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El día elegido fue el pasado 3 de abril. María José Carrasco había implorado por años una muerte digna. Sufría de esclerosis múltiple desde hace 30 años. La enfermedad autoinmune fue destruyendo su sistema nervioso hasta dejarla prácticamente atrapada en su propio cuerpo, inmóvil. A su esposo Ángel Hernández, de 70 años, el amor y la compasión al final le dieron la fuerza necesaria para desafiar a la ley y a las autoridades españolas que castigan la eutanasia.
Ángel la convenció de grabar un vídeo. Un testimonio de lo que quería con la esperanza de que ayudaría a otras personas en las mismas circunstancias. También la última defensa cuando tocaran la puerta las autoridades españolas. Así transcurrió la primera parte de la conversación:
Ángel. Bueno, María José, vamos a grabar este testimonio, porque es muy importante para que quede constancia del deseo que llevas queriendo que se lleve a cabo, que es el suicidio. ¿Sigues con la idea de que quieres suicidarte?
María José. Sí.
Ángel. ¿Quieres esperar a algo?
María José. No.
Ángel. ¿Quieres que se lleve a cabo ya?
María José. Sí.
Ángel. ¿Sabes que te tengo que ayudar yo? Que no hay nadie que te pueda ayudar, y además no estaría bien que…
María José. Sí, lo sé.
Ángel. Lo sabes. Me lo has pedido muchas veces, muchas veces. Más de las necesarias. Pero claro, yo confiaba en que se iba a aprobar lo de la eutanasia, pero claro, visto lo visto... Hoy es 2 de abril de 2019. ¿Entonces quieres e insistes en que quieres suicidarte?
María José. Sí.
Al día siguiente, siguiendo el plan acordado, Ángel le dió a beber una dosis de pentobarbital sódico y despidió para siempre a María José. Sabía que en ese punto de la vida, aún ese pequeño acto de deglutir el veneno elegido le causaría fatiga. La droga la consiguieron por internet.
Ángel. Bueno, María José, ha llegado el momento, el que tanto deseabas.
Ella asiente con una media sonrisa.
…
"A ver, dame la mano que quiero notar la ausencia definitiva de tu sufrimiento. Tranquila, ahora te dormirás enseguida", le dice Ángel Hernández a su esposa.
Ángel no durmió 48 horas y se convirtió en la primera persona detenida en España por ayudar a alguien en su proceso de eutanasia. Pero también en el héroe de una historia que le recordó al mundo la necesidad urgente de volver a hablar sobre la muerte por compasión y a España la obligó a enfrentar uno de sus fantasmas: una ley de eutanasia.
“Podría haberlo hecho clandestinamente. Discutí con mi esposa por esto, ella era secretaria judicial y sabía lo que podía pasarme. Pero la convencí de que era importante que esto trascendiera, ya no por ella, sino por la gente que se quedaba”, contó Ángel a El País de España en una entrevista.
"Lo que ocurrió ayer fue extremadamente doloroso", declaró Isabel Celaá en representación de los ministros del gobierno español. Una ley presentada en 2018 para regular la eutanasia fue aplazada 19 veces en el Congreso aún cuando las encuestas han mostrado que un 80% del pueblo español apoya las medidas a favor de la muerte asistida.
Ángel fue liberado esta misma semana sin medidas cautelares. En su casa ya lo esperaban decenas de periodistas. En sus entrevistas, agotado, recalcó que hay mucha gente que sufre, como él y su esposa sufrieron, y que siguen en la clandestinidad. “Pasamos casi 30 años sin decir ni esta boca es mía. Nadie lo sabía, solo los vecinos y la familia. Es muy interesante que esto salga a la luz. Mi mujer ya ha fallecido y está libre de sufrimiento. Pero, ¿y la gente que queda?”.