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Entre febrero de 1999 y la fecha de su agresión, 25 de mayo de 2000, la periodista Jineth Bedoya publicó en El Espectador 34 artículos documentando descuartizamientos, desapariciones forzadas, tráfico de armas, torturas y otras barbaries que ocurrían dentro de la cárcel La Modelo y frente a los ojos de las autoridades a cargo de este centro penitenciario ubicado en Bogotá.
Los poderes, obviamente, se incomodaron con el periodismo de Bedoya. Ella, valiente, denunció lo que tantos se esforzaron en ocultar. Pero llegó el día, tan propio en Colombia, que la realidad respaldó la denuncia frecuente de Jineth: el 26 de abril de 2000 ocurrió una masacre en el penal, en un intento por tomárselo, los paramilitares se enfrentaron a la delincuencia común con pistolas, fusiles y granadas. ¿El saldo? 32 muertos y 17 heridos. En el artículo “20 años de las 38 horas de horror que vivió La Modelo”, escrito por la misma Bedoya 20 años después de la masacre, el 27 de abril de 2020, se lee: “Sobre las 2 de la mañana del siguiente día cesaron los disparos, pero los paramilitares, que ya habían asesinado a los 25 reclusos del patio (...), decidieron montar el plan para tomarse el ala norte de la cárcel, donde estaban los guerrilleros. Al final, desde la parte exterior, el defensor del pueblo para Bogotá, Iván Villamizar Luciano, logró persuadirlos de negociar y terminar el choque”
Y lo que Bedoya narra 20 años después, dos décadas atrás pudo ser el detonante del suplicio al que fue sometida: la masacre fue escándalo nacional y Bedoya, que ya venía cubriendo lo que sucedía en las cárceles, descubrió y reveló que la retoma que hizo la Policía 48 horas después del combate se concentró en el patio de los guerrilleros. Es decir, los paramilitares protagonizaron los hechos, pero la Policía entró a ocupar el patio en el que estaban los jefes de la guerrilla. Con la firma de Bedoya, El Espectador entonces tituló: “El objetivo son los presos políticos”. Y en el grueso del artículo informó sobre la incomprensible respuesta de la Policía ante una masacre paramilitar.
A la semana siguiente, periodistas de El Espectador y la misma Bedoya recibieron fotocopias del artículo en donde se resaltaban frases que denunciaban las acciones del paramilitarismo dentro de la cárcel. Ante esta novedad, los periodistas denunciaron la amenaza a la Policía y acordaron que lo mejor era buscar una entrevista con los jefes paramilitares dentro de La Modelo. Lo que sigue ya lo saben: Jineth Bedoya recibió una llamada de un paramilitar conocido como El Panadero que le informó sobre la autorización para su entrevista. Y al día siguiente, 25 de mayo de 2000, la periodista fue secuestrada frente a la cárcel y después torturada y ultrajada sexualmente.
Lo que pocos recordamos es la versión de Alejandro Cárdenas, alias JJ, ante los tribunales de Justicia y Paz. El exparamilitar, hoy condenado por la agresión a Bedoya, dijo que recibió la orden de asesinarla y luego la orden fue retenerla en cercanías de la cárcel, pero también agregó que oyó decir a sus jefes que el secuestro fue maquinado por los comandantes paramilitares presos en La Modelo, con el fin de atender una solicitud del General (r) de la Policía Leonardo Gallego Castrillón. Se trata del mismo hombre que, siendo comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, lideró las operaciones Orión y Mariscal en la comuna 13 de Medellín y que en 2006 fue destituido por la Procuraduría por “omisión en el cumplimiento de sus funciones y la consecuente infracción al Derecho Internacional Humanitario”. Solo hasta 2019 un juez compulsó copias para que se investigue Gallego por el caso de Bedoya.
El mejor apoyo para Jineth Bedoya es servir de amplificador de sus denuncias y exigir que se juzgue al autor intelectual de la violencia que sufrió. Jineth, estamos y estaremos siempre contigo.