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                                                                                                                                El hijo del minero

                                                                                                                                GONZALO ROJAS, EL MAYOR POETA vivo de nuestra lengua, murió este lunes en Santiago, lejos de su amado "Chillán de Chile". Tenía 93 años.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La vertiente más potente de su poesía la dedicó a las mujeres. Bajo de estatura, con gafas y calzonarias, nadie confundió nunca a Gonzalo con un hombre apuesto, lo que no obstó para que tuviera en la materia un éxito arrollador. Uno lo imagina, ya viudo, valiéndose de su bella voz de bajo-barítono para deslumbrarlas y llevarlas sonriendo al desnucadero de su cama china con espejos. Gonzalo no concebía el amor de una manera que no fuera sensual y erótica, y los múltiples poemas dedicados a las vicisitudes de Eros lo comprueban.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Cabe poca duda de que Gonzalo Rojas solucionó su vida haciéndose poeta, pues uno no lo imagina de novelista, de periodista o de dramaturgo. Al igual que otros equilibristas del peligroso mundo del verso, cayó a veces en algún poema flojo, pero por el camino fue adquiriendo las audacias del obstinado y durante su larga madurez trasegaba por la cuerda como si ésta no existiera.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

                                                                                                                                Fiel a la tradición, convocó con frecuencia a la muerte a su poesía, por lo general para burlarse un poco de ella. En “Materia de testamento”, escrito en 1988, o sea hace más de dos décadas, recurre a la tentación legataria inaugurada en tiempos de Villon y le deja a la muerte “un crucifijo viejo de latón”.

                                                                                                                                Gonzalo Rojas se rehusaba a envejecer, pese a pasar de los 90. Sin embargo, en una de esas le tocó morir. Ahora, cuando tanta gente lo invoca y le manda abrazos, tendría que repetir lo que dice otro verso suyo: “circunstancias adversas impídenme concurrir”.

                                                                                                                                andreshoyos@elmalpensante.com @andrewholes

                                                                                                                                GONZALO ROJAS, EL MAYOR POETA vivo de nuestra lengua, murió este lunes en Santiago, lejos de su amado "Chillán de Chile". Tenía 93 años.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La vertiente más potente de su poesía la dedicó a las mujeres. Bajo de estatura, con gafas y calzonarias, nadie confundió nunca a Gonzalo con un hombre apuesto, lo que no obstó para que tuviera en la materia un éxito arrollador. Uno lo imagina, ya viudo, valiéndose de su bella voz de bajo-barítono para deslumbrarlas y llevarlas sonriendo al desnucadero de su cama china con espejos. Gonzalo no concebía el amor de una manera que no fuera sensual y erótica, y los múltiples poemas dedicados a las vicisitudes de Eros lo comprueban.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Cabe poca duda de que Gonzalo Rojas solucionó su vida haciéndose poeta, pues uno no lo imagina de novelista, de periodista o de dramaturgo. Al igual que otros equilibristas del peligroso mundo del verso, cayó a veces en algún poema flojo, pero por el camino fue adquiriendo las audacias del obstinado y durante su larga madurez trasegaba por la cuerda como si ésta no existiera.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gonzalo Rojas se rehusaba a envejecer, pese a pasar de los 90. Sin embargo, en una de esas le tocó morir. Ahora, cuando tanta gente lo invoca y le manda abrazos, tendría que repetir lo que dice otro verso suyo: “circunstancias adversas impídenme concurrir”.

                                                                                                                                andreshoyos@elmalpensante.com @andrewholes

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