Los huesos, por sus características, pueden sobrevivir durante un siglo e incluso milenios. Los arqueólogos los estudian para saber cómo eran las personas en el pasado: sus características físicas, estatura, enfermedades, estilo de vida, hábitos alimenticios e incluso hasta la forma como murieron.
Una de las áreas de la historia económica que más han avanzado en las últimas décadas es la antropometría, que se refiere al estudio del cuerpo y, sobre todo, de la estatura para ver la evolución del nivel de vida biológico a través del tiempo. El pionero en este campo de investigación fue el historiador económico norteamericano y premio Nobel en Economía Robert Fogel.
La estatura es el resultado de la interacción de la genética, la nutrición y la salud durante los años de crecimiento, de 0 a 18 años. Todas las personas nacen con un potencial de estatura genético, pero alcanzarlo dependerá de la buena nutrición y salud, especialmente en los tres primeros años de vida. En la medida en que se ha ido reduciendo la desnutrición y mejorando la salud por los avances de la higiene, de la medicina y agua de buena calidad, la población ha crecido en su estatura promedio.
Sabemos por la información que ofrece la cédula de ciudadanía, por ejemplo, que a comienzos del siglo XX las mujeres colombianas median en promedio 1,50 metros y los hombres 1,60 metros. De allí en adelante se ha avanzado cerca de un centímetro por década. Por eso, entre los jóvenes colombianos que hoy alcanzan 18 años, miden en promedio cerca de 1,61 metros las mujeres y 1,71 metros los hombres.
Pero ¿qué sucedió en el período colonial y en el siglo XIX en este aspecto? De los años anteriores a 1870 no hemos encontrado registros sistemáticos en los documentos de la época que hagan referencia a la estatura de la gente. Por eso, un reciente hallazgo arqueológico en el templo de San Francisco en Getsemaní, Cartagena, ha captado la atención de los investigadores en antropometría. Durante las obras de restauración de la edificación colonial se encontró un cementerio que se extiende desde el siglo XVI hasta los primeros años del siglo XX.
En el lugar, un grupo de investigadores dirigidos por la arqueóloga Mónica Therrien ha encontrado hasta la fecha unos 500 esqueletos en bastante buen estado y esperan hallar por lo menos 100 más. Esta se constituye en la mayor colección de esqueletos descubiertos hasta la fecha en Colombia, y será por ende fuente de múltiples estudios en los próximos años.
Un grupo de académicos de la Universidad del Norte, institución que será depositaria de los hallazgos en San Francisco, integrado por bioarqueólogos, médicos y economistas, adelantará una investigación para estimar la estatura y las condiciones de salud y nutrición de las personas que murieron en Cartagena en el período colonial y el siglo XIX. Otro grupo lo hará sobre las prácticas funerarias y los elementos con los cuales enterraban a la gente, entre otros aspectos.
Muchos arqueólogos que conocen el panorama latinoamericano, en cuanto a hallazgos arqueológicos de este tipo, no dudan en calificar el del templo de San Francisco en Cartagena como de importancia continental. Qué bueno que seguimos avanzando en conocer cada día más sobre la inmensa, variada y compleja historia de Cartagena.
Los huesos, por sus características, pueden sobrevivir durante un siglo e incluso milenios. Los arqueólogos los estudian para saber cómo eran las personas en el pasado: sus características físicas, estatura, enfermedades, estilo de vida, hábitos alimenticios e incluso hasta la forma como murieron.
Una de las áreas de la historia económica que más han avanzado en las últimas décadas es la antropometría, que se refiere al estudio del cuerpo y, sobre todo, de la estatura para ver la evolución del nivel de vida biológico a través del tiempo. El pionero en este campo de investigación fue el historiador económico norteamericano y premio Nobel en Economía Robert Fogel.
La estatura es el resultado de la interacción de la genética, la nutrición y la salud durante los años de crecimiento, de 0 a 18 años. Todas las personas nacen con un potencial de estatura genético, pero alcanzarlo dependerá de la buena nutrición y salud, especialmente en los tres primeros años de vida. En la medida en que se ha ido reduciendo la desnutrición y mejorando la salud por los avances de la higiene, de la medicina y agua de buena calidad, la población ha crecido en su estatura promedio.
Sabemos por la información que ofrece la cédula de ciudadanía, por ejemplo, que a comienzos del siglo XX las mujeres colombianas median en promedio 1,50 metros y los hombres 1,60 metros. De allí en adelante se ha avanzado cerca de un centímetro por década. Por eso, entre los jóvenes colombianos que hoy alcanzan 18 años, miden en promedio cerca de 1,61 metros las mujeres y 1,71 metros los hombres.
Pero ¿qué sucedió en el período colonial y en el siglo XIX en este aspecto? De los años anteriores a 1870 no hemos encontrado registros sistemáticos en los documentos de la época que hagan referencia a la estatura de la gente. Por eso, un reciente hallazgo arqueológico en el templo de San Francisco en Getsemaní, Cartagena, ha captado la atención de los investigadores en antropometría. Durante las obras de restauración de la edificación colonial se encontró un cementerio que se extiende desde el siglo XVI hasta los primeros años del siglo XX.
En el lugar, un grupo de investigadores dirigidos por la arqueóloga Mónica Therrien ha encontrado hasta la fecha unos 500 esqueletos en bastante buen estado y esperan hallar por lo menos 100 más. Esta se constituye en la mayor colección de esqueletos descubiertos hasta la fecha en Colombia, y será por ende fuente de múltiples estudios en los próximos años.
Un grupo de académicos de la Universidad del Norte, institución que será depositaria de los hallazgos en San Francisco, integrado por bioarqueólogos, médicos y economistas, adelantará una investigación para estimar la estatura y las condiciones de salud y nutrición de las personas que murieron en Cartagena en el período colonial y el siglo XIX. Otro grupo lo hará sobre las prácticas funerarias y los elementos con los cuales enterraban a la gente, entre otros aspectos.
Muchos arqueólogos que conocen el panorama latinoamericano, en cuanto a hallazgos arqueológicos de este tipo, no dudan en calificar el del templo de San Francisco en Cartagena como de importancia continental. Qué bueno que seguimos avanzando en conocer cada día más sobre la inmensa, variada y compleja historia de Cartagena.