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Beneficios económicos de la paz

Mauricio Rubio
18 de febrero de 2021 - 03:00 a. m.
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Aun haciendo caso omiso del voluntarismo engañoso que caracterizó las negociaciones de Santos con las Farc, sorprende la falta de rigor y la ingenuidad de una tecnocracia con fe ciega en las fábulas del nobel.

Un ejemplo es el trabajo “Beneficios económicos del Acuerdo de Paz”, que acaba de publicar Coyuntura Económica de Fedesarrollo. Al resumir la literatura especializada que surgió en Colombia desde los 90, cuando se hizo un exhaustivo inventario de todos los estragos del conflicto, los autores recuerdan la “destrucción de capital humano” vía masacres, desplazamiento forzado y secuestro; la reducción del stock de capital físico con ataques a “oleoductos, puentes y estaciones de policía” e incluso intangibles como la confianza inversionista que afectaron las calificaciones de riesgo país, y el volumen de recursos que dejaban de ingresar a Colombia a causa de la violencia.

La metodología utilizada es de alta sofisticación econométrica, con completísimas bases de datos en las que el PIB departamental se explica en función de múltiples variables que incluyen los ataques de los distintos grupos guerrilleros. Pero la simulación de la paz se hace suponiendo que el Acuerdo de La Habana “generará una reducción permanente en el conflicto armado en una magnitud equivalente a las acciones bélicas ejercidas por las Farc”. Ignoran lo que ya ocurrió: que varias disidencias o diferentes grupos insurgentes y mafiosos coparon muchos espacios de la guerrilla más vieja del mundo. “Es más objetivo y razonable suponer una desaparición permanente y completa de las acciones violentas realizadas por las Farc”, anotan con candidez.

Más adelante, para convertir esta volatilización de acciones bélicas en crecimiento económico, utilizan los mismos coeficientes estimados cuando el conflicto causaba destrozos y desolación. En otros términos, suponen que al desaparecer el terror habrá un impacto equivalente pero del signo contrario. El modelo implícito es tan simple como inverosímil: con la firma del Acuerdo, los factores productivos que emigraron o desaparecieron por ataques de las Farc volvieron mágicamente a operar en su lugar de expulsión.

El trabajo típico para cuantificar el impacto de la violencia sobre distintas variables —inversión, empleo, productividad de factores, desplazamiento, abuso, violaciones— incluía la tasa de homicidios y otros indicadores exógenos o explicativos. La evolución de esas mediciones de la violencia era, y sigue siendo, un misterio que sólo el santismo iluminado creyó aclarar con la doctrina del problema agrario.

No se requiere sino sentido común para plantear que el ejercicio simétrico sobre los beneficios de la paz exige pasar de nuevo por esas variables intermedias medibles, constatar primero si se redujeron o no con la firma del Acuerdo para luego verificar si las caídas tuvieron un efecto positivo sobre el crecimiento, por aumento en la inversión, retorno de desplazados etc... Los autores del trabajo ignoraron esa simple pauta metodológica para suponer que con la paz el país había retornado a su equilibrio anterior al conflicto y que ahora se podría retomar a Keynes para calcular los efectos multiplicadores de la inversión pública prevista en el Acuerdo sobre el crecimiento del PIB. “Buena parte de las inversiones que demandará el posconflicto corresponden a gasto público que debe hacer el Estado para honrar los compromisos que fueron acordados con las Farc en el marco del Acuerdo de Paz. (Si) esas inversiones consisten en la provisión de bienes públicos, subsidios y los recursos de administración requeridos para canalizarlos, es razonable suponer que estas tendrán un impacto positivo sobre la dinámica económica”.

El minucioso ejercicio fiscal consistió en “traducir la totalidad del texto definitivo del Acuerdo de Paz en una completa lista de los productos que se requieren para cumplir con cada uno de los puntos acordados”. Posteriormente establecieron el precio de cada producto y la cantidad para cumplir lo prometido a las Farc. Con tales insumos calcularon el gasto requerido y por lo tanto las Inversiones Para la Paz (IPP) totales. Aunque tuvieron la prudencia de verificar si ese gasto era consistente con la regla fiscal —que “el costo total de las inversiones es asumido por el Estado, la cooperación internacional y por nueva inversión privada”— sin incrementar el gasto público, la investigación convirtió apresuradamente deseos en previsiones.

La versión final del trabajo es de julio de 2020, en pleno confinamiento, pero sus autores no complicaron el análisis con la crisis. Dan por descontado que familias y empresas arruinadas por la pandemia tributarán como siempre. Descartan brotes de protesta social y suponen que quienes financiaron informales quebrados no buscarán réditos electorales ni afectarán decisiones de inversión pública. Como soñaba Santos, firmada la paz, para el crecimiento económico lo demás no importa.

La pazología quedará indignada con el trabajo, un espaldarazo implícito a Duque. Hubiesen preferido una estimación econométrica del saboteo derechista al Acuerdo. Aún no captan que tecnócratas de extremo centro nunca enfrentan al gobierno de turno.

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Clara(25088)18 de febrero de 2021 - 05:11 p. m.
Sigo: es deber histórico reconocer sus logros en infraestructura, política internacional, salud, en construcción de vivienda para los pobres, en educación. No fumigó, tiene una visión coherente frente al narcotráfico, desmontó los falsos positivos Por eso es preciso reconocer sus logros la envidia de Uribe no lo deja aceptar. Un movimiento centro-izquierda debe continuar ese legado
Clara(25088)18 de febrero de 2021 - 05:02 p. m.
Columnista Mauricio Rubio no debe referirse de esta manera tan descortés a Juan Manuel Santos. Todo un estadista así duela reconocerlo. Eso de "voluntarismo engañoso" es falso, de ahí cualquier uribista pasa a inferir que ese nobel fue comprado o no es nada como creen absurdamente seguidores de Uribe. La idea de que el gobierno Santos fue mal gobierno es una falsa idea, son muchos sus logros.....
Atenas(06773)18 de febrero de 2021 - 02:12 p. m.
De enmarcar este análisis sobre las fantasías con q' se nos hubo metido el indigno acuerdo. La tal tecnocracia, o burócratas yupies, le monta el estudio a la medida de q' lo requiera y el susodicho pacto requirió uno con forma de desacreditado premio, mas tal andamio se viene al piso. Hoy en el campo hay desolación y quedarse en él es suicidio. Qué bien, hoy pasaste del sexo heterosexual a la sodomía
Javier(18622)18 de febrero de 2021 - 01:51 p. m.
Un buen momento para que refute el trabajo con uno propio ¿o no?
Juan(67605)18 de febrero de 2021 - 12:00 p. m.
¿Retornó a la malquerencia por agotamiento de los temas de sexología en los cuales sobresale con pose de divo?
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