¿Distanciamiento social?: *¡*Auschwitz!*

Álvaro Restrepo
23 de mayo de 2020 - 07:17 p. m.
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A los pocos días de haber comenzado la crisis sanitaria se conoció un video en el que el "millenial" y flamante presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se dirigía a su país para anunciar medidas ejemplares de solidaridad con las víctimas económicas de la pandemia. Un poco en broma, un poco en serio, le mandé un mensaje a algunos amigos diciéndoles que iba a pedir la nacionalidad salvadoreña: tan claras, generosas y sensatas me habían parecido sus declaraciones, en contraste con nuestras invocaciones a la protección y ayuda de la Virgen de Chiquinquirá.....  

A las pocas semanas empiezan a circular en los medios y en las redes sociales las escalofriantes, coreográficas y performáticas fotografías de prisioneros, miembros de las temibles maras salvadoreñas. A raíz de una ola de asesinatos, el presidente decide someterlos a la fuerza y mezclarlos a la brava....(Algunos opinan: “¡bien hecho: así se matan entre ellos!”)

La aterradora contundencia y dramatismo de estas imágenes es sólo comparable con las bellísimas fotografías bíblicas de los mineros de Serra Pelada de Sebastião Salgado, o a los temibles documentos de los campos de concentración nazis, o los grabados sobre las naves negreras y la trata de esclavos africanos, o a la ignominia de las prisiones de Abu Grahib y de Guantánamo. Estas  imágenes degradantes ¡para el género humano! han entrado ya al “Museo de la Historia Universal de la Infamia”.

En plena pandemia del coronavirus, cuando la única medida hasta ahora probada como eficaz para prevenir el contagio es el distanciamiento (desgarramiento) social (físico), las dantescas imágenes de estos cuerpos semidesnudos, con tapabocas, tatuados y rapados, hacinados, ensamblados el uno en el otro en una suerte de cópula múltiple, esposados y obligados a tocar los genitales de quiénes tienen detrás, es sin duda el súmmum de la humillación y de la vejación humanas.

No quiero imaginar ni juzgar el infierno que debe ser lidiar con estos personajes...la mayoría de ellos asesinos, hijos de la miseria, de la ignorancia, de la violencia económica y la injusticia social de este pequeño país centroamericano. Pero ... una cosa es una cosa y otra la pérdida total de la dignidad humana. Por algo CNN se preguntaba el otro día: “Nayib Bukele: ¿salvador u hombre-fuerte?"

Como coreógrafo y hombre de escena, no puedo negar que estas imágenes ejercen sobre mí una suerte de morbosa fascinación. Son de una perfección dramatúrgica y factura estética impecables: los tonos de las pieles, el azulado de los cientos de cráneos rapados, los complejos y enigmáticos tatuajes, la simetría geométrica de las formaciones: danza macabra y ritual de inhumanidad y horror.

“¡Si esto es un hombre!”, diría Primo Levi... “¡Si esto es un hombre!”

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Adenda: Gracias a la Virgen de Chiquinquirá mi solicitud de asilo fue denegada.

 

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