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Bono

Aldo Civico
15 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.
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Tengo entre mis manos las memorias de Bono, el líder de U2, las cuales fueron recientemente publicadas bajo el título Surrender: 40 canciones, una historia. Su lectura despierta emociones, reflexiones, interrogantes. Inevitablemente, los recuerdos de Bono se mezclan con los de mi vida; es como si el hemisferio derecho de mi cerebro disfrutara en este momento de hacer conexiones improbables, extrayendo imágenes desde mi propia experiencia de vida, tan distante y diferente a la de una estrella del rock. Pero muchas veces es a través de los contrastes que nos vemos con más lucidez. La lectura de memorias acompaña nuestro proceso de autoconocimiento.

Es así como, en una libreta que tengo a mi lado, anoto los fragmentos de pensamiento desordenado que parecen salir de mis entrañas. Aprendo sobre la crianza de Bono, en el centro de Dublín, en un entorno de división y de violencia política. “No esquivé una bala ese día; esquivé una matanza”, escribe Bono, recordando la serie de bombas que el 17 de mayo de 1974 asesinaron a 33 personas. Descubro que la canción Raised by Wolves está dedicada a aquel día. “Sangre en la calle / las peores cosas en el mundo / se justifican por creencia / No creo más”. También aprendí que, a los 14 años, durante el funeral de su abuelo, Bono perdió de repente a su mamá, a la cual, décadas después, dedicaría la canción Iris. “Me estaba perdiendo”, escribe sobre aquel luto devastador. Recuerda que la casa donde vivía con su familia dejó de ser hogar. “Abrázame fuerte, la oscuridad solo nos permite ver quiénes somos / Tengo tu luz dentro de mí”, canta Bono en Iris.

El trauma es la sustancia de la que está hecha la vida, escribo en mis notas. Estamos rodeados por traumas: los que habitan en nuestros padres, los que viven a nuestro alrededor y los que ocupan nuestro interior; eventos dolorosos que permean nuestras memorias y que dejan una cicatriz biológica en nuestro cerebro. “Algo en mí entiende que hasta que lidiamos con nuestros traumas más traumáticos, hay una parte de nosotros que permanece en la edad en que los encontramos. Durante mucho tiempo eso me ha mantenido en los 14 años, cuando llegué a la pubertad e Iris murió”, confiesa Bono. El punk rock de la mitad de los años 70 lo rescató y lo llevó más allá de sus heridas. Fue la música, junto a los amigos, la familia, la oración, lo que transformó sus traumas en combustible para su desarrollo humano y espiritual. Los traumas no se pueden evitar, pero se pueden trascender. Nuestro futuro no tiene por qué parecerse a nuestro pasado. Podemos brillar no a pesar de nuestros traumas, sino gracias a ellos. Es así como una mano empuñada se transforma en una mano abierta. Lo demuestra no solo la trayectoria artística, sino también el activismo filantrópico de Bono. “Has sido de piedra durante demasiados años.⁣⁣ Prueba algo diferente.⁣⁣ Ríndete”, escribía el poeta Rumi. Esta es la invitación. Este es el camino.

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