Publica Andrés Pastrana unas memorias olvidadas en que acusa a César Gaviria, Íngrid Betancourt, Alberto Santofimio, Tirofijo y Alberto Fujimori y hace otras revelaciones.
Hay que suponer que Pastrana dice la verdad y escribe para que los lectores le crean. El estilo es: “Esto sucedió así”, “Lo que pasó no es culpa mía”, “La responsabilidad es de fulano o de sutana”.
Pero Pastrana no se refiere a temas espinosos sobre los cuales no puede asumir el mismo tono autosuficiente. Por eso conviene refrescar la memoria de los lectores y la de Pastrana. El entonces congresista Gustavo Petro, en su libro El caso del Banco del Pacífico (2005), anotó que en los meses anteriores a la elección que Pastrana ganó en 1998, salieron de ese banco hacia el exterior 12 millones de dólares “que nunca volvieron”.
Luis Alberto Moreno era el presidente de la junta directiva de la matriz de ese banco ecuatoriano y al mismo tiempo director y gerente de la campaña de Pastrana. Petro habló de “Un verdadero sifoneo de recursos hecho por pastranistas en plena campaña electoral presidencial”. Y comprobó que en 1998-1999 el banco giró al exterior US$29,9 millones y solamente US$3,2 en el bienio anterior.
Para Petro el del Pacífico era un “banco manejado dolosamente por la flor y nata del pastranismo. Y por ello se lanzaron con furia contra el Banco Andino”. El gobierno de Pastrana acusó falsamente al Andino de robarse los impuestos recaudados por cuenta de la DIAN, con lo cual quebró al banco ecuatoriano del cual era filial.
En la liquidación del Andino la DIAN y todos los clientes recuperaron hasta el último centavo. Nunca hubo fraude. En el Pacífico la DIAN y la clientela perdieron plata, pero el gobierno de Pastrana de manera mendaz y arbitraria se cebó contra los directivos y accionistas del Andino. Especialmente contra uno, Nicolás Landes, que fue amigo de Pastrana y que le dio US$100.000 para la campaña de 1998 y le ayudó en campañas anteriores.
Pastrana sabía que Landes era un banquero honorable. Lo conoció como yerno de Luis Fernando Echavarría, ministro de Hacienda de su padre, Misael Pastrana Borrero. Es comprensible que en este segundo tomo de memorias Andrés Pastrana tampoco se refiera a su propia ruindad, pues tendría que confesar en relación con Landes y el Banco Andino: “En mi gobierno se utilizó caprichosamente el poder del Estado para perseguir a personas inocentes, destrozar no pocas familias, mandar a la cárcel a gente de bien, dejar sin trabajo a 700 empleados de un banco ecuatoriano y causar la ruina de patrimonios bien habidos, pero carezco de la hombría de bien para reconocer la verdad”.
Publica Andrés Pastrana unas memorias olvidadas en que acusa a César Gaviria, Íngrid Betancourt, Alberto Santofimio, Tirofijo y Alberto Fujimori y hace otras revelaciones.
Hay que suponer que Pastrana dice la verdad y escribe para que los lectores le crean. El estilo es: “Esto sucedió así”, “Lo que pasó no es culpa mía”, “La responsabilidad es de fulano o de sutana”.
Pero Pastrana no se refiere a temas espinosos sobre los cuales no puede asumir el mismo tono autosuficiente. Por eso conviene refrescar la memoria de los lectores y la de Pastrana. El entonces congresista Gustavo Petro, en su libro El caso del Banco del Pacífico (2005), anotó que en los meses anteriores a la elección que Pastrana ganó en 1998, salieron de ese banco hacia el exterior 12 millones de dólares “que nunca volvieron”.
Luis Alberto Moreno era el presidente de la junta directiva de la matriz de ese banco ecuatoriano y al mismo tiempo director y gerente de la campaña de Pastrana. Petro habló de “Un verdadero sifoneo de recursos hecho por pastranistas en plena campaña electoral presidencial”. Y comprobó que en 1998-1999 el banco giró al exterior US$29,9 millones y solamente US$3,2 en el bienio anterior.
Para Petro el del Pacífico era un “banco manejado dolosamente por la flor y nata del pastranismo. Y por ello se lanzaron con furia contra el Banco Andino”. El gobierno de Pastrana acusó falsamente al Andino de robarse los impuestos recaudados por cuenta de la DIAN, con lo cual quebró al banco ecuatoriano del cual era filial.
En la liquidación del Andino la DIAN y todos los clientes recuperaron hasta el último centavo. Nunca hubo fraude. En el Pacífico la DIAN y la clientela perdieron plata, pero el gobierno de Pastrana de manera mendaz y arbitraria se cebó contra los directivos y accionistas del Andino. Especialmente contra uno, Nicolás Landes, que fue amigo de Pastrana y que le dio US$100.000 para la campaña de 1998 y le ayudó en campañas anteriores.
Pastrana sabía que Landes era un banquero honorable. Lo conoció como yerno de Luis Fernando Echavarría, ministro de Hacienda de su padre, Misael Pastrana Borrero. Es comprensible que en este segundo tomo de memorias Andrés Pastrana tampoco se refiera a su propia ruindad, pues tendría que confesar en relación con Landes y el Banco Andino: “En mi gobierno se utilizó caprichosamente el poder del Estado para perseguir a personas inocentes, destrozar no pocas familias, mandar a la cárcel a gente de bien, dejar sin trabajo a 700 empleados de un banco ecuatoriano y causar la ruina de patrimonios bien habidos, pero carezco de la hombría de bien para reconocer la verdad”.