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Pazaporte

Albeiro y Mandela

Gloria Arias Nieto
20 de octubre de 2020 - 05:10 a. m.
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Colombia podría llamarse “Crónica de una muerte anunciada”. Las muertes violentas nos rompen, nos dan rabia o remordimiento, pero casi nunca nos sorprenden. Aquí morirse es un verbo irreflexivo y cotidiano. Algunos ni siquiera se conmueven, porque les volvieron trizas el alma. Y los que hicieron de su propia existencia un conjuro por la violencia, creen (así de cruel y de estúpido es el rencor) que matar y morir son verbos merecidos.

¿Qué hacer con esta opresión que atraviesa la piel y quiebra la esperanza? ¿Cómo transformar la impotencia en acciones que detengan la infamia? Podemos y debemos lograr que los sicarios se queden sin oficio y los sepultureros no tengan más muertos que aquellos que murieron tranquilos.

A Juan de Jesús Monroy Ayala -Albeiro en la guerra- le dispararon el viernes en El Planchón, municipio de Uribe en el Meta. Le pegaron un tiro en la cara; como si borrando el rostro acabaran la memoria. No saben los asesinos que las huellas creadas por los constructores de paz, no las borra ni una avalancha de plomo. No saben que cuando Albeiro dejó las armas, se convirtió en el líder de la reincorporación de 160 exguerrilleros, en un predio de 36 hectáreas que sembraron de yuca, plátano, hierbas aromáticas y atados de cebollas. No saben que estaban listas 500 especies para reforestar, y 500 plantas de cacao para el emprendimiento que en pocos días anunciarían con orgullo. No saben los asesinos que una cosa es matar cuerpos y otra, casi imposible, matar causas y legados.

Luis Alexander Largo Gómez -Mandela en las filas- estaba con Albeiro. Y también lo mataron, pero de tres tiros en la espalda, cuando intentaba defender a su protegido. ¿Habrá algo más cobarde que las balas?

Hace dos meses, Juan de Jesús había declarado en una audiencia de medidas cautelares en la JEP, a ver si podían evitarse las muertes anunciadas. Las amenazas eran evidentes, indiscriminadas y colectivas, contra los exguerrilleros firmantes del Acuerdo.

Los perpetradores de la zona varían y se complementan la sevicia: grupos paramilitares que controlan el territorio en Granada, Acacías, Puerto Lleras, Mapiripán, Vista Hermosa y Villavicencio; y a falta de uno, dos grupos disidentes de las antiguas FARC-EP: los de la llamada Segunda Marquetalia, y el frente séptimo a cargo de Gentil Duarte. Ellos son lo que son porque existe la violencia, y sin violencia no son nada. Por eso matan, invaden, intimidan y trafican, y porque no tienen el valor necesario para medírsele a la paz.

Juan de Jesús era un hombre cálido, un referente importante en la construcción de un país mejor y distinto; lo respetaban y querían sus compañeros y los sectores que trabajaron con él en procesos de reincorporación, sustitución de cultivos y la conservación de la Pista (en la Uribe) como reserva ecológica.

Albeiro fue parte de la guardia personal de Manuel Marulanda, y Juan de Jesús, de la guardia colectiva de la paz. El mismo hombre, con dos decisiones y dos momentos distintos, y el valor para recomenzar.

Quienes dejaron las armas necesitan estar vivos para hacer la paz.

234 asesinados no son un fracaso del Acuerdo: son un fracaso del estado y de nosotros, como sociedad.

Convoco a ser corresponsables de la vida de los firmantes de paz. Su vida no está en manos de los criminales; está en nuestra capacidad de darles solidaridad, protección y compañía. Dejarlos solos sería otra sentencia de muerte, y para nosotros, una imperdonable derrota.

Gloria.arias2404@gmail.com

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Adrianus(87145)20 de octubre de 2020 - 08:50 p. m.
Asesinos miserables. No tienen más que exhibir sino cobardía y brutalidad. En eso son idénticos a la horada del cd.
shirley(13697)20 de octubre de 2020 - 05:13 p. m.
Su coherencia reafirma su personalidad,señora Arias.Sus últimos escritos se tiñen de valor y claridad.Y de enseñanza.En tiempos de injusticias y atropellos que lo reprochable sea nuestro silencio y apatía.No nos podemos doblegar y arrodillar ante tanta ignominia.Nuestra Constitución nos ofrece el mecanismo útil y eficaz de la Protesta Social y Pacífica:hagamos uso de ella.Nos vemos este 21 oc.
Camilo(gibaw)20 de octubre de 2020 - 01:36 p. m.
Excelente articulo. Bien escrito ameno; buena narrativa. Agrada eso de párrafos de dos a tres frases. Excelente reflexión "234 asesinados no son un fracaso del Acuerdo: son un fracaso del estado y de nosotros, como sociedad". Saludos.
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