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Después de casi cuatro meses de que Afidro, la asociación que agremia a las principales multinacionales farmacéuticas, estuviera sin presidente, en la mañana de este 29 de noviembre anunciaron el nombre de la persona que estará al frente. Se trata de la exministra de Educación Yina Giha Tovar, quien se desempeñó en ese puesto entre noviembre de 2016 y agosto de 2018. (Lea El confuso caso de una medicina por la que Colombia pagó casi $9 mil millones)
Giha, economista de la Universidad de los Andes y máster en estudios de guerra del King's College London, llegará a ese cargo como reemplazo de Gustavo Morales, quien a principios de octubre fue designado como presidente de Acemi, la asociación que reúne a las EPS. (Lea La zona gris de los medicamentos en Colombia)
Ex directora de Colciencias y ex viceministra de Defensa, Giha tendrá que asumir varias discusiones que no quedaron resueltas en el anterior Gobierno. Aunque no ha hecho ningún pronunciamiento oficial sobre los asuntos en los que enfocará su gestión, es posible, como se lo había hecho saber Afidro en una carta a Juan Pablo Uribe, ministro de Salud, que algunas de sus inquietudes estén relacionadas con un par de puntos clave en el debate farmacéutico:
El primero de ellos es la entrada de biosimilares (o copia de los biotecnológicos) a Colombia por medio de la llamada “ruta abreviada”. En la carta que le habían enviado al ministro Uribe, Afidro advertía que quería “cerrar esta especie de puerta trasera que obstinadamente promovió el Gobierno anterior”. (Lea El último round por el precio de los anticonceptivos)
El segundo punto, quizás, esté relacionado con el proceso para declarar los medicamentos para tratar la hepatitis C como de interés público. En 2017, el Minsalud había empezado a estudiar si existían o no razones para incluir esos fármacos en esa categoría, después de que había logrado una compra centralizada con la Organización Panamericana de la Salud. Afidro se había opuesto a la continuidad de ese proceso.
Otra discusión por la que el gremio farmacéutico había mostrado inquietud, y que seguramente deberá liderar Giha, estaba relacionada con una regulación del Minsalud que buscaba frenar una práctica frecuente: el uso de medicamentos para prescripciones no indicadas o “Off label”, como se le conoce en el argot farmacéutico.
En la misiva que Afrido le había enviado a Uribe en su primera semana como ministro, pedía la modificación de un artículo de una resolución que advertía que esa cartera podría reportarle al Invima los usos que no habían sido incluidos en los registros sanitarios de las medicinas. Al hacerlo debía presentar, claro, la respectiva evidencia científica y los soportes de eficacia y seguridad. Si el Invima encontraba suficientes argumentos, podía incluir esos usos así el laboratorio titular no estuviese de acuerdo.