El lunes 30 de mayo el ambiente del país amaneció más ligero, distensionado.
Pasaron a la 2ª vuelta Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Por ahí hay quienes están descubriéndole virtudes a Petro, que nunca en la vida ha demostrado. Se llama wishful thinking o, en español, pensar con el deseo. El hombre sigue rodeado de su colección de políticos torcidos —Benedetti, Roy Barreras, Piedad Córdoba, el cura Hoyos, Ernesto Samper, etc.— y las viejas posiciones revolotean a su alrededor como las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. A lo largo de la campaña pretendió virar al centro pero, dada su presunta infalibilidad papal, asumió algunas ideas nuevas sin aceptar que antes había dicho lo contrario. Por lo visto es incapaz de un verdadero cambio de rumbo. Invitó a formar parte de su eventual gobierno a decenas de tecnócratas prestigiosos y casi ninguno ha aceptado.
Sobre Rodolfo Hernández hay, por supuesto, muchas incógnitas. La razón es clarísima. Ya que hasta hace poco más de un mes su candidatura realmente no parecía encaminada a pasar a la 2ª vuelta, tanto el programa como el equipo del ingeniero estaban más esbozados que elaborados. No es el fin del mundo. Ahora, dado que el 19 de junio podría salir triunfador, los vacíos mencionados se vuelven muy importantes y son una debilidad del candidato. En últimas Rodolfo le pide hoy a la gente que confíe en su criterio mientras va precisando aspectos y personas claves de lo que sería su gobierno. A juzgar por lo mucho que leo aquí y allá, podría acertar bastante, así también cometa errores, como los comete cualquiera. Otro cantar es el balance final, que se haría en 2026.
Los programas y los equipos de Sergio Fajardo y de Fico Gutiérrez quedaron elaborados. Aunque aquí y allá hay cosas razonables en los de este último, lo suyo es el continuismo y en este momento eso se volvió tóxico, de modo que la verdadera opción sería que Hernández se apropiara de lo valioso que tiene Sergio Fajardo, quien casi con seguridad se va a sumar a la campaña del ingeniero.
Las instituciones colombianas ¿son o no son sólidas? Yo creo que sí lo son, tanto que mal que bien resistieron a los embates de Álvaro Uribe —nadie menos que él—, si bien me parece un adefesio ponerlas a prueba bajo alguien tan carente de principios como Gustavo Petro. Casos lamentables se han visto en nuestro continente en el pasado. No veo un peligro ni de lejos semejante en la figura de Rodolfo Hernández.
Imposible de prever el resultado de la 2ª vuelta del 19 de junio. Sin embargo, la sola suma de los votos de Hernández y Gutiérrez da un 52 %. Según una encuestadora, el 20 % de quienes votaron por Sergio Fajardo migrarían hacia Petro, al tiempo que un 50 % lo haría hacia RH. El resto sigue indeciso, votaría en blanco o se abstendría.
Vaya que se exagera mucho con la frase de “momento histórico”. Sin embargo, hoy el concepto es ineludible, sobre todo porque una de las alternativas puede significar una ruptura institucional de consecuencias imprevisibles. La idea, por lo tanto, será no dar un salto al vacío, que sí sería histórico. ¿Optimismum tremens, de mi parte? ¡Salud, los lectores!
De cualquier modo, en esta ocasión el voto en blanco no tendría mayor justificación.
El lunes 30 de mayo el ambiente del país amaneció más ligero, distensionado.
Pasaron a la 2ª vuelta Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Por ahí hay quienes están descubriéndole virtudes a Petro, que nunca en la vida ha demostrado. Se llama wishful thinking o, en español, pensar con el deseo. El hombre sigue rodeado de su colección de políticos torcidos —Benedetti, Roy Barreras, Piedad Córdoba, el cura Hoyos, Ernesto Samper, etc.— y las viejas posiciones revolotean a su alrededor como las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. A lo largo de la campaña pretendió virar al centro pero, dada su presunta infalibilidad papal, asumió algunas ideas nuevas sin aceptar que antes había dicho lo contrario. Por lo visto es incapaz de un verdadero cambio de rumbo. Invitó a formar parte de su eventual gobierno a decenas de tecnócratas prestigiosos y casi ninguno ha aceptado.
Sobre Rodolfo Hernández hay, por supuesto, muchas incógnitas. La razón es clarísima. Ya que hasta hace poco más de un mes su candidatura realmente no parecía encaminada a pasar a la 2ª vuelta, tanto el programa como el equipo del ingeniero estaban más esbozados que elaborados. No es el fin del mundo. Ahora, dado que el 19 de junio podría salir triunfador, los vacíos mencionados se vuelven muy importantes y son una debilidad del candidato. En últimas Rodolfo le pide hoy a la gente que confíe en su criterio mientras va precisando aspectos y personas claves de lo que sería su gobierno. A juzgar por lo mucho que leo aquí y allá, podría acertar bastante, así también cometa errores, como los comete cualquiera. Otro cantar es el balance final, que se haría en 2026.
Los programas y los equipos de Sergio Fajardo y de Fico Gutiérrez quedaron elaborados. Aunque aquí y allá hay cosas razonables en los de este último, lo suyo es el continuismo y en este momento eso se volvió tóxico, de modo que la verdadera opción sería que Hernández se apropiara de lo valioso que tiene Sergio Fajardo, quien casi con seguridad se va a sumar a la campaña del ingeniero.
Las instituciones colombianas ¿son o no son sólidas? Yo creo que sí lo son, tanto que mal que bien resistieron a los embates de Álvaro Uribe —nadie menos que él—, si bien me parece un adefesio ponerlas a prueba bajo alguien tan carente de principios como Gustavo Petro. Casos lamentables se han visto en nuestro continente en el pasado. No veo un peligro ni de lejos semejante en la figura de Rodolfo Hernández.
Imposible de prever el resultado de la 2ª vuelta del 19 de junio. Sin embargo, la sola suma de los votos de Hernández y Gutiérrez da un 52 %. Según una encuestadora, el 20 % de quienes votaron por Sergio Fajardo migrarían hacia Petro, al tiempo que un 50 % lo haría hacia RH. El resto sigue indeciso, votaría en blanco o se abstendría.
Vaya que se exagera mucho con la frase de “momento histórico”. Sin embargo, hoy el concepto es ineludible, sobre todo porque una de las alternativas puede significar una ruptura institucional de consecuencias imprevisibles. La idea, por lo tanto, será no dar un salto al vacío, que sí sería histórico. ¿Optimismum tremens, de mi parte? ¡Salud, los lectores!
De cualquier modo, en esta ocasión el voto en blanco no tendría mayor justificación.