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En esta columna sobre la reñida carrera por la Alcaldía de Bogotá podría extenderme en una larga lista de cualidades de mi candidata ideal, hecha a la medida de cada uno de mis gustos y deseos individuales, y decidir mi apoyo público a partir de las particularidades de mi personalidad. El problema de este camino deliberativo es que está basado en la autocomplacencia, estoy buscando el o la candidata ideal para mí, como si fuera una pareja sexoafectiva, y no me detengo a pensar en el impacto que esa elección va a tener en el colectivo. Las formas de hacer política feminista nos invitan a descentrarnos de esos criterios narcisistas que solo sirven a nuestros egos, tan masajeados por el neoliberalismo, para poner el colectivo en el centro. Por eso, la pregunta a la hora de votar es: ¿cuál candidato o candidata va a dar garantías de derechos y más igualdad? Y la respuesta es evidente: Claudia López.
Sé que muchas dirán que no basta con que Claudia López sea mujer para motivar el voto feminista. Si algo nos ha mostrado nuestra vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, ungida por el patriarcado, es que estos triunfos individuales de unas pocas no necesariamente se traducen en garantías de derechos para todas. Las feministas votamos por la buena vida de todas las mujeres, no de unas pocas privilegiadas. Por eso, es importante que Claudia López sea mujer, pero no es suficiente: lo que las mujeres necesitamos son garantías para nuestros derechos. También es cierto que López no se asume públicamente como feminista —aún—, pero creo que lo que las feministas tenemos que preguntarnos es: ¿cuál de estos candidatos va a mejorar la calidad de vida de las mujeres de la ciudad? Y si lo vemos así, la respuesta es la misma: Claudia López.
Hay tres razones puntuales por las cuales yo creo que López puede mejorar las vidas de las mujeres en Bogotá: la primera es que es la única candidata que tiene un plan para garantizar el acceso a los derechos reproductivos y el respeto a los derechos sexuales en Bogotá, construido en colaboración con las feministas que trabajan el tema. La segunda es que López ha dicho que planea asumir su papel como jefa de policía y desde ese lugar exigirle a la Policía y al Esmad que dejen de abusar de su fuerza en contra de la ciudadanía, y que sigan protocolos transparentes, claros y efectivos que sirvan para la rendición de cuentas. Las mujeres no podemos vivir seguras en una ciudad donde la Policía nos violenta y el Esmad reprime la protesta social. Y la tercera es que este martes López firmó un pacto con “La Diversidad de Mujeres que habitan y tejen la Bogotá del siglo XXI”, es decir, con los grupos de base del movimiento de mujeres y feminista de la ciudad, en donde se compromete a implementar políticas transversales de género, a poner en marcha un Sistema Distrital de Cuidado, a que los hospitales tengan “un consultorio exclusivo y diferencial (señalizado y evidente)” para garantizar el acceso a nuestros derechos sexuales y reproductivos como el aborto voluntario, el parto humanizado, y la asesoría en problemas que nos afectan de forma desigual como los desórdenes alimenticios y la violencia sexual.
López es, de lejos, la candidata más garantista de derechos humanos. Las otras opciones son votar por las maquinarias de Galán, o por el machismo que instrumentaliza los discursos progresistas de Morris, o por el machismo abiertamente antiderechos de Uribe: no tienen ni siquiera una motivación para adquirir un compromiso con las mujeres. Al igual que Ángela María Robledo, María Jimena Duzán y muchas más, yo le creo a Claudia López, y espero que pronto podamos llamarla también primera alcaldesa de Bogotá.