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                                                                                                                                La ira del hombre común

                                                                                                                                Vivimos en tiempos de la ira del hombre común. Uso la palabra hombre en el sentido tradicional de “ser humano”, como la usa Aaron Copland para titular su famosa fanfarria, aunque no se me escapa que hablo de una ira que afecta más que todo al género masculino. De hecho, las mujeres fueron las primeras en reaccionar contra Donald Trump al día siguiente de su posesión. No sé si exista la ira de la mujer común, pero en todo caso será distinta y menos potente que su contraparte masculina.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                El hombre común —según lo hemos visto hace poco en los seguidores de Trump y un poco antes en los de Chávez— se aferra a una serie de “verdades” inamovibles con una irracionalidad a prueba de balas. El hombre común resiente como lo peor que gente más educada, más elocuente que él, o simplemente diferente, le explique sus errores o le señale sus prejuicios. Considera que esas explicaciones y señalamientos son afrentas inaguantables; debe haber algo en extremo perverso, algo diabólico en un discurso de apariencia sólida que contradice sus “verdades”.

                                                                                                                                Los caudillos que tienen éxito en los tiempos de la ira del hombre común son aquellos que aprenden a hablar en el idioma de esa ira, que retroalimentan esas “verdades” con explicaciones maniqueas y descaradas. Quienes intentan reflexionar, matizar o desmenuzar lo que pasa son unos mentirosos y unos traidores. Y se notará que lo son porque se exasperan ante la irracionalidad del hombre común, ante su testarudez. Sí, lo verde es amarillo, el círculo es cuadrado, ¡y qué!

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                andreshoyos@elmalpensante.com, @andrewholes

                                                                                                                                Vivimos en tiempos de la ira del hombre común. Uso la palabra hombre en el sentido tradicional de “ser humano”, como la usa Aaron Copland para titular su famosa fanfarria, aunque no se me escapa que hablo de una ira que afecta más que todo al género masculino. De hecho, las mujeres fueron las primeras en reaccionar contra Donald Trump al día siguiente de su posesión. No sé si exista la ira de la mujer común, pero en todo caso será distinta y menos potente que su contraparte masculina.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                El hombre común —según lo hemos visto hace poco en los seguidores de Trump y un poco antes en los de Chávez— se aferra a una serie de “verdades” inamovibles con una irracionalidad a prueba de balas. El hombre común resiente como lo peor que gente más educada, más elocuente que él, o simplemente diferente, le explique sus errores o le señale sus prejuicios. Considera que esas explicaciones y señalamientos son afrentas inaguantables; debe haber algo en extremo perverso, algo diabólico en un discurso de apariencia sólida que contradice sus “verdades”.

                                                                                                                                Los caudillos que tienen éxito en los tiempos de la ira del hombre común son aquellos que aprenden a hablar en el idioma de esa ira, que retroalimentan esas “verdades” con explicaciones maniqueas y descaradas. Quienes intentan reflexionar, matizar o desmenuzar lo que pasa son unos mentirosos y unos traidores. Y se notará que lo son porque se exasperan ante la irracionalidad del hombre común, ante su testarudez. Sí, lo verde es amarillo, el círculo es cuadrado, ¡y qué!

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                andreshoyos@elmalpensante.com, @andrewholes

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