Ascoes, la Asociación Colombiana de Estudiantes (algunos dicen “Escolares”) no existe, como tantas otras instituciones necesarias que están todavía entre el tintero.
Este gremio no oficial podría formarse de oficio desde la sociedad civil, el Estado o ambos. A él pertenecerían por derecho propio los niños/as de más de ocho años y los adolescentes hasta los 19 años, siempre y cuando estén enrolados en un colegio público. Nadie se vería obligado a participar en sus reuniones o elecciones, pero podría. Dado el esquema de edades, la renovación permanente estaría garantizada. El propósito obvio de Ascoes sería representar en el debate público a los escolares, que nadie más representa, sobre todo no Fecode. ¿Que habría un peligro de manipulación? Cierto, pero no me parece exagerado y, de todos modos, los intereses que más se necesita tener en cuenta en el tema de la educación son los de los niños y las niñas, no los de los maestros, el Estado, los padres o Hacienda.
Lo que se propone es un gremio, parecido a Fenalco, Fedegán o la Andi. La óptica se vería obviamente sesgada hacia los intereses de sus miembros. La idea es que alguien piense antes que nada en los estudiantes educados por el Estado. ¿Les fallan o les incumplen unas promesas, quieren gastarse el dinero en otra cosa, como digamos descuentos tributarios para los ricos? Pues ¡a la huelga y a la calle! Por una vez, la razón sería el bienestar de los niños y niñas, antes que el de los maestros. El ejemplo del presente es pertinente. Los maestros, cómodos en casa, no quieren volver a clase mientras el Estado no les dé todo lo que ellos piden. ¿Quién defiende la necesidad que tienen los niños de alternar con sus amigos y compañeros en vez de estar sueltos en la calle o en la casa, con poco que hacer? ¿Va el Estado a invertir en educación virtual? Ascoes podría presionar para que hubiera tabletas y planes de datos gratuitos.
El ejercicio implícito de hacerse con un cargo directivo en algo como Ascoes es muy valioso, además de democrático, pues a la hora de ganar una votación no hay voz de mando que valga. Un efecto benéfico de Ascoes consistiría en la politización sana y temprana de quienes se activen allí. Claro, habría capítulos regionales y asambleas locales y nacionales.
Obviamente que si se materializa el proyecto, adquiriría las características que sus dirigentes le den. Desde el vamos habría que entender que los extremos aspirarían a ganarse la dirección de algo como Ascoes, si bien no les resultaría fácil, pues los temas naturales serían las reformas que quieren los estudiantes y sus intereses concretos. Por supuesto que las tendencias más centradas deberían intentar fortalecerse en un gremio como el planteado. También funcionaría allí la presión para que los colegios y el sistema educativo complementen la formación con simposios, conferencias o eventos virtuales deseados por los jóvenes, no necesariamente por padres y maestros. Podrían promoverse conciertos, competencias deportivas y eventos extracurriculares.
Una voz me dice que es posible incluir en el esquema a los estudiantes de colegios privados, creando así una amalgama democrática, pero no estoy seguro de ello porque lo que estaría en juego son las decisiones sobre la educación pública, o sea la impartida por el Estado, nacional o local.
Dicho de otro modo, Ascoes sería alternativa a Fecode, pero a cargo de niños y adolescentes. Falta encontrar ahora quien promueva el gremio.
Ascoes, la Asociación Colombiana de Estudiantes (algunos dicen “Escolares”) no existe, como tantas otras instituciones necesarias que están todavía entre el tintero.
Este gremio no oficial podría formarse de oficio desde la sociedad civil, el Estado o ambos. A él pertenecerían por derecho propio los niños/as de más de ocho años y los adolescentes hasta los 19 años, siempre y cuando estén enrolados en un colegio público. Nadie se vería obligado a participar en sus reuniones o elecciones, pero podría. Dado el esquema de edades, la renovación permanente estaría garantizada. El propósito obvio de Ascoes sería representar en el debate público a los escolares, que nadie más representa, sobre todo no Fecode. ¿Que habría un peligro de manipulación? Cierto, pero no me parece exagerado y, de todos modos, los intereses que más se necesita tener en cuenta en el tema de la educación son los de los niños y las niñas, no los de los maestros, el Estado, los padres o Hacienda.
Lo que se propone es un gremio, parecido a Fenalco, Fedegán o la Andi. La óptica se vería obviamente sesgada hacia los intereses de sus miembros. La idea es que alguien piense antes que nada en los estudiantes educados por el Estado. ¿Les fallan o les incumplen unas promesas, quieren gastarse el dinero en otra cosa, como digamos descuentos tributarios para los ricos? Pues ¡a la huelga y a la calle! Por una vez, la razón sería el bienestar de los niños y niñas, antes que el de los maestros. El ejemplo del presente es pertinente. Los maestros, cómodos en casa, no quieren volver a clase mientras el Estado no les dé todo lo que ellos piden. ¿Quién defiende la necesidad que tienen los niños de alternar con sus amigos y compañeros en vez de estar sueltos en la calle o en la casa, con poco que hacer? ¿Va el Estado a invertir en educación virtual? Ascoes podría presionar para que hubiera tabletas y planes de datos gratuitos.
El ejercicio implícito de hacerse con un cargo directivo en algo como Ascoes es muy valioso, además de democrático, pues a la hora de ganar una votación no hay voz de mando que valga. Un efecto benéfico de Ascoes consistiría en la politización sana y temprana de quienes se activen allí. Claro, habría capítulos regionales y asambleas locales y nacionales.
Obviamente que si se materializa el proyecto, adquiriría las características que sus dirigentes le den. Desde el vamos habría que entender que los extremos aspirarían a ganarse la dirección de algo como Ascoes, si bien no les resultaría fácil, pues los temas naturales serían las reformas que quieren los estudiantes y sus intereses concretos. Por supuesto que las tendencias más centradas deberían intentar fortalecerse en un gremio como el planteado. También funcionaría allí la presión para que los colegios y el sistema educativo complementen la formación con simposios, conferencias o eventos virtuales deseados por los jóvenes, no necesariamente por padres y maestros. Podrían promoverse conciertos, competencias deportivas y eventos extracurriculares.
Una voz me dice que es posible incluir en el esquema a los estudiantes de colegios privados, creando así una amalgama democrática, pero no estoy seguro de ello porque lo que estaría en juego son las decisiones sobre la educación pública, o sea la impartida por el Estado, nacional o local.
Dicho de otro modo, Ascoes sería alternativa a Fecode, pero a cargo de niños y adolescentes. Falta encontrar ahora quien promueva el gremio.