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La epidemia de COVID-19 continúa siendo un importante desafío de salud pública en el 2021 como resultado tanto de las variantes conocidas del coronavirus como de los nuevos linajes detectados en Reino Unido y Sudáfrica. Sin embargo, antes de inquietarse por la posibilidad de que sean identificadas en Colombia, hay algunos puntos que pueden ayudar a comprender mejor qué está sucediendo y qué podemos hacer al respecto.
Lo primero que hay que decir es que ya existe un conjunto de estudios (aún no revisados por pares) que proporcionan evidencia de que el linaje británico (llamado B.1.1.7) es más transmisible. ¿Por qué esto es importante? Porque una variante 50 % más transmisible puede ser más problemática que una variante 50 % más letal cuando se trata del número de hospitalizaciones y muertes que ocurren en un lapso determinado. Esto en matemáticas simples se ilustra en el siguiente esquema:
Por tanto, el aumento de muertes debido al crecimiento exponencial de la transmisión sería mucho mayor que si ocurriera un aumento en la letalidad. Una mayor transmisibilidad conlleva más hospitalizaciones en un período menor de tiempo y puede llegar a superar la capacidad de nuestro sistema de salud. Afortunadamente no existe evidencia de que el linaje B.1.1.7. conlleve una mayor letalidad, pues, en conjunto, las dos situaciones serían catastróficas.
Es importante entender que una mayor transmisibilidad no significa que el virus ha cambiado la forma en que se transmite; el B.1.1.7 simplemente lo hace mejor. ¿Y qué significa esto para nosotros? Que debemos reducir nuestros contactos (mantener el distanciamiento físico) y mejorar nuestra adopción de medidas destinadas a desacelerar la propagación (uso de mascarilla, lavado de manos, desinfección, etc.). En caso contrario, corremos el riesgo de retrasar el control y poner en peligro nuestra salud y la de los demás.
La aparición de una nueva variante con mayor transmisibilidad no es una situación sin precedentes. De hecho, ya antes se había documentado que la presencia de la mutación D614G confiere mayor transmisibilidad al virus. La primera variante con D614G se documentó en febrero de 2020 y desde entonces se volvió la variante dominante en el mundo. No obstante, el efecto es más significativo con las dos variantes en cuestión.
El problema adicional con las dos nuevas variantes es que han acumulado más mutaciones de las esperadas (esperamos una o dos mutaciones por mes en cada cadena de transmisión exitosa). Además, algunas de estas mutaciones ocurren en sitios claves que pueden afectar el efecto de algunas vacunas. Por tanto, una transmisión elevada y descontrolada le da tiempo y espacio al virus de continuar cambiando. Esto facilita la adaptación del virus a nuevas circunstancias, disminuyendo así la oportunidad de alcanzar un control adecuado vía vacunación. Respecto a esto ya hay estudios en curso sobre el posible efecto de estas mutaciones en las vacunas actuales.
Uno de los puntos que se han discutido tiene que ver con si el aumento repentino del B.1.1.7 es lo que llamamos un “efecto fundador”; es decir, una variante que por azar se encontró con las condiciones adecuadas para una elevada propagación. Eso, por ejemplo, parece que fue lo que sucedió en el caso de la variante con la mutación A222V en España por las vacaciones de verano. Pero este “efecto fundador” parece improbable. ¿La razón? Había otros linajes en mayor proporción cuando el B.1.1.7 comenzó a predominar. De manera que se conjetura que esta variante podría ser la razón del aumento en la incidencia de casos en Inglaterra.
El estudio del Centro de Modelado Matemático de Enfermedades Infecciosas (CMMID por su sigla en inglés) de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM por su sigla en inglés) muestra que la movilidad y el número de contactos no aumentaron en las regiones afectadas en el Reino Unido. Esto sugiere que el aumento de casos se debe a propiedades intrínsecas de la variante y no a un incremento en el número de contactos. El estudio usó cuatro escenarios en los cuales se probaron (usando modelos matemáticos) variantes con propiedades distintas: 1) Mayor transmisibilidad. 2) Escape inmunológico (es decir, cuando la inmunidad previa no protege completamente contra reinfección). 3) Mayor susceptibilidad en menores de veinte años. 4) Menor tiempo entre infección y transmisión.
