefe del partido FARC.

En diálogo con este diario, González Montenegro detalla de las diferencias que tiene un sector de la colectividad con su dirigencia, niega que se esté gestando un partido paralelo y cuestiona la autoridad con la que Rodrigo Londoño ha encarado el mando de la organización.

¿Cuál es el descontento en el partido? ¿por qué persiste la sensación de que se están acentuando las diferencias?

Lo primero que hay que hacer es desmentir algunas cosas que se han querido imponer como mitos, como que exista una supuesta confrontación de FARC contra FARC. Validar esa tesis sería legitimar un proceso del que hemos venido siendo objeto: más de 180 excombatientes asesinados.

También hay que decir que no existe una clasificación entre amigos y defensores del Acuerdo de Paz, y enemigos y detractores del Acuerdo. No existe esa línea. Lo que hay aquí es –más que una división– una crisis en la dirección del partido.

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¿Fue por esa crisis que renunciaron Tanja Nijmeijer y Martín Batalla, o hay algo detrás más delicado?

Esa crisis en la dirección se expresa en un descalabro político y organizativo, evidente en casos como la renuncia de Tanja. Ese es un ejemplo reconocido porque ella es una figura visible, pero estamos hablando de centenares de integrantes que han dado un paso al costado en contravía de la conducción del partido.

Lo preocupante es que mientras lo garantes del proceso de paz y la comunidad internacional –especialmente la europea, que lo ha apoyado incondicionalmente–, ven estas renuncias con preocupación, así como las fallas en la implementación del Acuerdo, hay otras personas que lo ven con menosprecio, al punto de ridiculizarlo.

¿Lo que está viviendo la FARC son las controversias –apenas normales– de cualquier partido? ¿O lo que está atravesando es un descontento radical e irreconciliable?

Lo que habría que preguntarse es si existen al interior del partido las garantías y los mecanismos suficientes para dilucidar y resolver los debates. En toda colectividad se libran esos debates y surgen posiciones y visiones divergentes, pero tienen que haber suficientes espacios, mecanismos, ambientes y garantías para que esas divergencias se resuelvan en el sano debate. Para muchos militantes, la única puerta o ventana de escape que tienen es separarse del partido.

¿Esa ausencia de garantías es lo que está llevando a la gente a renunciar o hay algo más?

Es una de las causas. Otra es la desesperanza con relación a la implementación y a la falta de respuesta a una serie de promesas que están consignadas en el Acuerdo. De alguna manera, (hay la sensación de que) el liderazgo general del partido no tiene la disposición y capacidad para exigir el cumplimiento de esas promesas.

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¿Es cierto que próximamente, por el descontento que describe, vayan a renunciar 200 militantes de la FARC?

A la gente hay que convencerla y motivarla para que no se distancie, ni se retire. Me genera tristeza cuando compañeros de muchos años de lucha abandonan los espacios de militancia. Creo que lo que usted dice podría ser solamente un rumor y ojalá así sea. Confío en que no vaya a ocurrir.

Yo espero que la asamblea nacional que vamos a celebrar en abril se mantenga como el escenario y sirva para dar estos debates con garantías y que se permitan saldar algunas diferencias de visión y de opiniones que evidentemente existen.

Toda esta crisis, las renuncias, ¿son indicio de que se está gestando otro partido?

No estoy enterado. A mí nadie me lo ha propuesto y no vería en este momento condiciones para que alguien lidere una iniciativa así. 

¿Las dificultades se saldarían con la renuncia de Rodrigo Londoño?

Soy más amigo de un cambio de rumbo, más que de un cambio de personas. Aquí se necesita un cambio de concepción. No creo en el tema de individuos, sino que se retomen principios históricos que han sido dejados de lado y que precisamente por eso, estamos en una situación de crisis evidente.

¿A qué principios se refiere?

Nosotros hemos tenido, históricamente, una concepción frente al Estado diferente a la habitual y relacionada con la lucha de clases. Pero ahora, por ejemplo, se pretende mostrar una actitud de conciliación sin considerar que son visiones antagónicas. Mire no más el caso de las Fuerzas Militares.

Nuestra dirigencia ha expresado opiniones de beneplácito con la cúpula militar, como cuando en la plenaria del Senado –en la que se hicieron los ascensos del exgeneral Nicasio Martínez y otros– nuestro pronunciamiento fue avalando el mérito de militares que luego salieron cuestionados por chuzadas, falsos positivos y por corrupción al interior de las Fuerzas Militares.

Eso de alguna manera no cae bien entre las bases del partido, porque en aras de congraciarnos con el establecimiento y la clase política dirigente, terminamos distanciándonos de las bases.

Por -Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)

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