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                                                                                                                                Mientras regreso…

                                                                                                                                Al final de un largo y maravilloso viaje por el río Guayabero a comienzos de los 80, me topé en una trocha con un colono que llevaba en su mula un gran atado de pies de una mata desconocida. Le pregunté qué era y me contestó, asombrado e incrédulo: “¡Coca, doctor!”. Fue como un cocotazo. Desde ese día comencé a ver matas de coca por todos lados y en los puertos una actividad económica insólita. Llegué a Bogotá con la certeza de que el país no se había pellizcado de lo que le venía pierna arriba. Lo comenté con Claudia Cano, amiga de tiempo atrás, y me dijo: “¡Escríbalo!”. El domingo siguiente apareció como crónica en El Espectador. Desde ese día estoy ligado al periódico. He escrito crónicas, reportajes, columnas y nunca me han suprimido ni una sola coma. Por el contrario, me las han puesto. Y muchas. La escritura me ha mostrado el país y a la vez el país se ha quedado a vivir ahí. El Espectador, más que mi casa, ha sido la atalaya desde donde miro, y con lo que miro me comprometo.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Bajo esa protección, e inspirado en esa fuerza, he escrito todas las semanas durante 30 años. He tratado de mirar el país por un agujero que no le gusta al poder porque lo irrita, lo molesta; prefiere la uniformidad dictada, la letra pactada, la verdad acomodada. Por eso, un buen día, Rodrigo Pardo, director de El Espectador, me leyó la dedicatoria de un libro que me mandó de regalo Carlos Castaño: “Estamos en esquinas opuestas, la historia dirá quién tiene la razón, usted me ha hecho más daño que la guerrilla”. Y me fui seis años sin dejar una sola hora de vivir aquí desde allá. No podía ser de otra manera: El Espectador me había enseñado a escribir.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Me voy de El Espectador con la nostalgia con que se deja un paisaje vivido, una mujer amada, un caballo noble. No me despido de donde nunca me iré y en donde nunca me han hecho sentir un invitado.

                                                                                                                                Amaneció cayendo una triste llovizna.

                                                                                                                                Gracias, Fidel.

                                                                                                                                Al final de un largo y maravilloso viaje por el río Guayabero a comienzos de los 80, me topé en una trocha con un colono que llevaba en su mula un gran atado de pies de una mata desconocida. Le pregunté qué era y me contestó, asombrado e incrédulo: “¡Coca, doctor!”. Fue como un cocotazo. Desde ese día comencé a ver matas de coca por todos lados y en los puertos una actividad económica insólita. Llegué a Bogotá con la certeza de que el país no se había pellizcado de lo que le venía pierna arriba. Lo comenté con Claudia Cano, amiga de tiempo atrás, y me dijo: “¡Escríbalo!”. El domingo siguiente apareció como crónica en El Espectador. Desde ese día estoy ligado al periódico. He escrito crónicas, reportajes, columnas y nunca me han suprimido ni una sola coma. Por el contrario, me las han puesto. Y muchas. La escritura me ha mostrado el país y a la vez el país se ha quedado a vivir ahí. El Espectador, más que mi casa, ha sido la atalaya desde donde miro, y con lo que miro me comprometo.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Bajo esa protección, e inspirado en esa fuerza, he escrito todas las semanas durante 30 años. He tratado de mirar el país por un agujero que no le gusta al poder porque lo irrita, lo molesta; prefiere la uniformidad dictada, la letra pactada, la verdad acomodada. Por eso, un buen día, Rodrigo Pardo, director de El Espectador, me leyó la dedicatoria de un libro que me mandó de regalo Carlos Castaño: “Estamos en esquinas opuestas, la historia dirá quién tiene la razón, usted me ha hecho más daño que la guerrilla”. Y me fui seis años sin dejar una sola hora de vivir aquí desde allá. No podía ser de otra manera: El Espectador me había enseñado a escribir.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Me voy de El Espectador con la nostalgia con que se deja un paisaje vivido, una mujer amada, un caballo noble. No me despido de donde nunca me iré y en donde nunca me han hecho sentir un invitado.

                                                                                                                                Amaneció cayendo una triste llovizna.

                                                                                                                                Gracias, Fidel.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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