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“El periodismo debe ser un contrapoder”:Daniel Coronell

El director del noticiero de Univisión asegura que en Colombia hacer periodismo es peligroso y más si se investiga sobre corrupción administrativa.

Dilia Contreras
11 de julio de 2016 - 02:00 a. m.
Daniel Coronell asegura que los periodistas no deben convertirse en productores de la propaganda a favor ni en contra del proceso de paz. / Cristian Garavito
Daniel Coronell asegura que los periodistas no deben convertirse en productores de la propaganda a favor ni en contra del proceso de paz. / Cristian Garavito
Foto: CRISTIAN GARAVITO
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¿Por qué para usted recordar es morir?

Me parece que en un país como el nuestro es peligroso acordarse de cosas o recordárselas a la gente. El título sale de una columna dedicada a una curiosa situación en el proceso contra el general Rito Alejo del Río. Cada vez que un testigo se acordaba de algo que perjudicaba al General, aparecía muerto antes de que pudiera ratificar su testimonio ante la justicia. Una metáfora perfecta de lo que a recordar en Colombia se refiere y el amargo deber de recordar que tenemos los periodistas.

¿De dónde nació la idea de publicar sus columnas en un libro?

Fue idea de dos editores colombianos. Hace dos años, en Miami, Leonel Giraldo me propuso la idea, pero cuando lo íbamos a hacer pasaron cosas buenas y malas en mi vida, la más difícil de todas fue el diagnóstico del cáncer de mi hija de 16 años. El proyecto se aplazó. Un buen día Gabriel Iriarte me dijo que nos pusiéramos un plazo para hacerlo y, gracias a su persistencia y liderazgo, el libro es una realidad.

¿Busca hacer algún tipo de justicia con sus investigaciones?

El propósito del periodismo no es que se haga justicia, es exponer hechos. Lo que tiene que hacer el periodismo es ser un contrapoder, buscar hechos que alguien poderoso quiere ocultar; eso hace que nuestro oficio tenga sentido social, no las consecuencias políticas que se desprendan o no. Como resultado de mis investigaciones y columnas ha renunciado un ministro, el asesor principal de una campaña, un defensor del Pueblo, pero no es la meta.

¿Para un periodista es más peligroso hablar de política que de grupos al margen de la ley?

En Colombia, en general, es peligroso hacer periodismo. Los índices de asesinatos de periodistas han bajado, pero porque ya mataron a casi a todo el que tenían que matar. En muchas regiones los periodistas saben que hay fronteras que no se tocan y líneas que no se pisan, porque pueden terminar pagando con la vida. Es terrible.

¿Los periodistas sienten miedo de decir verdades?

Sí, claro. Los periodistas que trabajamos en Bogotá tenemos una vida privilegiada con relación a los de Arauca, Cúcuta, Putumayo o Córdoba, donde se siente más fuerte la presencia de grupos armados. Las amenazas para periodistas, según su orden de peligrosidad, vienen de paramilitares, guerrilleros o delincuencia común, pero lo más peligroso para un periodista es investigar la corrupción administrativa, porque hay gente dispuesta a matar por preservar su dinero sucio.

¿Cree que en Colombia hay libertad de expresión?

Formalmente sí, pero realmente hacerla sentir en grandes partes del país es difícil. Estamos llenos de ejemplos de cómo el poder legal, ilegal y del Estado han tratado de soslayar la independencia periodística. Les ha sucedido a muchos colegas, el más importante, don Guillermo Cano. Han pagado con su vida el precio de buscar y decir la verdad.

¿Le gustaría plasmar su historia en un libro?

De pronto sí, pero hacer un libro requiere mucho tiempo y después de este tengo el sueño de encontrar tiempo para otro, que es una aproximación biográfica al expresidente y hoy senador Álvaro Uribe. En Recordar es morir hay eventos que tienen que ver con él, pero no está centrado en su figura. No sé cuántos años me demore para concretar esa idea, pero me gustaría escribirlo.

¿Qué significa en su vida EE. UU.?

La primera vez que salí del país a Estados Unidos fue por amenazas debido a mi trabajo periodístico y encontré en el Comité de Protección a Periodistas y la Universidad de Stanford un lugar donde estar. Luego, la Universidad de Berkeley me invitó otro año como profesor visitante y me pareció una oportunidad maravillosa. Ya había vuelto a Colombia a reintegrarme a mi trabajo cuando recibí una oferta de Isaac Lee y de la cadena Univisión para ponerme al frente de sus noticias. Esta vez no era algo relacionado con mi seguridad personal o familiar lo que me llevaba, sino un sueño de tranquilidad para los míos y un gran reto profesional.

Usted tiene máster en dirección de noticieros en Colombia. ¿Cómo es la experiencia de dirigir uno en Miami?

Muy importante. Llego en el momento clave para los hispanos en cuanto a fuerza decisiva en Norteamérica. Tengo la oportunidad de aprender, de integrarme con un equipo ejemplar, de conocer una manera distinta de ejercer el oficio y de llevar todo lo bueno que tiene el periodismo colombiano. Conozco casos de colegas que han ocupado lugares destacados, mucho antes de que yo llegara. Univisión trabaja para la comunidad hispana, parte de la cual está entre la población más pobre en Estados Unidos, y trabajar para los más necesitados me llena orgullo todos los días.

¿Cuál será su próximo hit sobre los políticos?

Estoy trabajando en un tema que tiene que ver con el recobro de los sistemas de salud, cómo han mutado y la nueva mafia, con nombres de quienes se están lucrándo de los huecos del sistema. También vengo desarrollando un tema, gracias a una investigación de Vanguardia Liberal, sobre la próspera iglesia “Manantial de Amor”, que nació en Bucaramanga y tiene tentáculos internacionales. Ahí nos vamos a encontrar unas sorpresas interesantes.

¿Cómo califica el proceso de paz?

Lo encuentro razonable. Es bueno que Colombia busque salida política a un conflicto que lleva más de 50 años desangrando al país, con más de 200 mil muertos, y en el que se han gastado la mayor parte del producto interno bruto, que pudo haber ido a salud, infraestructura, etc. Encuentro aceptables los acuerdos y los plazos de entrega de armas que están publicados. En ese sentido soy optimista, pero mi trabajo como reportero no es acompañar el optimismo. Estamos obligados a buscar los lunares, lo que marche mal y denunciarlo. No podemos convertirnos en productores de la propaganda a favor ni en contra del proceso. Debemos buscar la veracidad y hacer el máximo esfuerzo para entregarle a la sociedad lo que está pasando y no dejarnos convencer de que hay que callar cosas en beneficio de intereses supremos, como la paz. Si el proceso sobrevive a la verdad, es porque es sólido. Si no, es porque no iba para ninguna parte. No es culpa del periodismo.

Por Dilia Contreras

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