Entre los científicos sociales colombianos de las últimas décadas pocos se han caracterizado tanto como Salomón Kalmanovitz por su capacidad para tener un pensamiento vivo, en permanente evolución. Es más, en el clima de sectarismo ideológico que ha predominado últimamente, muchos optan por mantenerse apegados a viejos dogmas, mientras otros los cambian para ser más fundamentalistas aún en el nuevo credo al cual han migrado, usualmente de la izquierda a la derecha y raras veces en sentido contrario.
Quienes durante años hemos seguido los trabajos de Salomón Kalmanovitz hemos observado que su pensamiento ha tenido una transformación gradual, basada en su lectura de los hechos y con enorme transparencia. Es decir, alejado de las epifanías a que se aferran los conversos súbitos.
Salomón Kalmanovitz se inició como un economista marxista ortodoxo y gran conocedor de El capital. Lo escuché por primera vez hacia 1975 cuando enseñaba el curso de Economía Marxista en la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Lo que más llamaba la atención en sus argumentos, en comparación con otros marxistas colombianos de la época, era su insistencia en el análisis de los hechos. Por ejemplo, refutaba a quienes decían que la inversión extranjera hacía que las fuerzas productivas se estancaran y mostraba cómo los datos decían otra cosa. Pienso que en ello tuvo que ver su formación en la tradición intelectual anglosajona, tan orientada por el empirismo y alejada del escolasticismo hispánico y que tuvo una gran afinidad electiva con el dogmatismo marxista.
Kalmanovitz nació en Barranquilla y estudió brevemente en el Colegio Hebreo y en El Prado, pero hizo casi toda la primaria y el bachillerato en el Colegio Americano, que era protestante pero acogía mejor a los judíos que los colegios católicos. Luego hizo su pregrado y posgrado en Estados Unidos.
Su contribución a la renovación de los estudios de economía política e historia económica en Colombia es indudable. En esto continúa la tradición renovadora de intelectuales barranquilleros como Luis Eduardo Nieto Arteta, el pionero de la historia económica en Colombia, y Orlando Fals Borda, el más destacado sociólogo colombiano de todos los tiempos.
En su juventud Kalmanovitz estudió la agricultura y la ganadería del país con publicaciones que se caracterizaron por el inmenso trabajo empírico y la amplitud del análisis cuantitativo. En historia económica destacaría sus investigaciones sobre finanzas públicas del periodo radical y su breve historia económica de Colombia, disponible en la página web de la Biblioteca Nacional. Pero también destaco su labor como intelectual público, opinando sobre diversos temas de relevancia nacional a través de sus escritos académicos y de su columna semanal en El Espectador. Resalto incluso sus fallidos intentos por participar en las contiendas electorales al lado de Antanas Mockus. Todo ello realizado con respeto, sin estridencias y con el ánimo de elevar el debate público.
Por todo esto, el Consejo Directivo de la Universidad del Norte le otorgará este jueves 4 de abril el doctorado honoris causa en Economía.
Entre los científicos sociales colombianos de las últimas décadas pocos se han caracterizado tanto como Salomón Kalmanovitz por su capacidad para tener un pensamiento vivo, en permanente evolución. Es más, en el clima de sectarismo ideológico que ha predominado últimamente, muchos optan por mantenerse apegados a viejos dogmas, mientras otros los cambian para ser más fundamentalistas aún en el nuevo credo al cual han migrado, usualmente de la izquierda a la derecha y raras veces en sentido contrario.
Quienes durante años hemos seguido los trabajos de Salomón Kalmanovitz hemos observado que su pensamiento ha tenido una transformación gradual, basada en su lectura de los hechos y con enorme transparencia. Es decir, alejado de las epifanías a que se aferran los conversos súbitos.
Salomón Kalmanovitz se inició como un economista marxista ortodoxo y gran conocedor de El capital. Lo escuché por primera vez hacia 1975 cuando enseñaba el curso de Economía Marxista en la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Lo que más llamaba la atención en sus argumentos, en comparación con otros marxistas colombianos de la época, era su insistencia en el análisis de los hechos. Por ejemplo, refutaba a quienes decían que la inversión extranjera hacía que las fuerzas productivas se estancaran y mostraba cómo los datos decían otra cosa. Pienso que en ello tuvo que ver su formación en la tradición intelectual anglosajona, tan orientada por el empirismo y alejada del escolasticismo hispánico y que tuvo una gran afinidad electiva con el dogmatismo marxista.
Kalmanovitz nació en Barranquilla y estudió brevemente en el Colegio Hebreo y en El Prado, pero hizo casi toda la primaria y el bachillerato en el Colegio Americano, que era protestante pero acogía mejor a los judíos que los colegios católicos. Luego hizo su pregrado y posgrado en Estados Unidos.
Su contribución a la renovación de los estudios de economía política e historia económica en Colombia es indudable. En esto continúa la tradición renovadora de intelectuales barranquilleros como Luis Eduardo Nieto Arteta, el pionero de la historia económica en Colombia, y Orlando Fals Borda, el más destacado sociólogo colombiano de todos los tiempos.
En su juventud Kalmanovitz estudió la agricultura y la ganadería del país con publicaciones que se caracterizaron por el inmenso trabajo empírico y la amplitud del análisis cuantitativo. En historia económica destacaría sus investigaciones sobre finanzas públicas del periodo radical y su breve historia económica de Colombia, disponible en la página web de la Biblioteca Nacional. Pero también destaco su labor como intelectual público, opinando sobre diversos temas de relevancia nacional a través de sus escritos académicos y de su columna semanal en El Espectador. Resalto incluso sus fallidos intentos por participar en las contiendas electorales al lado de Antanas Mockus. Todo ello realizado con respeto, sin estridencias y con el ánimo de elevar el debate público.
Por todo esto, el Consejo Directivo de la Universidad del Norte le otorgará este jueves 4 de abril el doctorado honoris causa en Economía.