El reto y la oportunidad de la migración venezolana

Alejandro Reyes Posada
02 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.
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La democracia colombiana, aun con sus problemas, ha logrado mantener elecciones libres para renovar los gobiernos, hacer funcionar la economía, proveer servicios y mejorar la calidad de vida de grandes sectores de la población, a pesar de no haber superado la violencia y la inequidad social. En Venezuela, en contraste, la democracia fue aplastada por la revolución bolivariana, las malas políticas económicas sometieron al 85 % de sus habitantes a la pobreza y el petróleo, su única fuente de rentas, está en caída libre por la corrupción e ineptitud empresarial del gobierno. Sin alimentos ni medicinas, una quinta parte de su población ha emigrado para buscar refugio en países vecinos y Colombia es el primer destino del éxodo. Su magnitud crecerá al agotarse las posibilidades de supervivencia de los venezolanos y cerrarse las opciones de relevo democrático de la cúpula que saquea los recursos del país.

La pregunta fundamental es si Colombia está preparada para recibir el tsunami migratorio y hacer frente a sus consecuencias. La respuesta depende de contestar otra pregunta: ¿qué tan incluyente es Colombia con su propia población vulnerable, con ocho millones de desplazados internos y cuatro millones de exiliados, que luchan por sobrevivir? Porque el primer impacto de la migración cae sobre los mercados de trabajo informales y los servicios sociales de asistencia que atienden esa población, que se ven desbordados por la oferta de trabajadores baratos y demandantes de ayuda humanitaria.

En Colombia el rechazo a la migración venezolana puede venir del deterioro de las condiciones de vida de los pobres, al tener que competir con los migrantes por recursos escasos. La pregunta, entonces, se transforma en otra: ¿cómo puede el país fortalecer sus políticas públicas para superar la pobreza de su propia población, de manera que los beneficios también abarquen a los migrantes venezolanos, para atender sus necesidades y aprovechar el aporte de su trabajo y emprendimiento? Debido al desplazamiento interno, en el país hay instituciones con experiencia en atender necesidades humanitarias de la población, pero será necesario aumentar con rapidez la magnitud de su operación y la efectividad del gasto público para cubrir a los migrantes con los mismos servicios.

En Colombia hay mercados de trabajo con déficit de oferta de trabajadores, como la recolección del café y las microempresas, que se han beneficiado de los migrantes venezolanos para suplirla. Muchos tienen educación profesional o técnica y el problema es validar sus títulos y experiencia para ejercer el oficio en Colombia, que puede aprovechar muy bien ese aporte calificado. La política de vivienda de interés social en municipios y capitales debe cubrir la demanda de los migrantes, así como las políticas de tierras y desarrollo rural deben abarcar a los que tienen vocación agraria.

Si el país contaba con acercarse a los 50 millones de habitantes y el censo de población arroja que somos menos de 44 millones, con mayores índices de envejecimiento, la migración venezolana, en su mayoría joven, es el bono demográfico que recibe el país como oportunidad para consolidar su crecimiento, siempre que los venezolanos y colombianos retornados encuentren un país con oportunidades reales para su propia población vulnerable por su condición de pobreza.

 

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