A veces, por las mañanas, me pongo a repasar en qué andan los líderes que de algún modo me interesan en Colombia. Para la mayoría veo un problema: están metidos en cajas. ¿De quién hablo? La lista indiscriminada y sin intentos de valoración sería: Sergio Fajardo, Claudia López, David Luna, Alejandro Gaviria, Aníbal Gaviria, entre varios más.
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A veces, por las mañanas, me pongo a repasar en qué andan los líderes que de algún modo me interesan en Colombia. Para la mayoría veo un problema: están metidos en cajas. ¿De quién hablo? La lista indiscriminada y sin intentos de valoración sería: Sergio Fajardo, Claudia López, David Luna, Alejandro Gaviria, Aníbal Gaviria, entre varios más.
¿Cómo así que metidos en cajas? Sí, hacen, con alguna variación, lo que hacían antes y que por lo visto no les alcanzó para ser presidentes de Colombia, al menos no hasta ahora. Me dirán que algunos apenas empiezan el proceso y eso es cierto, si bien personas como Sergio Fajardo ya están llegando a la edad en que la opción podría desvanecerse. Otra forma de ver esto sería decir que para alguien como él es ahora o nunca.
Lo que los amigos del norte llaman business as usual (lo mismo de siempre) no les ha servido a mis amigos. Un bemol indeseable es que la gente los vea siempre como candidatos, o sea, los considere candidatos eternos. Por ahí no es. Sin embargo, eso de ninguna manera equivale a quedarse quieto o volverse intrascendente. Hay acciones que parecen casi obvias y que ellos no han emprendido. Una sería ir a visitar a Volodimir Zelenski en Ucrania, gran líder simbólico del mundo libre, para expresarle un apoyo sin condiciones. Noticia sí sería y ya en ello una noticia atractiva. También les convendría tener una cita con la perseguida María Corina Machado, notable símbolo de la valentía y de la lucha por salvar la democracia en Venezuela, que en Colombia tal vez no esté tan amenazada, pero enemigos de cuidado sí que tiene.
Otra alternativa más local sería lanzar una lista al Senado, que no se ciña a los esquemas tradicionales. No están obligados de participar en ella, aunque tampoco estaría prohibido. ¿Prefieren algo de sesgo más cívico o civil? Bien pueden fundar o promover organizaciones sin ánimo de lucro que le metan el diente a algún problema sentido de la gente, como la educación pública. También se vale lanzar algún movimiento en América Latina, que gravite sobre los viejos problemas de la región. Se vale invitar intelectuales y tecnócratas valiosos, por el estilo de Isabella Weber, la profesora alemana de economía. No se trata de hacer todo lo que ella diga, sino de tener en cuenta sus ideas heterodoxas.
Una opción obvia quizá sea armar mucho alboroto o hacer mucho ruido dentro de la propia caja, aunque a mí me resulta una alternativa menos estimulante y creativa. O sea, en su momento Petro se puso en la agenda nacional estimulando a los malandros de la Primera Línea. Era algo vinculado con su pasado, o sea, un ejemplo del alboroto dentro de la propia caja. Ojo, que la oposición de derecha y de centro le acaba de pagar con esa misma moneda. Incluso, si la idea era revelar que el gobierno responde a las presiones y da marcha atrás, pues quedó demostrado.
En fin, si uno quiere que le pongan atención debe modificar con claridad el relato preestablecido. Claro, no es solo cuestión de relatos, la gente debe entender que el dirigente se está abriendo a nuevas maneras de hacer política, territorios en los que lo único prohibido son el populismo ramplón, la antidemocracia o los escarceos autoritarios. Esas cosas, no. Una forma muy común de saludar es preguntar: ¿qué hay de nuevo? Pues bien, a mis amigos arriba mencionados y a otros y otras de trayectorias afines les conviene responder de forma de veras convincente a esta trillada pregunta. Y vaya que sus amigos estamos atentos.