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Cuantas veces tenga que escribir sobre el colombiano que ha llegado más lejos en su carrera como futbolista lo haré con gusto. Son varias las columnas que he dedicado a James Rodríguez, que es nuevo jugador del São Paulo FC de Brasil.
El recibimiento del domingo en Congonhas, el aeropuerto por donde llegó, fue apoteósico. La expectativa que se ha generado por su contratación, de parte de una de las hinchadas más grandes de la región y del país, es realmente conmovedora. Allá parecen ser más justos que nosotros con sus mejores años, lo recuerdan por sus logros y se ilusionan con la posibilidad de que pueda entregarles la magia de sus goles y asistencias. Si bien es cierto han tenido inconvenientes económicos que los han alejado de disputar arriba, esta temporada han logrado conformar un plantel interesante.
Por su parte, James David parece estar muy motivado y consciente de que esta oportunidad puede ser la última para estabilizarse y enfocar la recta final de su carrera por una vía mucho más tranquila. Su problema en el soleo lo ha martirizado bastante y no le ha permitido poderse adaptar en sus clubes predecesores. Cuando se tiene una dolencia crónica como la que padece no es fácil, porque a veces por cuidarse de ese sector sensible pueden aparecer otros inconvenientes en puntos que se sobrecargan para evitar molestar dicha zona. Sin mencionar lo difícil que tiene que ser para la cabeza lidiar con el hecho de que todos están pendientes de que juegue siempre y rinda permanentemente para justificar su alto costo.
Hemos hablado muchas veces, y me parece que exageradamente, de las malas decisiones que ha tomado, impulsado seguramente por su entorno y justificado para mí por su formación. Seguramente donde no se asesoró bien fue cuando decidió dejar el Bayern en un gran momento futbolístico. Lo querían renovar, pero prefirió volver a Madrid. Pensó como hincha y perdió la mejor época tal vez de su vida en cuanto a nivel se refiere. Pero no nos olvidemos, se lesionó. Y ahí no hay nada que reprochar, salvo que se le pueda culpar de no haber tenido los cuidados necesarios para recuperarse adecuadamente. Eso solo lo pueden responder el jugador y los médicos.
Insistiré hasta el cansancio, bajémosle a la exigencia con él, no seamos tan egoístas. Ya nos dio demasiado. ¡Fue goleador de un Mundial!, el 10 del Real Madrid, figura en la Bundesliga y en la Premier. Probablemente, nos daría una mano hoy en la selección si llega a mantener una regularidad en su nueva casa, pero ya tenemos soporte con Carrascal y Asprilla, entre otros, saquémosle esa responsabilidad y entendamos que lo que más importa es que sea feliz y entienda que ya cumplió con un país que poco conoce de cuidar a sus ídolos. Él no es ningún tonto y sabe que debe jugar y rendir, que se tiene que esforzar al máximo y que no puede volver a tener dificultades con el técnico. Dorival Júnior no es ninguna perita en dulce, ojalá lo haya pedido, le tenga fe de entrada y un poco de paciencia mientras toma su forma tras varios meses de inactividad. De este lado, por lo menos, apoyo para el crack y agradecimiento siempre.