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"En realidad me decepciona que ella no tenga la oportunidad de infectarse con la varicela y otras enfermedades que fortalecerían su cuerpo en el futuro. Esa es nuestra principal razón" para rechazar las vacunas, dice en una entrevista a la AFP.
Joe Accurso y su esposa Cathy, una fisioterapeuta, forman parte de un grupo minoritario en Estados Unidos que reivindica la posibilidad de escoger en materia de vacunación.
Estos padres, muchos de los cuales son blancos, con educación universitaria y de clase media alta, eligen entonces no inmunizar a sus hijos contra enfermedades que en el pasado han sido responsables de millones de muertes infantiles al año alrededor del mundo.
Para ellos, esas infecciones no son tan terribles comparadas con los peligros de las vacunas que, dicen, están siendo escondidos del público en nombre de las ganancias de los laboratorios farmacéuticos, una creencia compartida por millones de personas en el mundo desarrollado.
Esos padres también son influenciados por supuestos denunciantes en la industria médica que afirman que los datos sobre la efectividad de las vacunas han sido manipulados, que hay un aumento en el número de casos de niños negativamente afectados por la vacunación y que ingredientes dudosos han sido ocultados.
Alimentados por esta desconfianza en la comunidad médica, más de siete millones de estadounidenses siguen varios sitios de Facebook que cuestionan las vacunas, escribió en diciembre Richard Stein, médico cardiólogo de la universidad de Nueva York, en la revista médica Germs.
"Las teorías de la conspiración en las redes sociales abundan y prosperan, regocijándose de su edad dorada", denunció.
Resurgimiento del sarampión
El sarampión endémico fue erradicado de Estados Unidos en 2000 y en todo el país solo 2% de los niños en edad preescolar no han sido vacunados en los últimos dos años, según los Centros de control y prevención de enfermedades (CDC).
Pero el peligro proviene de enclaves de la población no vacunados que crean zonas en las que se pierde el efecto de la inmunidad colectiva.
En Minnesota, por ejemplo, la tasa de vacunación de niños contra el sarampión, las paperas y la rubéola en la comunidad somalí cayó a 42% en 2014, de 92% en 2004.
Los militantes antivacunas "predican sobre todo en poblaciones vulnerables" como ésta, explica Peter Hotez, director del centro de vacunación del hospital de niños de Texas.
"Uno de los falsos principios centrales del movimiento antivacuna es afirmar que el sarampión es una enfermedad benigna e incluso beneficiosa", dice a la AFP.
Esas ideas son "deliberadamente engañosas y falsas" y tienen consecuencias muy reales, añade el médico.
El sarampión puede provocar pérdida de audición, ceguera, inflamación del cerebro y neumonía. El CDC dice que de cada mil niños infectados, uno o dos morirán.
En Estados Unidos, entre las recientes epidemias de sarampión figura una en la comunidad Amish en Ohio en 2014 con 383 casos. En 2015, 118 personas fueron infectadas en todo el país y las autoridades sanitarias piensan que la infección se originó con un visitante enfermo al parque de diversiones de Disneylandia en California.
"Estándar diferente"
Las redes sociales pueden estar perpetuando el movimiento antivacunas, dice la investigadora australiana Naomi Smith.
Smith acaba de terminar un estudio de tres años sobre como Facebook parece haber creado una "burbuja" que con frecuencia lleva a los escépticos de las vacunas a ver sus ideas reforzadas en las páginas que siguen.
Y muestran resistencia. Aquellos fuertemente hostiles a las vacunas suelen creer en los testimonios personales y "usan un estándar diferente de la evidencia a la que usa la comunidad médica", explica a la AFP.
Para encontrar una solución, Hotez sugiere una mayor compromiso público de los científicos y médicos. Además, dice, habría que abordar las legislaciones: 18 estados en Estados Unidos aún permiten la opción de no vacunar a los hijos por razones personales o morales y casi todos permiten excepciones por razones religiosas, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales.
Tras la epidemia de sarampión en Disneylandia, California modificó sus leyes, y desde entonces solo razones médicas pueden permitir la excepción de vacunación para niños escolarizados, y las vacunaciones aumentaron.
Esas medidas deben ser copiadas y ampliadas, cree Hotez: el movimiento antivacuna "ya no es simplemente una pequeña secta sino un movimiento bien organizado que debe ser enfrentado frontalmente".