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En el Canal del Dique, que comunica la bahía de Cartagena con el río Magdalena, hay una familia de campesinos y pescadores del corregimiento de Lomas de Matunilla, en Turbana (Bolívar), que acusa a una empresa camaronera de haber despojado sus predios y las ciénagas del Estado con la ayuda del paramilitarismo. El Frente Canal del Dique de las Autodefensas Unidas de Colombia llegó a la zona en 2001, según la versión del propio comandante de esta estructura, Úber Banquez, más conocido como Juancho Dique. Llegaron allí, según el mismo expara, por pedido de los empresarios para proteger sus negocios y asegurar un corredor de narcotráfico. La “estadía” de las Auc en la región produjo un vaciamiento del territorio, al tiempo que el dique se llenó de cuerpos desmembrados y relatos de horror. Allí no hubo confrontación entre grupos, simplemente un control territorial sellado con la sangre de la gente humilde de Bolívar, Atlántico y los Montes de María.
Los campesinos de Lomas de Matunilla, propiamente de la isla del Covado, acusan directamente al entonces gerente de la empresa camaronera, Nicolás del Castillo, de sostener estrechas relaciones con los paramilitares y de presionarlos para que le vendieran sus tierras. La denuncia ante la Fiscalía la puso Orlando Godoy Carmona, un campesino de 70 años que hoy batalla por la restitución de su tierra. Y así lo cuenta: “Donde estamos se llama La Lucha, es territorio de nuestros padres. De aquí nos sacaron con amenazas y engaños en el 2002. Hemos sido atropellados por ese señor, porque si yo no le quiero vender, ¿cómo me va a mandar a llamar a decirme: ‘Oye, Orlando, tú sabes que la plata es la que da candela’. Volví a mi casa y le dije a mi señora lo que me había pasado con Nicolás, ella se puso a llorar y yo dije: tenemos que venderle porque uno vivo es el que hace, muerto no”.
Nicolás del Castillo fue gerente durante 24 años de una empresa que llegó antes del paramilitarismo a la zona pero que creció durante su presencia. Del Castillo, además, es el actual director de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) del Ministerio de Agricultura. Consultado sobre estas acusaciones, Del Castillo dijo sentirse sorprendido. Luego, sin esperar a que yo le diera más detalles, soltó su defensa dejando claro que sabe por qué y quiénes lo acusan. Le pregunté si reconocía la frase “la plata es la que da candela” y sin más contestó que eso no lo había dicho él. “Esa frase nunca la dije. Ellos dicen que lo dije, pero no. Fui presidente del Club Cartagena, nadie más humano en el trato que yo le daba al personal. Soy reconocido a nivel nacional como una persona tranquila. Hace un tiempo estuve como director de la Aunap en Rocha y Puerto Badel (en el municipio de Arjona) entregando unos programas de fomento. Estuve solo, sin vigilancia, me tomé unas cervezas con ellos. Todo el mundo agradecido y feliz de volver a verme”, se defendió.
Sobre las compras de tierras dijo que fueron casi “humanitarias” y que se hicieron porque ellos se las ofrecieron: “Esa familia poco a poco fue vendiendo. Ellos me buscaban en la oficina y me solicitaban que les comprara tierras inservibles. Eran casi que manglares, tierras muy bajas, pero ellos estaban necesitados y nosotros les compramos. Es totalmente falso que yo compraba a la fuerza, que los estaba desplazando. La gente que me conoce sabe que no soy así. A Orlando Godoy, que fue el último que vendió, nosotros le compramos también como por ayudarlo. Es cierto que en un momento llegaron los paramilitares, pero nunca los apoyamos, de hecho, a mí me amenazaron y tuve que montarme guardaespaldas porque me mandaron una bomba a la casa”.
Ante las versiones enfrentadas, le consulté al mismo Úber Banquez si conocía a Del Castillo y la empresa para la que trabajaba, y contestó así: “Toda la economía que se movía en la zona pagaba finanzas, de eso se encargaba el señor Pedro López. Tengo que ser claro: el señor Del Castillo nunca se reunió conmigo, pero sí aparece relacionado como aportante de unos dineros para las autodefensas en un cuadro de Excel de un computador que fue incautado por la Fiscalía en 2003”. Sobre esto, Del Castillo asegura que es mentira. Que ni él ni la empresa para la que trabajaban le dieron dinero a los paras. Un contrapunteo de versiones que no tiene quién le ponga punto final, pues en Colombia los políticos y empresarios no han permitido que se sepa quiénes fueron los que se enriquecieron en medio de la guerra.
Adenda. Se fue una mujer invaluable en estos tiempos: Yamile Salinas, una mujer que entendió como pocos los vasos que comunican el problema de la tierra y la guerra. Se fue la luchadora contra los despojadores y deja a los sin tierra en total orfandad, y a nosotros, los neófitos en la materia, sin guía en estos trances tan complejos.