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‘RIP’, Liam Payne

Aldo Civico
22 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.

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“La muerte de Liam Payne nos recuerda lo importante que es estar presentes en la vida de quienes amamos”: Aldo Civico.
“La muerte de Liam Payne nos recuerda lo importante que es estar presentes en la vida de quienes amamos”: Aldo Civico.
Foto: EFE - NEIL HALL

El jueves pasado me desperté con la noticia del fallecimiento de Liam Payne, exintegrante del grupo One Direction. Aunque nunca fui fanático del grupo ni seguí su carrera como solista, la noticia me causó una tristeza profunda. Recordé algunas de sus entrevistas en las que, con gran honestidad, hablaba de sus problemas de salud mental y adicciones. Payne no ocultó los desafíos que un éxito masivo, alcanzado en plena adolescencia, había representado para su salud cerebral, una experiencia compartida por otros artistas como Justin Bieber, Shawn Mendes y Robbie Williams. Todos han revelado las dificultades de lidiar con la fama desde jóvenes, enfrentando problemas que muchas veces resultan invisibles para el público.

Es difícil comprender los vacíos, la tristeza y la soledad que acompañan a los espíritus sensibles de los artistas. Payne hablaba abiertamente de esa soledad. En una conversación muy sincera con Steven Bartlett, en su pódcast, confesaba que ya nada le daba placer o lo hacía feliz, una experiencia que comparten quienes sufren agotamiento de dopamina. Este fenómeno, que puede ocurrir en personas que han alcanzado un éxito desbordante, implica que el cerebro se acostumbra a niveles altos de estímulo, haciendo que las experiencias cotidianas pierdan su capacidad de generar satisfacción. Es una realidad lejana para muchos de nosotros, lo que dificulta la empatía. La mayoría juzga rápidamente a estos jóvenes artistas, condenando sus comportamientos sin entender lo que hay detrás de ellos.

Consumimos sus canciones, asistimos a sus conciertos y vivimos momentos de evasión o catarsis, sin considerar el costo en términos de salud mental y emocional para aquellos que exponen su vulnerabilidad ante el público. Recuerdo una escena que presencié hace unos meses en un pub. Un artista reconocido entró, y varios fans se acercaron para tomarse una selfie con él, sin cruzar una sola palabra. No hubo un momento genuino de conexión, pese a la disposición del artista. Fue un acto egoísta; los fans lo “consumieron” para sus propios fines, viviendo ellos mismos un breve instante de gloria. Sentí tristeza por este artista. Al convertir a las celebridades en objetos de consumo, olvidamos que son seres humanos con sus propias luchas.

La muerte de Liam Payne nos recuerda lo importante que es estar presentes en la vida de quienes amamos. Es fundamental cultivar un círculo íntimo con quienes podamos compartir nuestras penas y alegrías. No podemos ver a los demás solo como algo a ser consumido, sino como compañeros con los que crear experiencias auténticas de conexión. El mismo día de su fallecimiento, llamé a un amigo, un conocido creador de contenido, para recordarle que siempre puede contar con mi amistad. A veces, es bueno explicitar lo que sentimos y no darlo por sentado. Solo espero que Liam Payne haya encontrado finalmente la paz que tanto buscó durante su vida.

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