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La orden a su bancada fue clara: evitar que se repita el episodio de la elección del magistrado de la Corte Constitucional Carlos Bernal, cuyo voto fue decisivo para cambiar las reglas del fast track. Eso explica, en gran parte, la presencia del presidente Juan Manuel Santos en la casa del senador del partido de la U Roy Barreras, la noche del pasado martes. El congresista convocó a una cena, entre otras, para indagar sobre cómo iba a votar la U en la elección de hoy, en el Senado.
“El presidente nos dijo que ya el Centro Democrático había optado por Álvaro Motta y que, entonces, había que elegir a alguno de los otros dos: o Diana Fajardo o Alejandro Ramelli, pero que la mejor opción era Fajardo”, dijo a El Espectador uno de los asistentes a la cita, refiriéndose a la elección del nuevo magistrado del alto tribunal, de la terna que envió la Corte Suprema de Justicia.
Por eso, la decisión de hoy es uno de los pulsos políticos más fuertes entre los del Sí y los del No en torno a lo pactado con las Farc. ¿Por qué? Porque la Unidad Nacional subestimó el pasado 3 de mayo la fuerza política opositora que representa el uribismo en el Congreso, junto a un equipo de parlamentarios “godos” quienes, al votar por Bernal, estaban dando un paso en firme para dejar “cojo” el procedimiento especial legislativo con el que se venía implementando la paz.
Y aunque la sentencia apoyada mayoritariamente por el alto tribunal no afecta en nada lo ya aprobado por el Congreso, muchos consideran que “la persona que llegue a la Corte debe ser independiente, pero, al mismo tiempo, comprometida con la defensa del proceso de paz y con un desarrollo riguroso del control de constitucionalidad, respetando el espíritu del acuerdo”, según expresó el senador Iván Cepeda, del Polo. Y según las cuentas, todo apunta a que la abogada y politóloga Diana Fajardo se convertirá en una ficha clave a favor de la paz dentro de la Corte.
Ayer, precisamente, fueron escuchados los ternados en el recinto del Senado, mientras que, en silencio, los partidos sumaban y restaban votos, así: los 21 congresistas de la U apoyarán a Diana Fajardo. “En este momento tan difícil no le vamos a dar la espalda”, señaló uno de sus miembros. Incluso Armando Benedetti, su codirector, se atrevió a decir que “sin Diana Fajardo, está en riesgo latente la paz”. Una afirmación que, como era de esperarse, despertó polémica hasta en su propio partido. Tanto así, que Mauricio Lizcano, presidente del Senado, advirtió que se actuará en libertad y “no bajo presión de las Farc”. Otros, en voz baja, calificaron de lamentables las declaraciones de Benedetti, pues, según dijeron, “dañaban la candidatura de Fajardo”.
El Partido Conservador está dividido. De los 18 congresistas, 10 tienen dudas de apoyar a Fajardo: Juan Diego Gómez, Fernando Tamayo, Nadya Blel, Luis Sierra, Yamina Pestana, Jorge Pedraza, Juan Manuel Corzo, Juan Merheg, Javier Delgado y Laureano Acuña. Fuentes consultadas por este diario afirman que se irían por Motta. Los otros ocho, liderados por Efraín Cepeda, sí apoya su candidatura.
El partido que podría hacerle contrapeso a esa postura es el Liberal. Son 17 senadores y apenas dos (Viviane Morales y Sofía Gaviria) no darán su voto a quien, se dice, es la candidata del Gobierno. Y en Cambio Radical Fajardo ya cuenta con el voto seguro de siete de sus nueve senadores. Por ahora, sólo Daira Galvis y Antonio Guerra no se definen.
Por cierto, ¿qué piensan de la paz los candidatos? Fajardo admitió que es exagerada la postura de la Corte de usar la teoría de la sustitución de la Constitución para tumbar aspectos claves del fast track. “Hubo un exceso, y ese es un tema que la Corte debe revisar”, dijo. Alejandro Ramelli, quien de momento cuenta con un apoyo paupérrimo, se limitó a decir que el país no hará un tránsito real hacia la paz si no se cumplían condiciones mínimas de respeto para garantizar la reparación a las víctimas del conflicto armado. Y exigió una Jurisdicción Especial de Paz transitoria y castigo para quienes hayan cometido crímenes de lesa humanidad. Finalmente, Álvaro Motta, el candidato del uribismo, que se dedicó a evadir en la audiencia de ayer preguntas relacionadas con el acuerdo de paz, negó tener padrino político: “Tampoco tengo contactos con un exprocurador general y no vengo avalado por nadie”, dijo.