Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hablo con mi prima Isabel de las cosas importantes de la vida. Tenemos discusiones extensas de por qué no puede tener diez perros en casa, por qué toca estudiar matemáticas y algunas veces hablamos del valor de las cosas.
—¿Una amistad cuesta mucho o vale mucho? ¿Si vendo mis juguetes, podrías renunciar a tu trabajo? ¿Si dejaras de comprar libros, seríamos ricos?
Me bombardea con preguntas.
Decía Oscar Wilde que un cínico es un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada, gran verdad. Pero para hablarle de precios a mi prima no hay nada más útil que el concepto de “utilidad marginal”.
—¿Qué vale más, Isabel: un diamante o un vaso de agua? —le respondí, casi como escudo a tantas preguntas.
—Por supuesto el agua, que la necesitamos para vivir —me contestó.
—Pero comprar agua es mucho más barato. ¿Cómo me explicas esto? —la reté.
Estaba confundida. No lograba poner una teoría para explicar esta paradoja:
—El agua la necesitamos más, pues sin ella nos morimos. También hay más gente que la demanda, gente con y sin plata. También se necesita mucho trabajo para purificarla. Es fuente de vida…
Tuve que intervenir para ayudarla:
—Te muestro, Isabel: la paradoja se explica con la teoría que dice que las cosas tienen un valor subjetivo, el valor depende de cuánto una cosa beneficia a cada persona. A diferencia de lo que decía Marx, el valor de un carro no depende de cuánto trabajo le ponga yo a construir el carro, sino del valor agregado que le doy al sumar sus partes para mejorarles la vida a otros; si mi competencia produce un mejor carro usando menos trabajo, su carro tendrá más valor; será más caro.
Eso aún no resuelve la paradoja, pues el agua trae mucho más beneficio que los diamantes; esto es porque nos hace falta la palabra “marginal”. El agua vale poco y el diamante mucho porque el precio de las cosas no depende del beneficio directamente, sino del beneficio marginal: ¿qué tan feliz me hace, qué tanto me mejora la vida tener un vaso adicional de agua? ¿Qué tanto beneficio me trae un diamante adicional en mi vida?
Si se está deshidratado en el desierto, el agua vale infinitas veces más que los diamantes. Pero en situaciones normales, donde el agua es abundante, que alguien me ofrezca un poco más de agua no me mejora mucho la vida; sin embargo, en esa misma situación de normalidad, si alguien me regala unos diamantes, puedo declarar el día como uno beneficioso.
El valor de las cosas es subjetivo, inclusive filosófico cuando hablamos de amistades, calidad de vida y sentimientos. Cuando las cosas son bienes económicos, su precio depende tanto de su oferta (los diamantes son más escasos que el agua) como de la demanda por una unidad marginal (un vaso de agua adicional en mi vida trae menos beneficio que un diamante adicional). Recuerda esto, prima, cuando te digan que los aguacates son más importantes que el petróleo porque generan más empleo. ¡Cuento de hadas! Los políticos se pueden vestir de verde para ganar votos, pero para eso deben desconocer los principios de la economía.