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Si ha habido un momento crítico para el gobierno de Iván Duque desde que se posesionó el 7 de agosto fue esta semana que acaba de terminar. El desplome de su popularidad al 27 % en la encuesta de Gallup; la fuerte división interna en el Centro Democrático, su partido; la reculada en un asunto tan polémico como gravar con IVA los productos de la canasta familiar; la escasa gobernabilidad con la que se mueve en el Congreso de la República y la infortunada frase del expresidente Álvaro Uribe, su mentor, respecto a la necesidad de que “enderece” el camino, fueron episodios con los que no esperó lidiar el nuevo jefe de Estado en sus primeros cien días de mandato.
La crisis fue resumida en tres palabras por el mismo expresidente y hoy senador Uribe: “Modificar, explicar, mejorar”. Un mensaje que arreció apenas el pasado viernes, cuando, a través de un comunicado, la bancada del uribismo en el Legislativo intentó —sin mayores frutos— mitigar la división que tienen al punto de hacer implosión. “Somos una colectividad que trabaja unida en pro de recuperar el rumbo del país y su institucionalidad. Tenemos la certeza de que el Gobierno no defraudará las expectativas ni los anhelos de los colombianos”. No obstante, este pronunciamiento tiene tanto de largo como de ancho.
En la tarde del pasado jueves, el presidente Duque —entre preocupado y alertado por quienes, en voz baja, lanzan críticas a diestra y siniestra en contra de su mandato—, convocó a los miembros del Centro Democrático a un almuerzo en la Casa de Nariño. “A pesar de que en el ambiente había tensión por el tema del IVA y los resultados de las encuestas sobre su popularidad, la reunión fue amena”, contó un militante del uribismo presente en ese encuentro. Señaló, además, que nadie fue capaz de decirle en la cara lo que piensa en privado, aunque “sí le reiteramos que este era su partido, que contara con nosotros, pero que nosotros también queríamos contar con él”.
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Eso, en pocas palabras, se traduce en el reiterado llamado del Centro Democrático al primer mandatario para que le dé la representación política regional que tanto pide. “Le dijimos al presidente que sabíamos de gente que, prácticamente siendo de oposición, tenía poderes regionales en entidades del Estado y que había necesidad de removerla. (Duque) Nos dijo que él sabía que eso era así, pero que había que hacerlo paulatinamente, que no podía llegar a cambiarlo todo en el Estado de inmediato y que, de todas maneras, había gente que podía seguir”, contó otro integrante de la bancada.
El representante Samuel Hoyos, de esa colectividad, coincide en que exigir representación no tiene nada que ver con la denominada ‘mermelada’. Según dijo a El Espectador, “una de las funciones de los partidos de gobierno es proveer los cargos del Estado cuando ganan elecciones y eso no está mal”.
Y aunque el tema sigue siendo objeto de debate interno, no fue el único que le tocaron al Presidente en el almuerzo. La principal preocupación de senadores y representantes del Centro Democrático es, según lo que creen, un deficiente manejo de la comunicación entre el Ejecutivo y el Legislativo.
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Se refieren, básicamente, a la ausencia ministerial en el Capitolio cuando se debaten temas de coyuntura promovidos por otros sectores y en los que el Gobierno no tiene liderazgo. Por ejemplo, expresaron su molestia con la ministra de Minas, María Fernanda Suárez, quien nunca apareció en la discusión que dio la Cámara sobre la reforma al Sistema General de Regalías que lideró la Alianza Verde. “Nunca apareció ni dijo nada”, comentó molesto un legislador uribista. “Y otro caso fue lo de ponerle IVA a la canasta familiar. Esa propuesta la debió haber consultado el Ministro de Hacienda con nosotros antes de hacerla pública. No es su obligación pero que no pretenda que la apoyemos y la aplaudamos si no nos dice nada”, señaló el congresista.
Un punto adicional que le comentaron al presidente Duque tiene que ver con su bandera de campaña. ¿Cuál? Precisamente, esa es la que aún no le conocen. Entre ellos, recordaron que la del expresidente Juan Manuel Santos fue la paz, que la de Uribe fue la seguridad democrática, pero que la suya aún no está muy clara. “Él intentó decir que no es publicista, que quiere es seguir ayudando a la gente, y la verdad es que a él no le gusta que le digan las cosas. Cree que tiene siempre la razón y cuando está tan joven, pues no siempre la tiene”, dijo otro militante del Centro Democrático.
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Lo cierto es que el principal reto que tiene Duque es tomar, él mismo, el timón para conducir el barco de su propio gobierno, porque en lo que sí coinciden tanto senadores como representantes del Centro Democrático —aunque públicamente lo nieguen— es que el mensaje del expresidente Uribe en el video publicado por Blu Radio, fue premeditado: “Necesitamos que Duque enderece, porque si Duque no endereza nos va muy mal”. Y él lo sabe, a pesar de que creyera que su mentor se refería a enderezar el camino de Colombia, que dejó maltrecho Santos. Pero si las cosas no cambian —como también lo tiene claro el jefe de Estado— será su propio partido el que termine convirtiéndose en su principal opositor.