En 1958, Mao Tse-Tung lanzó el Gran Salto Adelante. El objetivo era que China superara a todos los países capitalistas en unos pocos años, para lo cual el gobierno les exigió a las provincias elevar la meta de producción agropecuaria y embarcarse en proyectos de infraestructura monumentales, con mínima tecnología.
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En 1958, Mao Tse-Tung lanzó el Gran Salto Adelante. El objetivo era que China superara a todos los países capitalistas en unos pocos años, para lo cual el gobierno les exigió a las provincias elevar la meta de producción agropecuaria y embarcarse en proyectos de infraestructura monumentales, con mínima tecnología.
Cuando llegaron las cosechas, el gobierno exigió enormes contribuciones de las distintas zonas, con el resultado de que hubo un generalizado desabastecimiento de alimentos. El Gran Salto Adelante causó así una de las mayores hambrunas en la historia de la humanidad y llevó a la tumba a unos 38 millones de chinos.
En mi columna del 20 de junio, “Tigre en el papel”, me referí a lo que, a mi juicio, es un error del Informe de la Misión de Sabios, pues propuso duplicar en diez años las participaciones porcentuales de la industria manufacturera y del sector agropecuario en el producto interno bruto (PIB).
El día que apareció mi columna recibí una versión final del Informe, que había sido presentado hacía unas tres semanas, acompañada de una solicitud para que rectificara, pues supuestamente el error que señalé había sido enmendado. Antes de leer esa versión final yo había, en efecto, expresado mi voluntad de rectificar. Sin embargo, al hacerlo descubrí que no se había corregido el error; en vez, se había cambiado la redacción. Por eso me ratifico en lo que escribí en la columna anterior: la Misión de Sabios se equivoca en su propuesta principal.
La versión final del Informe propone ahora duplicar entre 2020 y 2030 tanto la producción manufacturera como la agropecuaria, en vez de su participación en el producto total. Ello implica que, entre esas fechas, estos sectores deben crecer nada menos que a una tasa anual promedio del 7,2 %. El PIB colombiano ha crecido en la última década al 3,23 % promedio anual. Si esta tasa se mantiene, significa que, en el corto lapso de una década, la participación de estos dos sectores subiría del 18 al 26 % del PIB, ocho puntos porcentuales.
¿Estamos ante un tropical Gran Salto Adelante? No es para tanto. Afortunadamente, como decía un filósofo del siglo XIX, “los hechos históricos se repiten, primero como tragedia y después como comedia”.
El tema de fondo es que la importancia de la industria manufacturera y del sector agropecuario no se debe medir únicamente por el valor de la producción. Los expertos en organización industrial señalan la importancia de valorar toda la cadena productiva, parte de la cual puede estar contabilizada en el PIB en otros rubros, como los servicios.
Además, hay que mirar las cifras. En 2018, de acuerdo con una base de datos del Banco Mundial para 126 países, que aportan la abrumadora mayoría del PIB mundial, la correlación entre el porcentaje de la industria manufacturera y el PIB per cápita fue de cero. En esa misma muestra, la correlación entre el porcentaje del sector agropecuario en el PIB y el PIB per cápita es de -0,8. Como en ese último caso Colombia se encuentra sobre la curva de regresión, no hay evidencia de que el sector agropecuario nuestro es pequeño.
Mantengo, entonces, mi apuesta de una copia nueva del libro Factfulness al primer miembro de la Misión de Sabios que salga en defensa de esta propuesta errónea conceptual y empíricamente. En 2030 no se habrá duplicado la producción agropecuaria ni la manufacturera. Como se dice en la jerga del béisbol, están ponchados con tres strikes y cero bolas.