Los políticos colombianos son criaturas exóticas.
Aquel que se ufana al decir que no va al cine desde los tiempos remotos del Llanero Solitario, comparte auditorio en el Senado de la República con el autor de un poemario escrito en una ardua noche de inspiración: “Quiero ser el loro / a quien nadie tortura, / a quien todos olvidan, / a quien nadie pregunta en qué bando milita”.
Pero esto no es nada nuevo. Esa inclasificable especie denominada “clase política colombiana” incluye las excentricidades de la líder del Movimiento Metapolítico, Regina Betancourt de Liska, y a Miguel Antonio Caro, quien expresaba abiertamente su desprecio por los viajes y su deseo de morir sin conocer el mar. Obras como Políticos en la intimidad, de Alejandro Vallejo, han sido ventanas para observar desde afuera a algunos personajes de ese mundo, a veces desligados del discurso —y el sentido— de lo público.
Es tal el desprestigio de la clase política colombiana que no ser recordado como político podría ser mirado como un triunfo...
La escritora María Cristina Restrepo acaba de publicar Verás huir la calma, una biografía del escritor Jorge Isaacs, narrada por la esposa del escritor, Felisa González. La historia parte de una inversión de papeles: convierte a la heroína de una novela en cocreadora de su propio autor. El personaje inspirador de María se escapa de la ficción para contar la vida del célebre escritor.
Con la voz de una mujer del siglo XIX, la escritora antioqueña conserva el estilo que caracteriza sus obras previas (La mujer de los sueños rotos, Amores sin tregua…): novelas que abogan por la precisión en el dato histórico, enmarcadas en una prosa bella, con personajes llenos de matices, profundamente humanos. Para el lector es, además, una reconciliación con María, después de la áspera aproximación a la obra que suele darse en las aulas escolares.
“La vida política se movía al ritmo de las pasiones, de la animadversión personal, incluso de la doble moral”...
Verás huir la calma es una mirada al hombre polifacético que fue Isaacs: comerciante (muy torpe), periodista, representante conservador, liberal radical, cónsul en Chile, empresario agrícola, educador, militar, revolucionario, explorador científico, etnógrafo y contratista del Gobierno. Novelista y poeta. Padre de familia. Esposo enamorado (infiel como ninguno). Casi mártir de la patria en la “Lapidación del Congreso”, en mayo de 1878. Como superintendente general de Instrucción Pública, intentó adelantar la política educativa del liberalismo radical con la apertura de nuevas normales para formar maestros laicos, capaces de combatir el monopolio pedagógico de la Iglesia.
“Jorge encontró en la literatura el consuelo que tantas personas buscan en la religión”. Verás huir la calma es la historia de un político colombiano sui géneris, no sólo por haber vislumbrado la posibilidad de un Estado moderno, sino porque conoció la revolución que significa escribir desde el alma.
María Cristina Restrepo, Verás huir la calma, Bogotá, Luna Libros, 2014.
* Ana Cristina Restrepo Jiménez
Los políticos colombianos son criaturas exóticas.
Aquel que se ufana al decir que no va al cine desde los tiempos remotos del Llanero Solitario, comparte auditorio en el Senado de la República con el autor de un poemario escrito en una ardua noche de inspiración: “Quiero ser el loro / a quien nadie tortura, / a quien todos olvidan, / a quien nadie pregunta en qué bando milita”.
Pero esto no es nada nuevo. Esa inclasificable especie denominada “clase política colombiana” incluye las excentricidades de la líder del Movimiento Metapolítico, Regina Betancourt de Liska, y a Miguel Antonio Caro, quien expresaba abiertamente su desprecio por los viajes y su deseo de morir sin conocer el mar. Obras como Políticos en la intimidad, de Alejandro Vallejo, han sido ventanas para observar desde afuera a algunos personajes de ese mundo, a veces desligados del discurso —y el sentido— de lo público.
Es tal el desprestigio de la clase política colombiana que no ser recordado como político podría ser mirado como un triunfo...
La escritora María Cristina Restrepo acaba de publicar Verás huir la calma, una biografía del escritor Jorge Isaacs, narrada por la esposa del escritor, Felisa González. La historia parte de una inversión de papeles: convierte a la heroína de una novela en cocreadora de su propio autor. El personaje inspirador de María se escapa de la ficción para contar la vida del célebre escritor.
Con la voz de una mujer del siglo XIX, la escritora antioqueña conserva el estilo que caracteriza sus obras previas (La mujer de los sueños rotos, Amores sin tregua…): novelas que abogan por la precisión en el dato histórico, enmarcadas en una prosa bella, con personajes llenos de matices, profundamente humanos. Para el lector es, además, una reconciliación con María, después de la áspera aproximación a la obra que suele darse en las aulas escolares.
“La vida política se movía al ritmo de las pasiones, de la animadversión personal, incluso de la doble moral”...
Verás huir la calma es una mirada al hombre polifacético que fue Isaacs: comerciante (muy torpe), periodista, representante conservador, liberal radical, cónsul en Chile, empresario agrícola, educador, militar, revolucionario, explorador científico, etnógrafo y contratista del Gobierno. Novelista y poeta. Padre de familia. Esposo enamorado (infiel como ninguno). Casi mártir de la patria en la “Lapidación del Congreso”, en mayo de 1878. Como superintendente general de Instrucción Pública, intentó adelantar la política educativa del liberalismo radical con la apertura de nuevas normales para formar maestros laicos, capaces de combatir el monopolio pedagógico de la Iglesia.
“Jorge encontró en la literatura el consuelo que tantas personas buscan en la religión”. Verás huir la calma es la historia de un político colombiano sui géneris, no sólo por haber vislumbrado la posibilidad de un Estado moderno, sino porque conoció la revolución que significa escribir desde el alma.
María Cristina Restrepo, Verás huir la calma, Bogotá, Luna Libros, 2014.
* Ana Cristina Restrepo Jiménez