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En noviembre de 2020, más de 3.400 personas participaron en el encuentro internacional “Respuestas emergentes a atrocidades contemporáneas”; sus conferencistas, expertos en justicia transicional de países como Sierra Leona, Sudáfrica y Perú, brillaron por su ausencia en los medios de comunicación colombianos.
¿Para qué consultar a extranjeros si contamos con expertos como el hijo mayor de Álvaro Uribe Vélez? En su reciente propuesta de “austeridad” para el Gobierno está eliminar la Justicia Especial para la Paz (JEP): “Se podría reemplazar por un cuestionario en internet y correos electrónicos. Que los jueces vayan a resolver los temas que les importan a los ciudadanos de a pie”. El inconveniente de 6.402 ciudadanos es que ya no son “de a pie” porque, según el cruce de cifras, los asesinaron las fuerzas del Estado. Es más: cuando todavía eran “ciudadanos de a pie” tampoco tenían computador ni wifi para acceder a internet, porque los denominados “falsos positivos” (homicidios en persona protegida) suelen ser ciudadanos de a pie (descalzo), vulnerables económica y socialmente.
El presidente de la JEP, Eduardo Cifuentes, dijo que la propuesta es de una “ignorancia absoluta”. El expresidente Juan Manuel Santos desdeñó: “Es un chiste”.
El nuevo estadista Tomás Uribe migró de los dominios del centro comercial a los del Centro Democrático. De emprendedor pasó a emprenderla contra todo lo que pueda arriesgar los intereses de su padre.
La JEP llegó a la cifra de 6.402 homicidios en persona protegida durante el período de gobierno de Uribe a partir del contraste de tres fuentes de información: la Fiscalía, el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos (que reúne organizaciones sociales y de derechos humanos). La JEP procedió a “desduplicar” las bases de datos para evitar contar dos veces víctimas individuales que aparecieran en más de un listado.
¿Arrancamos de la tierra los cuerpos de posibles víctimas de desaparición forzada en los 17 lugares protegidos por medidas cautelares de la JEP para que diligencien sus “formularios en internet”? ¿O que sus madres se dediquen a mandar correítos si es que encuentran pausa en su búsqueda?
Pero no solo Tomás se mueve entre las altas esferas: su hermano Jerónimo lo acompaña.
El ministro del Interior, Daniel Palacios, dijo en Mañanas Blu #ColombiaEstáAlAire que los delfines paisas van con frecuencia a conversar “como amigos” con el presidente Iván Duque. Según Palacios, no se les puede considerar asesores sino amigos. Tomás Uribe protagoniza una puesta en escena en la que como “amigo” traza línea: se dibuja ante la opinión pública como un intercesor magnánimo ante el poder para que la sal, el azúcar, el café y el chocolate no se graven con IVA del 19 %.
Es intrascendente si el hijo de Uribe es o no el vocero del Centro Democrático. Tampoco es novedad que un delfín acapare la atención mediática en Colombia. Las unciones electorales hereditarias suelen ser así: burdas, predecibles.
Entre todos los problemas que a diario plantea la inexperiencia del gobierno Duque, tal vez el más grave es la pauperización acelerada del debate público.
Que Tomás le cuente al papá que tiene la bandeja llena de correos no leídos.