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El jueves 1 de noviembre, en horas de la tarde, se celebró un cumpleaños inusual. Con una gran torta varias organizaciones se unieron para conmemorar tres años del inicio de un proceso que aún no ha llegado a buen término: el intento por bajar los precios de los medicamentos para la hepatitis C. (Lea "En medicamentos no ha habido una presión equivalente ala que ha sufrido Colombia")
La historia ya ha sido contada en varias oportunidades por este diario: en octubre de 2015, Francisco Rossi, director de la Fundación Ifarma, radicó ante el Ministerio de Salud una solicitud para que esta entidad declarara como de interés público 13 medicamentos usados para tratar la hepatitis C. La idea era que, tras tomarse esa decisión, se otorgara una licencia obligatoria. Eso, en pocas palabras, permitiría que las compañías que hoy tienen las patentes de esos medicamentos dejaran de tener el derecho exclusivo para comercializarlos. Así podrían bajar los precios. (Lea Las normas que la industria farmacéutica quiere que derogue el nuevo Ministro de Salud)
Esa cartera, entonces liderada por Alejandro Gaviria, había publicado una resolución a finales de diciembre de 2017 en la que indicaba que empezaría a estudiar si había o no razones suficientes para tomar esa decisión. Pero dentro de poco se cumplirá un año de la emisión de ese documento y, hasta el momento, el proceso está detenido. (Lea: Estos son los medicamentos más caros y más vendidos en Colombia)
Por eso, miembros de la Fundación Ifarma y de la iniciativa Regálate un Minuto, que promueven el acceso a estos medicamentos, decidieron llevar a cabo un acto simbólico: partir un ponqué para celebrar que aún el Ministerio de Salud no ha resuelto ese proceso.
La discusión, sin embargo, es mucho más compleja. Ante los altos precios con los que estaban siendo comercializados estos tratamientos, el Minsalud había logrado llegar a una negociación con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para adquirirlos a un costo menor. Un ejemplo es el Harvoni (combinación de sofosbuvir y ledispavir). Producido por Gilead, bajó de $114,3 millones a $23,5 millones. Otro es la combinación de Daklinza (producidos por Bristol-Myers Squibb) y sofosbuvir. Su precio pasó de $137,2 millones a $29 millones.
Afidro, la asociación que reúne a las multinacionales farmacéuticas, cree que, bajo esas condiciones, ya no hay razones para admitir la declaratoria de interés público. Así se lo habían hecho saber a Juan Pablo Uribe, hoy ministro de Salud, en una carta enviada la primera semana al frente de ese cargo.
Gustavo Morales, presidente de Afidro y quien será ahora presidente de Acemi (la asociación de las EPS), le pedía que archivara esa iniciativa.
Rossi sabe que la reducción de precios que logró el Minsalud fue un gran logro, pero tiene un punto a su favor: “Estamos trayendo esos medicamentos a ese nuevo precio solo para el régimen contributivo, lo cual es vergonzoso porque la mayor parte de los pacientes están en el régimen subsidiado. Eso tendrían que pagarlo las gobernaciones, pero no lo hacen y mucha gente se queda sin recibir sus tratamientos”, dice. “Así que estamos esperando que el Ministerio resuelva esa situación”.
Su segundo argumento es que, según él, este tipo de medicamentos ya se pueden conseguir en el mercado internacional de genéricos a un precio mucho menor. “Hay grupos de pacientes que están haciendo importaciones por solo US$ 90. ¿Eso no mejoraría el acceso?”, se pregunta.
Pero, ¿por qué esta discusión en torno a la hepatitis C se ha vuelto tan trascendental en los últimos años? Los motivos son varios. Por un lado, como muestran los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 71 millones de personas desarrollan infecciones crónicas debido a este mal. En Colombia la cifra no es precisa, pero es posible que afecte a cerca de 400 mil pacientes.
Por otro lado, estos nuevos medicamentos han significado una verdadera revolución. Llamados en el argot farmacéutico Antivirales de acción directa (ADD), lograron lo que parecía imposible: curar más del 95% de las infecciones.
Pero al tiempo que se abrieron caminos para detener el virus, empezaron a aparecer las barreras. Muchos no lograban acceder a los tratamientos por sus altos precios. Una de las píldoras esenciales, el sofosbuvir, de Gilead, tuvo un costo inicial de mil dólares. Entonces, el tratamiento total alcanzaba los $100 millones. En EE. UU. Se aproximaba a los US $84.000 y en Francia a los US$75.000.