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En Inglaterra y Estados Unidos algunas comunidades se están vacunando en las farmacias o en sitios coordinados por facultades de farmacia. ¿Cómo repetir esas imágenes en Colombia?
El Plan Nacional de Vacunación contra el COVID-19 es el programa de salud pública más importante y retador en los tiempos recientes. Los objetivos del plan de vacunación son ambiciosos y el Gobierno nacional ha convocado al sector salud para hacer parte de este proceso. Ya se ha comunicado, de manera general, el papel que tendrán las empresas administradoras y prestadoras de servicios de salud (EPS e IPS) y entes territoriales, pero aún quedan dudas sobre la capacidad de respuesta y el alcance que pueda llegar a tener el sector salud para enfrentar este importante reto. En ese sentido, el país debe apoyar decididamente la participación del personal de salud que pueda aportar al desempeño eficiente del plan de vacunación. (Lea Todo lo que debe saber para entender el mundo de las vacunas)
El personal farmacéutico en Colombia —profesionales Químicos Farmacéuticos, tecnólogos en regencia de farmacia y auxiliares de servicios farmacéuticos— podrían ser parte de la solución y aportar al desarrollo de mejores procesos de gestión y manejo de las vacunas, así como en asuntos relacionados con el acondicionamiento, aplicación y seguimiento de los eventos adversos asociados al biológico. Así ha ocurrido en diferentes países del mundo y lo han divulgado las organizaciones académicas del sector farmacéutico, caso de la Asociación Americana de Farmacéuticos (APHA, por sus iniciales en inglés), la Asociación Americana de Servicios de Salud (ASHP, por sus iniciales en inglés) y la Federación Internacional Farmacéutica (FIP, por sus iniciales en inglés) que, además de destacar la importancia, han liderado la concreción de la contribución farmacéutica en el proceso de vacunación.
Las imágenes que ejemplifican esta contribución del farmacéutico a la vacunación son las que se ven en países como Inglaterra o Estados Unidos, donde algunas comunidades se están vacunando en las farmacias o en sitios coordinados por facultades de farmacia de las universidades y prestadores de servicios farmacéuticos. El reto exige que esas imágenes se repitan en Colombia, pero aún hay un camino largo por construir y una voluntad política que no se ha manifestado al respecto.
Las contribuciones de los farmacéuticos podrían agruparse en dos grandes categorías. La primera conformada por las acciones relacionadas con el producto biológico, que podrían llamarse acciones relacionadas con la tecnología farmacéutica; mientras que en la segunda se incluyen acciones relacionadas con la persona vacunada, que podrían llamarse acciones de farmacia clínica.
Las acciones relacionadas con el producto (la vacuna) van desde la recepción y manejo del producto en los sitios de almacenamiento. Eso incluye la estandarización y seguimiento de mecanismos para garantizar que la vacuna se mantendrá en las condiciones adecuadas de almacenamiento, en clave de garantizar su efectividad y seguridad.
Algunas acciones concretas podrían ser: a) evaluación y garantía de la cadena de frío y temperaturas adecuadas durante trasporte, almacenamiento, preparación y administración; b) garantizar la correcta preparación de la vacuna, por ejemplo, elaborar e implementar protocolos que aseguren la ausencia de acciones como la agitación de la vacuna durante la dilución, evitar la utilización de otros diluyentes diferentes a la solución salina al 0.9% o evitar la mezcla del contenido de diferentes viales; c) garantizar mecanismos para mantener la esterilidad de la vacuna y en definitiva garantizar la seguridad del producto.
Así mismo, la garantía del abastecimiento, no solo de la vacuna sino de los dispositivos médicos necesarios para el proceso de vacunación. En este contexto, es necesario resaltar que, el abastecimiento de productos farmacéuticos y dispositivos médicos, es una actividad conocida y propia de los servicios farmacéuticos.
También en la categoría de acciones relacionadas con el producto se debe valorar la opción de preparar los 0.3 mL del vial diluido y listo para administrar (jeringas precargadas) en centrales de mezclas certificadas en Buenas Prácticas de Elaboración, en especial las que están ubicadas en las instituciones hospitalarias del país. Situación que, además de garantizar las condiciones de preparación, esterilidad, calidad y seguridad de la dosis a administrar, podría favorecer la optimización del producto, debido a la posibilidad de obtener más de las 5 dosis de 0.3mL, definidas por vial diluido, tal como se ha propuesto en otros países.
Para ello, es importante lograr articular el sitio de vacunación con el de la preparación, pues la dilución se debe realizar directamente en el punto de vacunación, ya que la vacuna diluida no debe transportarse, por el riesgo de movimientos bruscos durante el trayecto. Como mínimo se debe lograr que en las centrales certificadas se realice la preparación de jeringas precargadas con los 1.8 mL de solución salina necesarias para diluir el vial con la vacuna, lo que favorece la eficiencia y asepsia del proceso.
Por su parte, entre las acciones relacionadas de farmacia clínica (con las personas vacunadas), se destacan la experiencia y contribución farmacéutica a la vigilancia y evaluación de los eventos adversos asociados a la vacunación. En este contexto, la implementación y fortalecimiento de los programas de farmacovigilancia en las instituciones sería clave para apoyar los objetivos del plan de vacunación y el rol de entidades como el INVIMA y el IETS, con miras a la vigilancia de las reacciones adversas por vacunas. Así mismo, el seguimiento farmacoterapéutico, que hacen profesionales farmacéuticos, sería una herramienta clave en el proceso de evaluación de la seguridad de las vacunas. Estos desarrollos, bien implementados, podrían minimizar la probabilidad de presentación de efectos adversos serios, en especial las reacciones anafilácticas.
Adicionalmente, en algunos países se ha considerado que las farmacias son un punto accesible para la comunidad. Por ello, en Colombia, posterior a un proceso de selección ajustado a las necesidades, sería posible que algunos establecimientos farmacéuticos (farmacias y servicios farmacéuticos) sean definidos como centros satélites complementarios de la vacunación. En la definición y habilitación de dichos establecimientos, al igual que en la capacitación del personal, las facultades, escuelas y departamentos de farmacia pueden cumplir un papel importante. Esta opción aumentaría la capacidad instalada del país para el proceso de vacunación.
Finalmente, creemos importante destacar que el plan de vacunación contra el COVID-19, en el que las vacunas (productos farmacéuticos) son una de sus esencias, debe considerar y definir los aportes que pueden brindar los farmacéuticos y servicios farmacéuticos del país, lo que debe favorecer la eficacia y eficiencia de este reto fundamental de salud pública. Por ello, reiteramos nuestro llamado a que, en el contexto nacional y regional, las respectivas autoridades responsables del proceso, concreten dicha participación, mediante un trabajo concertado con instituciones y asociaciones académicas farmacéuticas de Colombia.
*Pedro Amariles Muñoz - Profesor titular, Universidad de Antioquia.
**Jaime Alejandro Hincapié García - Vicedecano Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias, Universidad de Antioquia.