Si bien el modelo de “escape inmunológico” parece encajar bien, el modelo que mejor explica las observaciones epidemiológicas fue el de “mayor transmisibilidad”. El estudio del CMMID estima que el B.1.1.7 es un 56 % (50-74 %) más transmisible (Puede consultar más detalles aquí). Esto sugiere, por ahora, que las vacunas pueden seguir siendo eficaces, pero eso no quiere decir que podemos bajar la guardia. Las vacunas son solo un (gran) paso para el control. Todas las demás medidas continúan siendo importantes para evitar que el virus continúe propagándose y cambiando.
Por otro lado, el estudio del Laboratorio Europeo de Biología Molecular del Instituto Europeo de Bioinformática (EMBL-EBI) muestra que el número promedio de casos nuevos que genera un caso fue elevado para B.1.1.7 y, al mismo tiempo, este valor disminuye para otros linajes durante el confinamiento en la mayoría de las regiones en Inglaterra.
Finalmente, el estudio del Centro para el Análisis Global de Enfermedades Infecciosas del Imperial College, que usó datos genómicos, muestra que la diversidad genética del B.1.1.7 está cambiando de manera consistente con un crecimiento exponencial. El estudio también descarta la hipótesis de que el aumento de la incidencia se debe únicamente a un menor tiempo entre infección y transmisión. El estudio sugiere un aumento del número promedio de casos nuevos, que osciló entre 0,4 y 0,7. Así mismo, el documento también apunta un cambio en la composición por edad de los casos notificados, con una mayor proporción de menores de veinte años entre los casos notificados con B.1.1.7 comparado con otros linajes. (Puede encontrar más detalles en este vínculo). Sin embargo, las consecuencias para los niños es otro asunto que se debe estudiar con más profundidad.
Pero, ¿qué significan todos estos estudios? En pocas palabras, que el aumento masivo de casos y hospitalizaciones en el Reino Unido es, en gran medida, una consecuencia de la aparición y propagación del B.1.1.7. La extrapolación de estos hallazgos a otras localidades requiere precaución y, por tanto, estudios epidemiológicos y genómicos locales. No obstante, el mensaje es claro: el COVID-19 será muy difícil de controlar si nos relajamos en este momento. Todo esto es un recordatorio de que variantes con nuevas mutaciones pueden aumentar en los próximos meses, poniendo en peligro el control de la pandemia, como ocurrió hace un año.
Los gobiernos deben aumentar urgentemente la capacidad de pruebas para detectar COVID-19. Estas pruebas son una parte esencial de la respuesta, porque nos permiten encontrar y contener el virus ahora tanto como sea posible, y a prepararnos para distribuir las vacunas cuando estén disponibles. La secuenciación genómica del virus en los casos positivos también es fundamental para entender la dinámica de la trasmisión y evaluar los riesgos. Es probable que existan variantes similares a la del Reino Unido y la de Sudáfrica en todo el mundo aún no detectadas.
Por ejemplo, el Reino Unido ha realizado secuenciación genómica en casi 7 % de los casos detectados y no fue una coincidencia que también se hubiera detectado otra variante en Sudáfrica, otro país que realiza una gran cantidad de secuenciación genómica. Por nuestra parte, adoptemos seriamente las medidas que reducen la propagación del virus (mantener el distanciamiento físico, llevar mascarilla, ventilar bien las habitaciones, evitar las aglomeraciones, lavarse las manos, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo al toser y trabajar desde casa si es posible). El COVID-19 estará con nosotros durante un buen tiempo y nos enfrentamos al dilema de hacer lo correcto o hacer lo fácil. Podemos tomarle la delantera al virus al asumir un comportamiento que obstaculice de manera importante su propagación o podemos asumir que está bien volver a la normalidad y ver cómo el virus obstaculiza nuestros planes futuros. Infortunadamente, nunca sabremos cuántas vidas ha salvado cada uno de nosotros cada vez que adoptamos medidas que rompen cadenas de contagio. Sin embargo, si reducimos nuestros contactos ahora, aumentamos la oportunidad de poder contactar a nuestros seres queridos en el futuro y aumentamos la oportunidad de que otros puedan disfrutar de esos encuentros. ¡Cuidémonos!
*Ph. D. en Microbiología, vinculado al Centro de Modelado Matemático de Enfermedades Infecciosas (CMMID) de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM).