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América Latina es una de las regiones con más biodiversidad del mundo, que alberga el 40 %. Además, cuenta con seis de los 17 países megadiversos, de acuerdo con datos de la Cepal. Pese a su riqueza ambiental, enfrenta diferentes fenómenos, como la deforestación. Según un informe de Latinoamérica Sostenible, publicado en 2020, la tasa de deforestación en la región es tres veces mayor que el promedio mundial.
Para enfrentar desafíos como la deforestación, la contaminación o la agricultura extensiva se han adelantado varios proyectos en la región, y uno de ellos es liderado por la Unión Europea. Florence Van Houtte, es la encargada de la cooperación en materia ambiental, biodiversidad y bosques en América Latina. “Mi papel es identificar las iniciativas para apoyarlas y ver cómo usar las herramientas que tenemos para respaldarlos”, dice.
Van Houtte recalca que Colombia es uno de los países más activos en el tema ambiental. “Podemos intercambiar muchos conocimientos, hay muchas ideas para avanzar en el tema ambiental y muchos actores con quienes implementarlas. Uno de los países más interesantes es Colombia”, añade. Una de las iniciativas que más le llaman la atención es la de las ciudades sostenibles, que está incluida en el Plan de Acción Nacional para la Economía Circular.
¿En qué consiste su trabajo en la sede de la Unión Europea en Bruselas y por qué se debe encargar de los temas ambientales de América Latina?
Desde la sede de la Comisión Europea en Bruselas hay una dirección general de cooperación internacional, allí estoy a cargo de la cooperación en materia ambiental, biodiversidad y bosques, focalizándome sobre América Latina. Mi rol consiste en tener interacciones con los colegas de la Unión Europea en los países latinoamericanos para apoyar y asegurarnos de que toda la cooperación que tenemos sea positiva desde el punto de vista ambiental. Además, que esos proyectos ambientales sean en temas de conservación, de agricultura sostenible o de colaboración con el sector privado para limitar la deforestación o también el tema de los ambientes marinos. Mi papel es identificar las iniciativas para apoyarlas y ver cómo usar las herramientas que tenemos para respaldarlos. Colombia es uno de los países más activos en el tema ambiental. Podemos intercambiar muchos conocimientos, hay muchas ideas para avanzar en el tema ambiental y muchos actores con quien implementarlas. Uno de los países más interesantes es Colombia.
A escala regional, ¿Colombia cómo está en el tema ambiental?
Colombia es de los países más avanzados en temas ambientales. Es un país con muchos desafíos en términos de deforestación, de justicia ambiental, sostenibilidad de las ciudades, y a eso se le suma la complejidad de tener todos estos ecosistemas, como el caribeño, alto andino o amazónico. Unos factores que lo hacen un terreno complejo. Sin embargo, para mí es de los países que quieren avanzar, y se ve que tiene un liderazgo en la región. Por ejemplo, en la región amazónica, donde hay otros países que son más complicados y que socavan la sostenibilidad del ecosistema amazónico, en Colombia se ve que hay la voluntad política, de tener una agenda constructiva con los países vecinos, países tan distintos como Guyana, Brasil o Bolivia. Colombia es un país muy proactivo, muy interesante y con mayores modelos innovadores en temas ambientales. Siempre le pido a Johny Ariza, oficial de cooperación en Colombia, que venga a hablar de programas como Herencia Colombia, es el mejor ejemplo de cómo innovar y cómo financiar para la conservación. Herencia Colombia contribuye a alcanzar las metas internacionales que Colombia se ha trazado para conservar y aumentar sus áreas protegidas y garantizar su integración en paisajes y sectores, por medio de la implementación de un modelo de financiamiento a largo plazo para el Sistema Nacional de Áreas
Además de Herencia Colombia, ¿cuál es el proyecto de los que se está desarrollando en Colombia que más le llama la atención?
El tema de ciudades sostenibles, que está incluido en el Plan de Acción Nacional para la Economía Circular. Busca que las empresas y/o los consumidores estén conscientes de que sus decisiones en materia de producción y de consumo son estas y que tienen el mayor efecto sobre el medio ambiente. No se logrará mantener los ecosistemas si realmente los productores y los consumidores no cambian sus modos de funcionar. El plan de acción de economía circular es muy importante, muy innovador. Tiene como objetivo promover el emprendimiento, la generación de valor agregado y la atracción de la inversión como resultado de nuevas formas de producción, consumo y aprovechamiento de desechos
La deforestación es uno de los principales fenómenos que enfrenta la región. ¿Cuáles son las otras problemáticas ambientales a las que toca prestar atención?
La deforestación vinculada a la sostenibilidad de la producción agrícola. Diría que es más el cambio del uso de suelos. Realmente ya son pocos los espacios naturales donde las poblaciones silvestres pueden mantenerse con un nivel viable, realmente debemos prestar atención al mantenimiento de áreas naturales del tamaño suficiente o que tengan corredores de conectividad entre los hábitats naturales. Eso también tiene un vínculo con la restauración de bosques y de otros ecosistemas como los humedales o los ríos. Otro de los temas que veo relevante es el del abastecimiento de agua en las ciudades.
Ya son varias ciudades en las que está escaseando el agua, incluso en Wall Street ya empezó a cotizarse. ¿Cómo es el panorama en América Latina?
Ya son muchas ciudades en América Latina que tienen un problema real en materia de abastecimiento de agua, especialmente en los veranos secos. Tú ves las ciudades de la Costa Pacífica que dependen de los glaciares andinos para su alimentación, y ya casi no hay glaciares andinos. Debemos trabajar sobre soluciones alternativas. Por ejemplo, en las ciudades de la cuenca del río de la Plata necesitan que el acuífero Guaraní, el Pantanal y el río Paraguay se mantengan en el tiempo, es decir, que la cobertura vegetal todavía se mantenga o ves las ciudades de las islas caribeñas que tienen una población densa deben hacer una gestión muy cautelosa del ecosistema. La solución no es construir más canales, más acueductos o más pozos, es conservar los humedales y los acuíferos gracias al mantenimiento de cuencas con cobertura boscosa, etc. Ese tema de agua para las ciudades es muy importante, muy critico y creo que va a causar muchos daños, pobreza y problemas socioeconómicos si no lo abordamos bien. En este tema es interesante trabajar con ciudades individuales porque aunque no se hagan nada a nivel nacional o no se haga lo suficiente, medidas a nivel local pueden tener un gran impacto.
¿Ya hay proyectos en marcha sobre este tema del agua?
Buscamos apoyar la visión holística de la gestión del agua, de ya no estar solamente Water, Sanitation and Hygiene (WASH) desde el punto de vista del consumo humano, queremos abordar el agua desde el punto de vista holístico de la cuenca y donde pensamos podemos apoyar. Mi trabajo desde la sede es la lógica transfronteriza, muchas cuencas son transfronterizas y entonces hay que ver cómo fomentar la colaboración y los programas relacionados con la eficiencia del uso del agua. Y volvemos un poco a la economía circular, es decir, cuando un recurso natural entra al circuito productivo y que salga lo más tarde posible. Ahí se puede ganar mucho en eficiencia de agua. Además apoyar en todo lo que es financiamiento y adaptación al cambio climático, enfocar ese tema del agua como una de las prioridades de adaptación en materia de cambio climático.
En algunos de los países de Europa ya emplean la economía circular, ¿cómo está América Latina en la implementación?
No muchos tienen la conciencia del vínculo entre el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental. Con el COVID-19 se generaron reacciones casi opuestas. Algunos te dirán que con los recursos que hemos tenido que gastar con la pandemia, con los problemas y el sufrimiento que ha causado la crisis económica, el tema ambiental será para después y que no es lo más urgente. Pero, en otros casos, está la reacción de ver que nuestros modelos de producción y de consumo no son sostenibles y el COVID-19 lo evidenció, estamos muy vulnerables a cualquier perturbación en los flujos de comercio internacional, en la invasión a los ecosistemas naturales que nos ponen en contacto con nuevos virus. Ahí es la oportunidad de construir y de reorientar el modelo económico. Diría que hay que vincular la economía y la sostenibilidad ambiental, que sean como se dice coloquialmente en Colombia, como uña y mugre. Creo que la consciencia en Latinoamérica de este vínculo falta todavía, debemos trabajar sobre el entendimiento de la gente, que no es una cosa de la persona que le gusta la abejita o la ranita, es una necesidad vital para el desarrollo socioeconómico humano.
¿Cuál es ese mensaje para que estemos más atentos a los temas ambientales y no tengamos que en un futuro enfrentarnos a algún desastre?
El tema, justamente, es darnos cuenta hasta qué punto el bienestar humano depende del bienestar de la naturaleza. Si estamos constantemente entrando en el poco espacio natural que queda, con las crianzas intensivas que favorecen el desarrollo y el tráfico de vida silvestre, seguiremos estando vulnerables y en contacto con virus que aún no conocemos. La crisis del COVID-19 ha cambiado un poco los modos de producción, por ejemplo, el hecho de que todo el mundo esté teletrabajando y que al final funcione bastante bien nos va a hacer pensar un antes y un después en nuestros modos de funcionar y en nuestro relacionamiento con la naturaleza.