... que la noche es larga
Digamos que las pulgas tendrán varias ocasiones para picar, todas en 2022. Serán las consultas políticas de marzo y las elecciones presidenciales de mayo —la primera vuelta— y de junio —la segunda vuelta (casi segura)—. Aunque antes se oirá mucho ruido y habrá una febril actividad en un sentido u otro, nada de lo previo será definitivo.
La lista de precandidatos del uribismo, Paloma Valencia, Rafael Nieto Loaiza y un par de más simple y llanamente significa que esa tendencia está muerta en materia presidencial. Por si fuera poco, los constantes escándalos sobre la elección de Duque no ayudan para nada. En eso tiene razón Juanita León de La Silla Vacía: el debate será entre el centro y la izquierda populista. Por lo que hoy se ve, la segunda vuelta sería entre Sergio Fajardo y Gustavo Petro, ambos opuestos a Duque. Al menos por ahora no se ve quién pueda ganarles el puesto, pese a que falta año y medio, una eternidad en política. Algo se habla de una posible candidatura de Luis Alberto Moreno, si bien no se ve cómo su nombre podrá atraer a las clases medias y populares, sin lo cual no llegaría nunca a la 2ª vuelta.
Uno desearía que fueran las propuestas las que movieran a los electores, pero eso solo pasará con una minoría. La mayoría estará pendiente de la personalidad de los candidatos y de lo que les pase como personas. Aunque parece contraevidente, cualquier arremetida feroz de los poderes establecidos contra ellos corre el riesgo de causar el efecto contrario de ayudarles. Eso sí, tendrían que ser arremetidas notorias y muy discutidas en los medios. Si no, no.
Las elecciones de este noviembre en Estados Unidos serán importantes en Colombia, pues allá Trump está ensayando una estrategia análoga a la de acá: apostar mucho a la radicalización de su propia base, con la ilusión de que los “tímidos” se sientan intimidados y la engrosen. ¿Dudoso? Más que dudoso, ilógico, así aquí y allá se hayan visto comportamientos electorales irracionales y masivos. Claro, si Trump sucumbe por efecto de su estrategia, eso podría hacerla menos viable en otras partes.
¿Sí será cierto que el país está dividido entre “decentes” y “mafiosos”? ¿Eso qué quiere decir? Pues, mi estimado lector, le hablan a usted. ¿Acepta esta división según le caiga bien o mal un candidato y acepte sus doctrinas? Las redes dan una falsa sensación de polarización inestable, aunque es raro que mucha gente allí cambie de enfoque: los que están a tu favor lo están hace rato; los que no, también. Solo una minoría se definirá a fines del proceso.
Resulta imposible saber de qué manera la pandemia y la dramática recesión económica concomitante van a afectar las elecciones de 2022. Porque, ojo, a los políticos les cabe la culpa de reaccionar de una manera u otra, pero ni la persona más irracional puede decir que la epidemia en sí la causó alguien en concreto. No, fue culpa de aquel maldito tango, es decir, del azar.
Tanto el furibismo como el populismo de izquierda nos querrán convencer de que el centro no existe. De ahí que a los candidatos del centro a la Presidencia y al Congreso les toque demostrar que sí existe y, además, que no es tímido, sino enemigo de los extremismos. Temas como la renta básica universal serán claves en este aspecto, porque si algo no tiene esta idea es timidez.
En fin, vienen casi dos años de taquicardia para nosotras, las pulgas.
... que la noche es larga
Digamos que las pulgas tendrán varias ocasiones para picar, todas en 2022. Serán las consultas políticas de marzo y las elecciones presidenciales de mayo —la primera vuelta— y de junio —la segunda vuelta (casi segura)—. Aunque antes se oirá mucho ruido y habrá una febril actividad en un sentido u otro, nada de lo previo será definitivo.
La lista de precandidatos del uribismo, Paloma Valencia, Rafael Nieto Loaiza y un par de más simple y llanamente significa que esa tendencia está muerta en materia presidencial. Por si fuera poco, los constantes escándalos sobre la elección de Duque no ayudan para nada. En eso tiene razón Juanita León de La Silla Vacía: el debate será entre el centro y la izquierda populista. Por lo que hoy se ve, la segunda vuelta sería entre Sergio Fajardo y Gustavo Petro, ambos opuestos a Duque. Al menos por ahora no se ve quién pueda ganarles el puesto, pese a que falta año y medio, una eternidad en política. Algo se habla de una posible candidatura de Luis Alberto Moreno, si bien no se ve cómo su nombre podrá atraer a las clases medias y populares, sin lo cual no llegaría nunca a la 2ª vuelta.
Uno desearía que fueran las propuestas las que movieran a los electores, pero eso solo pasará con una minoría. La mayoría estará pendiente de la personalidad de los candidatos y de lo que les pase como personas. Aunque parece contraevidente, cualquier arremetida feroz de los poderes establecidos contra ellos corre el riesgo de causar el efecto contrario de ayudarles. Eso sí, tendrían que ser arremetidas notorias y muy discutidas en los medios. Si no, no.
Las elecciones de este noviembre en Estados Unidos serán importantes en Colombia, pues allá Trump está ensayando una estrategia análoga a la de acá: apostar mucho a la radicalización de su propia base, con la ilusión de que los “tímidos” se sientan intimidados y la engrosen. ¿Dudoso? Más que dudoso, ilógico, así aquí y allá se hayan visto comportamientos electorales irracionales y masivos. Claro, si Trump sucumbe por efecto de su estrategia, eso podría hacerla menos viable en otras partes.
¿Sí será cierto que el país está dividido entre “decentes” y “mafiosos”? ¿Eso qué quiere decir? Pues, mi estimado lector, le hablan a usted. ¿Acepta esta división según le caiga bien o mal un candidato y acepte sus doctrinas? Las redes dan una falsa sensación de polarización inestable, aunque es raro que mucha gente allí cambie de enfoque: los que están a tu favor lo están hace rato; los que no, también. Solo una minoría se definirá a fines del proceso.
Resulta imposible saber de qué manera la pandemia y la dramática recesión económica concomitante van a afectar las elecciones de 2022. Porque, ojo, a los políticos les cabe la culpa de reaccionar de una manera u otra, pero ni la persona más irracional puede decir que la epidemia en sí la causó alguien en concreto. No, fue culpa de aquel maldito tango, es decir, del azar.
Tanto el furibismo como el populismo de izquierda nos querrán convencer de que el centro no existe. De ahí que a los candidatos del centro a la Presidencia y al Congreso les toque demostrar que sí existe y, además, que no es tímido, sino enemigo de los extremismos. Temas como la renta básica universal serán claves en este aspecto, porque si algo no tiene esta idea es timidez.
En fin, vienen casi dos años de taquicardia para nosotras, las pulgas.