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En total, 875.437 mujeres fueron víctimas directas de algún tipo de violencia sexual durante el período 2010-2015, lo que significa que anualmente, en promedio, lo fueron 145.906: 12.158 cada mes, 400 cada día y 16 cada hora. Esto permite concluir que la violencia sexual contra las mujeres constituye una práctica habitual y frecuente en el marco del conflicto armado y puede ser calificada como generalizada.
Estas son las cifras que arrojó la Encuesta de Prevalencia de Violencia Sexual contra las Mujeres en el Contexto del Conflicto Armado Colombiano, realizada por 13 organizaciones de mujeres, mixtas, feministas, víctimas y de derechos humanos, realizada en 142 municipios de 29 departamentos del país con presencia de Fuerza Pública, guerrillas, paramilitarismo y bacrim.
Los resultados de la encuesta son representativos para mujeres entre 15 y 44 años y están basados en ocho tipos de violencia sexual: la violación, la prostitución, el embarazo, el aborto y la esterilización forzada, así como el acoso sexual, los servicios domésticos forzados y la regulación de la vida social y afectiva.
Otros datos muestran que, de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, el 16,7 % lo ha sido por violación y 45,2 % dice haber sido víctima de acoso. Ciudades como Medellín, Buenaventura y Bogotá tienen una prevalencia del delito por encima del 30 % y las mujeres negras de entre 15 y 24 años, de estrato socioeconómico uno, son las más expuestas a ser víctimas.
El estudio señala que es necesario y urgente fortalecer la institucionalidad con responsabilidades en prevención, protección, investigación, sanción y garantías de no repetición para las mujeres víctimas de violencia sexual. Asimismo considera que el sistema judicial debe hacer efectivo el derecho de las mujeres a una justicia pronta y eficaz, que permita superar los obstáculos que deben enfrentar.
Y en el marco del posacuerdo y de la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc, pide garantizar a las mujeres víctimas su derecho a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, creando mecanismos expeditos que consulten sus realidades y necesidades.