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El proyecto de ley que busca crear una sala especial para juzgar a los uniformados involucrados en graves crímenes en el marco del conflicto ha desatado un pulso político tan fuerte que recuerda los días de la renegociación política del Acuerdo de Paz, luego de que el No ganara el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Y es que ha sido tan fuerte el debate y reñidas las votaciones en Comisión Primera de Sanado que el propio expresidente Álvaro Uribe ha tenido que intervenir para tratar de salvar la iniciativa, así como también dicen que el expresidente César Gaviria, director único del Partido Liberal, ha seguido paso a paso este debate.
Y es que desde que se inició el gobierno de Iván Duque, en el Congreso no ha habido un debate más complejo que el que tiene lugar desde el martes pasado en la Comisión Primera de Senado. Se han necesitado de cinco sesiones en las que, por momentos, el Centro Democrático ha tenido las mayorías y, repentinamente, las pierde para darles la ventaja a los opositores del proyecto. Fuertes enfrentamientos, presencia de congresistas de todas las comisiones y ambiente de máxima tensión registraron los medios de comunicación en el trámite de esta iniciativa.
El debate de ayer empezó muy temprano con la ventaja del gobierno. No se había registrado la asistencia de los senadores Gustavo Petro ni Rodrigo Lara, por lo que el Ejecutivo se afanó a votar dos artículos. Sobre las 10:30 de la mañana, las fuerzas opositoras reordenaron las cargas, con la llegada del exalcalde y el parlamentario de Cambio Radical, y se apresuraron a votar el hundimiento de tres artículos. Todo estaba dado para declarar la muerte del proyecto de reforma constitucional, pero algo inédito ocurrió en el momento en que el grupo de senadores que se oponen a la iniciativa contaban la ventaja.
Sorpresivamente, el asesor del expresidente Álvaro Uribe se hizo presente en la Comisión y empezó a rondar al trío de senadores liberales (Luis Fernando Velasco, Miguel Ángel Pinto y Fabio Amín). Y fue tan evidente que una llamada había roto la dinámica de la sala que Velasco tomó la palabra para hacer una confesión: “Un hecho inédito acaba de ocurrir. El expresidente Álvaro Uribe me ha llamado para solicitarme que declaremos un receso mientras él llega a la comisión para exponer su punto de vista y defender la iniciativa”. Los senadores Lara y Roy Barreras protestaron por la propuesta y pedían continuar con la votación, pero la presencia de Uribe fue tan fuerte, aún por teléfono, que los liberales y el senador Iván Name (Alianza Verde) se sumaron a la propuesta de declarar un receso.
Mientras reclamaban los parlamentarios de la antigua unidad nacional, a excepción del senador Armando Benedetti, quien desde el lunes cambió al bando del uribismo, el expresidente Uribe se afanó para hacerse presente en la Comisión aprovechando las ventajas que le ha dado el presidente de la corporación, el senador conservador Eduardo Enríquez Maya, quien ha presidido esta sesión con un evidente sesgo gobiernista: dirigiendo con afán cuando el Ejecutivo ha contado con los votos y retrasando el debate cuando los opositores han sido mayoría.
Uribe pidió la palabra y, por casi 20 minutos, defendió la iniciativa con los mismos argumentos con que defendió el No hace dos años: que la seguridad jurídica de los uniformados, que los igualaron al terrorismo, que los juzgará la izquierda. Y un nuevo argumento: los obligan a declararse culpables para conseguir la libertad, por lo que se corre el riesgo de que hablen más de los que saben y se desinstitucionalice la Fuerza Pública.
La respuesta vino de parte de Roy Barreras que, retomando un aparte en que Uribe sostuvo que como presidente y comandante de las Fuerzas Armadas se le ha querido responsabilizar de los falsos positivos, le pidió al jefe natural del Centro Democrático que se apartara de la discusión, pues podía resultar recusado en otros debates sobre la materia, puesto que él mismo estaba declarando lo que podría ser un impedimento. Uribe le contestó que una cosa eran los debates jurídicos y otros los políticos, y que el Congreso era un escenario de debate político. Y en este escenario el expresidente planteó la necesidad de llegar a un acuerdo para salvar la iniciativa y propuso que se retirarán a un lugar privado para buscar coincidencias. La negativa de Barreras, Lara, Petro, Angélica Lozano y Alexander López no fue suficiente. El presidente Enríquez declaró un receso de dos horas y la Comisión Primera se trasladó a la presidencia del Senado para debatir a puerta cerrada.
En esas duraron más de cinco hora. Algunas fotografías de la reunión mostraron que por primera vez, cosa que no ocurrió en la renegociación del Acuerdo de Paz el expresidente Uribe pulseó directamente con miembros de la FARC para modificar algunos elementos de la JEP. Sin embargo, de la reunión a puerta cerrada salían versiones contradictorias. Los miembros de la bancada de Gobierno aseguraban que el acuerdo estaba cocinado, mientras los opositores a la iniciativa fueron tajantes en que no había acuerdo posible. Trascendió que la propuesta de Uribe era la de impulsar un proyecto con un solo artículo en el que se creara la sala o hasta se fortaleciera la existente –con nuevos magistrados- y que una ley estatutaria reglamentara los detalles que serían motivo de otro proyecto. Pedía, eso sí, sanciones más duras para los miembros de la Fuerza Pública involucradas en graves crímenes, lo que, a juicio de Barreras, sólo busca desincentivar el aporte de la verdad porque nadie se va a declararse culpable o acusar a un superior cuando lo que le espera es una condena con barrotes.
Los opositores pedían a cambio que no fuera una sala nueva sino que el Centro Democrático reconociera el sistema de justicia para la paz y ayudara a fortalecerlo y además, le solicitaba el compromiso de que se pactara un artículo que n fuera a ser modificado durante el trámite de la iniciativa del Congreso, a lo que Uribe se negó rotundamente. Al final la sesión de la Comisión Primera se levantó, la reunión se extendió sobre las 8:30 de la noche y sus protagonistas se retiraron sin acuerdo y tomando fuerzas para el debate de hoy, que desde ya promete ser la batalla final. Eso sí, gobiernistas y opositores son coincidentes de que el proyecto está muerto políticamente, pues necesitarían un milagro en el calendario para las semanas fueran de nueve días, así llegar al sábado 15 de diciembre con un texto aprobado en cuatro debates.