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En enero, a pocas semanas de haberse confirmado el primer caso de coronavirus en China, las comunidades científicas de todo el mundo comenzaron a descifrar el genoma del SARS-CoV-2. Luego de varios meses de investigación, en los que se identificaron las principales características del virus, para marzo se hablaba de tratamientos que podrían reducir la letalidad del coronavirus y se empezaron a hacer los primeros ensayos de seguridad para la vacuna. Tras ocho meses de pandemia ya se están desarrollando más de 170 vacunas, y 32 de ellas se encuentran en las últimas fases de testeo en humanos. (Lea Vacuna para el COVID-19, una promesa a medio camino)
Las estimaciones más optimistas consideran que entre finales de 2020 e inicios de 2021 se podrían empezar a aprobar las primeras vacunas que hoy están avanzadas. Aunque todas las investigaciones siguen en ensayos clínicos, los países más ricos llegaron a acuerdos con las farmacéuticas productoras para asegurar más de dos mil millones de dosis anticipadas. Estados Unidos, por ejemplo, habría pagado 800 millones de inmunizaciones de al menos seis vacunas, y el Reino Unido cerca de 250 millones de dosis a cuatro desarrolladores.
La prisa desmesurada por asegurar la inmunidad ante el coronavirus es desalentadora para los expertos en salud pública, quienes han instado a la distribución equitativa de la vacuna. “No vamos a deshacernos de la pandemia hasta que nos deshagamos de ella en todas partes”, señaló a la revista Nature Mark Feinberg, director de la Iniciativa Internacional de Vacunas contra el Sida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también cuestionó lo que el mismo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización, llamó “nacionalismo de las vacunas”.
Muchas de las compras y acuerdos de dosis anticipadas aún se mantienen en secreto. Sin embargo, países como Reino Unido y Estados Unidos no solo han hablado abiertamente del tema, sino que además han empezado a financiar las investigaciones para desarrollarlas. Los costos de cada vacuna también varían: EE. UU., por ejemplo, está pagando menos de US$4 por dosis de la vacuna AstraZeneca, pero US$25 por cada dosis de la vacuna Moderna.
El número de personas que se pueden vacunar también dependerá del número de dosis administradas. Muchas de las más avanzadas, como la de Moderna, Pfizer y Novavax, se administrarán en dos dosis. Por su parte, la investigación de Johnson & Johnson tiene la intención de probar una vacuna de una dosis.
Lo cierto es que, aunque muchos acuerdos de compra de dosis ya se han puesto en marcha, varios de estos aún permanecen en forma anónima, todas las dosis pactadas se están haciendo bajo un escenario de suposición. Para Jeffrey Almond, vacunólogo y académico visitante de la Universidad de Oxford, estas predicciones están basadas en procesos de producción demasiado optimistas, pues muchas de las vacunas se basan en tecnología que nunca han ampliado los niveles de fabricación que esperan las empresas.
Mientras tanto, un esfuerzo internacional por adquirir vacunas para países de ingresos bajos y medianos está luchando por ganar terreno. Se trata de COVAX, una iniciativa entre Gavi, un financiador de vacunas para países con bajos recursos, y la Organización Mundial de la Salud, que espera destinar mil millones de vacunas a 92 países con recursos insuficientes, dentro de los que se encuentra Colombia, quien además de hacer parte de los ensayos clínicos de la vacuna de Jhonson & Jhonson,se acogió al proyecto de la OMS.
COVAX ya realizó el pedido de cerca de 300 millones de dosis de la vacuna británica AstraZeneca, pero aún está lejos de recaudar los US$18 mil millones que necesita para ayudar a los fabricantes a aumentar la producción y adquirir los mil millones de dosis prometidas. Algunos países como Reino Unido han expresado su interés de donar, pero aún pocos se han comprometido a hacerlo.
Para algunos expertos, como Brook Baker, profesor en la Universidad Northeastern, COVAX es un experimento. “La idea es tratar de convencer a los países ricos para que se unan”, dijo a Nature. Y agregó que las acciones de muchos países con recursos de sobra no encajan con su compromiso de un acceso equitativo a la vacuna. “Si se compra todo el suministro, es simplemente hipócrita argumentar que se está a favor de un acceso equitativo. Seguro se está a favor del acceso equitativo de lo que quede después de adquirir lo propio”, concluyó a la revista científica de Reino Unido.