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El extraño caso de un paciente que se curó de un linfoma gracias al coronavirus

Los médicos británicos que reportaron el caso creen que la respuesta inmunológica frente al SARS-CoV-2 terminó ayudando a que su cuerpo combatiera el cáncer.

24 de enero de 2021 - 04:04 p. m.
Imagen tomográfica del paciente de 61 años que se curó de un linfoma de Hogkin presentada en la revista British Journal of Haemathology.
Imagen tomográfica del paciente de 61 años que se curó de un linfoma de Hogkin presentada en la revista British Journal of Haemathology.
Foto: British Journal of Haemathology

Sarah Challenor y David Tucker, ambos especialistas del departamento de Hematología del Hospital Royal Cornwall en el Reino Unido, reportaron la historia de un paciente que después de sufrir la infección por coronavirus fue testigo de una sorpresa: el linfoma de Hodgkin que le había sido diagnosticado semanas antes desapareció repentinamente.

El caso, presentado por los dos especialistas en la revista British Journal of Haemathology, corresponde a un hombre de 61 años que llegó a este hospital con síntomas de adelgazamiento progresivo y masas palpables en diferentes partes de su cuerpo. El paciente además estaba en un proceso de diálisis porque sufría problemas renales.

Tras tomarle una biopsia en uno de los ganglios inflamados, los médicos tratantes no tuvieron dudas del diagnóstico. Se trataba de un linfoma de Hodgkin. Según la Sociedad Americana de Cáncer, los linfomas son cánceres que comienzan en los glóbulos blancos llamados linfocitos. Su caso estaba en el estadio III de gravedad, es decir, que su cáncer se encontraba bastante extendido por el cuerpo abarcando áreas de ganglios linfáticos a ambos lados del diafragma, tanto arriba como abajo del diafragma.

De acuerdo con el reporte, “poco después del diagnóstico ingresó con dificultad para respirar y sibilancias y se le diagnosticó neumonía por SARS-CoV-2. Después de 11 días de recibir la mejor atención médica de apoyo en la sala, fue dado de alta para convalecer en su casa”.

La sorpresa de los médicos que lo trataron se dió cuatro meses después cuando el paciente regresó a consulta médica y los ganglios inflamados habían disminuido de forma drástica.

La hipótesis lanzada por los especialistas es que “que la infección por SARS-CoV-2 desencadenó una respuesta inmunitaria antitumoral, como se ha descrito con otras infecciones en el contexto de linfoma no Hodgkin de alto grado”.

La historia de la medicina está llena de ejemplos similares. Ya desde finales del siglo XIX, el médico William Coley en Nueva York había notado que algunos pacientes con cáncer que sufrían infecciones tenían un mejor pronóstico. Esas observaciones y algunos experimentos iniciales abrieron toda una nueva senda en la medicina.

Por ejemplo, a comienzos del siglo XX, antes de que los antibióticos se asomaran en los botiquines médicos, se intentaba tratar a los pacientes que padecían sífilis contagiándolos con el parásito de la malaria. Gracias a la existencia de la quinina para tratar la malaria, algunos pacientes lograban mejorar simultáneamente de ambas enfermedades.

Recientemente el cáncer de vejiga ha sido tratado con extractos de la misma bacteria con la que se fabrica la vacuna contra la tuberculosis. La lógica es la misma: estimular el sistema inmune para que enfrente un problema puede ayudar a que de manera colateral se resuelva otro.

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