El pulso del país está encima de los niveles normales. Hay una crispación del ánimo y una sobrestimulación de la dirigencia y de la opinión pública: un acelere colectivo. Algunos adelantos de la tecnología están contribuyendo en esa dirección: las redes, los celulares, la conexión permanente, el aguacero noticioso con mucho ruido y poca reflexión.
En esta carrera de hiperconectividad y de actividad febril, cuando los dirigentes y medios de comunicación atizan la llama de las pasiones, se producen reacciones colectivas poco constructivas e incluso perjudiciales para la inmensa mayoría de la población. Un ejemplo reciente es el harakiri económico que se han hecho los británicos con el brexit. La aritmética es clara en que perderán la Unión Europea y, sobre todo, los británicos. Pero muchos británicos votaron por la salida de la Unión Europea no en razón de la lógica económica, sino por las antipatías contra los franceses y alemanes que han albergado durante siglos.
Por todo lo anterior, creo que necesitamos tener pausas para no hacer nada, para leer sin afán, para caminar por los jardines, para oír música, para disfrutar un atardecer en Puerto Colombia. En mi caso, me decido por pausas de lectura, y a veces leo o releo un par de poesías de algunos de mis escritores favoritos: Neruda, Borges, Lope de Vega, Tennyson, Elizabeth Barrett Browning, nunca Mario Benedetti y a menudo Meira DelMar.
Hoy los invito a que hagan una pausa poética y relean o descubran, quienes no la conocen, a la inmensa y discreta poeta mayor nacida en Barranquilla en 1922: Olga Chams Eljach, más conocida como Meira DelMar. “Ha de pasar la vida. Ha de llegar la muerte. He de quedar tendida bajo la tierra, inerte, insensible, callada, como estatua de cera que al romperse en pedazos abandonada fuera”, dice uno de los versos de su poema Olvido.
Meira DelMar provenía de una familia de origen libanés y por eso se interesó mucho en la cultura de sus antepasados y los conflictos de esa región. Una de sus poesías más impactantes trata sobre una guerrillera palestina que a sus 25 años secuestró un avión comercial, y que un año después, en 1970, repitió su hazaña; esta vez secuestrando un vuelo que viajaba a Nueva York y que logró desviar hacia Londres. Leila Khaled fue arrestada en el aeropuerto de Heathrow.
Meira DelMar leyó en la prensa barranquillera la noticia del secuestro del avión y la captura de Leila Khaled en Inglaterra. Le impactó tanto la corta edad de Leila que decidió escribir el poema Elegía de Leila: “Te rompieron la infancia, Leila Khaled. Lo mismo que una espiga o el tallo de una flor, te rompieron los años del asombro y la ternura, y asolaron la puerta de tu casa para que entrara el viento del exilio”.
Como nos muestra Meira, la poesía también es un recurso literario que se ocupa de contarnos la realidad, de evocar los sentimientos de nuestra colectividad. Esta es la invitación que nos hace el libro Raíz antigua y otros poemas, una compilación de algunos de los mejores poemas de Meira, que está disponible de forma gratuita en internet. Una pausa poética apropiada para estos días de afanes convulsivos.
El pulso del país está encima de los niveles normales. Hay una crispación del ánimo y una sobrestimulación de la dirigencia y de la opinión pública: un acelere colectivo. Algunos adelantos de la tecnología están contribuyendo en esa dirección: las redes, los celulares, la conexión permanente, el aguacero noticioso con mucho ruido y poca reflexión.
En esta carrera de hiperconectividad y de actividad febril, cuando los dirigentes y medios de comunicación atizan la llama de las pasiones, se producen reacciones colectivas poco constructivas e incluso perjudiciales para la inmensa mayoría de la población. Un ejemplo reciente es el harakiri económico que se han hecho los británicos con el brexit. La aritmética es clara en que perderán la Unión Europea y, sobre todo, los británicos. Pero muchos británicos votaron por la salida de la Unión Europea no en razón de la lógica económica, sino por las antipatías contra los franceses y alemanes que han albergado durante siglos.
Por todo lo anterior, creo que necesitamos tener pausas para no hacer nada, para leer sin afán, para caminar por los jardines, para oír música, para disfrutar un atardecer en Puerto Colombia. En mi caso, me decido por pausas de lectura, y a veces leo o releo un par de poesías de algunos de mis escritores favoritos: Neruda, Borges, Lope de Vega, Tennyson, Elizabeth Barrett Browning, nunca Mario Benedetti y a menudo Meira DelMar.
Hoy los invito a que hagan una pausa poética y relean o descubran, quienes no la conocen, a la inmensa y discreta poeta mayor nacida en Barranquilla en 1922: Olga Chams Eljach, más conocida como Meira DelMar. “Ha de pasar la vida. Ha de llegar la muerte. He de quedar tendida bajo la tierra, inerte, insensible, callada, como estatua de cera que al romperse en pedazos abandonada fuera”, dice uno de los versos de su poema Olvido.
Meira DelMar provenía de una familia de origen libanés y por eso se interesó mucho en la cultura de sus antepasados y los conflictos de esa región. Una de sus poesías más impactantes trata sobre una guerrillera palestina que a sus 25 años secuestró un avión comercial, y que un año después, en 1970, repitió su hazaña; esta vez secuestrando un vuelo que viajaba a Nueva York y que logró desviar hacia Londres. Leila Khaled fue arrestada en el aeropuerto de Heathrow.
Meira DelMar leyó en la prensa barranquillera la noticia del secuestro del avión y la captura de Leila Khaled en Inglaterra. Le impactó tanto la corta edad de Leila que decidió escribir el poema Elegía de Leila: “Te rompieron la infancia, Leila Khaled. Lo mismo que una espiga o el tallo de una flor, te rompieron los años del asombro y la ternura, y asolaron la puerta de tu casa para que entrara el viento del exilio”.
Como nos muestra Meira, la poesía también es un recurso literario que se ocupa de contarnos la realidad, de evocar los sentimientos de nuestra colectividad. Esta es la invitación que nos hace el libro Raíz antigua y otros poemas, una compilación de algunos de los mejores poemas de Meira, que está disponible de forma gratuita en internet. Una pausa poética apropiada para estos días de afanes convulsivos.