Las redes sociales están llenas de “sabios” de tono pugnaz que desprecian a cualquiera que no concuerde con las “verdades” reveladas que a ellos les calientan el corazón.
En días pasados, sugerí en Twitter que no me parecía creíble que el fracking, viable o no para un país como Colombia, estuviera relacionado con terremotos, es decir, con temblores muy fuertes. ¡Quién dijo miedo! Los trolls no me bajaron de tarado, tramposo e ignorante. ¿Son todos candidatos a Ph. D. en geología o en generación de energía? Ni hablar. Tienen, sí, ideas fijas y no toleran que nadie las cuestione.
Hice entonces referencia a la página pertinente de Wikipedia (en inglés), que el lector puede ver aquí: http://bit.ly/2NdrOln. Como es fácil comprobarlo, se trata de un artículo muy completo y matizado, con 173 notas a pie de página, casi 100 referencias bibliográficas y múltiples subenlaces. Ahí sí se dice que ciertos movimientos sísmicos parecen asociados con la reinyección de agua posterior a la fractura hidráulica, aunque son temblores de pequeña magnitud. ¿La última palabra? No, en esas materias nadie tiene la última palabra.
Entonces los sabios de la red la emprendieron contra Wikipedia. Les da igual que sea la quinta página más visitada del mundo, que los artículos contengan discusiones públicas, que solo se admita la información verificable y respaldada por fuentes serias, entre muchos otros rigores metodológicos que garantizan un nivel de precisión y sofisticación crecientes. Wikipedia sabe más que usted (y que yo) sobre el 99 % de las materias. ¿Uno solo puede opinar sobre el 1 % en que es experto? Desde luego que no. ¿Quiere usted llegar al fondo del asunto? Inscríbase en una universidad y gaste cinco años haciendo un doctorado.
Me cayó del cielo que el problema es que Wikipedia es alérgica a los fake news que abundan en la red. Voy más allá: los trolls odian Wikipedia porque es la kriptonita contra el fanatismo, pues al contener artículos revisados por miles de personas, las posiciones más extremas o menos fundamentadas son descartadas. Es imposible que una página de Wikipedia sobre los transgénicos acepte que son dañinos para la salud humana o que el aspartame produce cáncer, ambos mitos muy populares entre las multitudes cibernéticas.
Mención aparte merece la animadversión del gran parte del mundo académico contra Wikipedia, muchas de cuyas luminarias escriben anónimamente en ella. Claro, sería absurdo que un estudiante pudiera basar un ensayo o una tesis de grado en lo que dice el cuerpo de las páginas de Wikipedia, aunque no entiendo la prohibición de citarlas. ¿También quedan marcados como inútiles los enlaces que ofrece o la bibliografía que propone? Sería un desatino total. De todos modos, Wikipedia rechaza las investigaciones nuevas no debatidas por pares. Es normal, si una investigación no ha sido socializada, todavía no es verificable y por lo tanto no cabe en una enciclopedia. En fin, si yo fuera profesor universitario —no lo soy—, exigiría a mis alumnos participar en la redacción y mejoramiento de la Wikipedia en los temas de mis clases, en vez de dedicarme a demonizarla.
Lo mejor de Wikipedia es justamente su método para lograr artículos de creciente calidad y complejidad. Tan valioso me parece el esquema que todos los meses permito que descuenten una suma modesta de mi tarjeta de crédito para contribuir a su sostenimiento. Invito a los lectores a hacer lo mismo.
Las redes sociales están llenas de “sabios” de tono pugnaz que desprecian a cualquiera que no concuerde con las “verdades” reveladas que a ellos les calientan el corazón.
En días pasados, sugerí en Twitter que no me parecía creíble que el fracking, viable o no para un país como Colombia, estuviera relacionado con terremotos, es decir, con temblores muy fuertes. ¡Quién dijo miedo! Los trolls no me bajaron de tarado, tramposo e ignorante. ¿Son todos candidatos a Ph. D. en geología o en generación de energía? Ni hablar. Tienen, sí, ideas fijas y no toleran que nadie las cuestione.
Hice entonces referencia a la página pertinente de Wikipedia (en inglés), que el lector puede ver aquí: http://bit.ly/2NdrOln. Como es fácil comprobarlo, se trata de un artículo muy completo y matizado, con 173 notas a pie de página, casi 100 referencias bibliográficas y múltiples subenlaces. Ahí sí se dice que ciertos movimientos sísmicos parecen asociados con la reinyección de agua posterior a la fractura hidráulica, aunque son temblores de pequeña magnitud. ¿La última palabra? No, en esas materias nadie tiene la última palabra.
Entonces los sabios de la red la emprendieron contra Wikipedia. Les da igual que sea la quinta página más visitada del mundo, que los artículos contengan discusiones públicas, que solo se admita la información verificable y respaldada por fuentes serias, entre muchos otros rigores metodológicos que garantizan un nivel de precisión y sofisticación crecientes. Wikipedia sabe más que usted (y que yo) sobre el 99 % de las materias. ¿Uno solo puede opinar sobre el 1 % en que es experto? Desde luego que no. ¿Quiere usted llegar al fondo del asunto? Inscríbase en una universidad y gaste cinco años haciendo un doctorado.
Me cayó del cielo que el problema es que Wikipedia es alérgica a los fake news que abundan en la red. Voy más allá: los trolls odian Wikipedia porque es la kriptonita contra el fanatismo, pues al contener artículos revisados por miles de personas, las posiciones más extremas o menos fundamentadas son descartadas. Es imposible que una página de Wikipedia sobre los transgénicos acepte que son dañinos para la salud humana o que el aspartame produce cáncer, ambos mitos muy populares entre las multitudes cibernéticas.
Mención aparte merece la animadversión del gran parte del mundo académico contra Wikipedia, muchas de cuyas luminarias escriben anónimamente en ella. Claro, sería absurdo que un estudiante pudiera basar un ensayo o una tesis de grado en lo que dice el cuerpo de las páginas de Wikipedia, aunque no entiendo la prohibición de citarlas. ¿También quedan marcados como inútiles los enlaces que ofrece o la bibliografía que propone? Sería un desatino total. De todos modos, Wikipedia rechaza las investigaciones nuevas no debatidas por pares. Es normal, si una investigación no ha sido socializada, todavía no es verificable y por lo tanto no cabe en una enciclopedia. En fin, si yo fuera profesor universitario —no lo soy—, exigiría a mis alumnos participar en la redacción y mejoramiento de la Wikipedia en los temas de mis clases, en vez de dedicarme a demonizarla.
Lo mejor de Wikipedia es justamente su método para lograr artículos de creciente calidad y complejidad. Tan valioso me parece el esquema que todos los meses permito que descuenten una suma modesta de mi tarjeta de crédito para contribuir a su sostenimiento. Invito a los lectores a hacer lo mismo.