Columna de Andrés Marocco: Erling Haaland
Andrés Marocco
El gigante escandinavo es hoy la mayor realidad y promesa anotadora del fútbol del planeta. Nació con el siglo en Leeds, hace apenas 22 años, cuando su padre Alf-Inge jugaba allí en el Leeds United. A los tres años se fue a vivir a Bryne, Noruega, la ciudad natal de sus progenitores, donde inició en la academia del Bryne FK a los cinco años su formación futbolística. Allí mismo debutó en primera división a los 15, jugando como extremo por izquierda, pero se acomodó como nueve a los pocos partidos de su debut. Pasó al Molde FK en 2017, bajo las órdenes de Ole Gunnar Solskær, y en la segunda temporada fue el goleador.
En agosto de 2018 se mudó al Salzburgo, el club que lo puso a debutar en la Champions 19-20, marcando hat-trick en la victoria de los austriacos contra el Koninklijke Racing Club Genk 6-2. Lo habían firmado por cinco años, pero era imposible retenerlo ante la oferta del Dortmund, que puso sobre la mesa 20 millones de euros e hizo oficial su fichaje en diciembre de 2019 por cuatro temporadas y media. En Bundesliga se estrenó con otro triplete en enero de 2020, en la victoria ante el Augsburg, y empezaría el camino a la fama con los alemanes para convertirse en obsesión para los grandes del mundo. Hoy en el Manchester City mete miedo con las cifras que alcanza a su corta edad. Tiene 175 goles oficiales en 211 juegos, es decir, 1,2 por encuentro. A esa edad Mbappé marcó 131 en 202 partidos; CR7, 53 en 214, y Messi, 80 en 162 apariciones.
En Champions League suma 28 anotaciones en 22 choques y su media es absurda, 1,27 dianas por duelo. Ya tiene más celebraciones que 98 escuadras en la historia de la máxima competencia europea. Este año, desde su llegada al City, lleva 14 goles en ocho partidos jugados, es decir, casi dos goles por cada 90 minutos. Ha disparado 20 veces a puerta y 13 de esos tantos fueron dentro del área. Es una máquina definitivamente, lo comparan en el Reino Unido con un robot que ya ha generado mas de 400.000 firmas en una pintoresca y ridícula petición para retirarlo de la Premier por considerarlo “inhumano”.
A pesar de sus 1,94 m de estatura no es lento, es muy ágil y hasta acrobático, sabe jugar afuera y adentro del área, domina ambos perfiles y cabecea correctamente. No es gambeteador, pero sabe cuidar muy bien la pelota y, además, no es egoísta ni mucho menos prepotente dentro y fuera de la cancha. No es aventurado pensar que va a conseguir una buena cantidad de Balones de Oro y es la carta que necesitaba Guardiola para seguir reinando en el torneo local y buscar definitivamente la Orejona con los ciudadanos. Lo único que no podrá lograr este maravilloso ser, casi con seguridad, es el Mundial, porque optó por su patria paterna increíblemente siendo inglés de nacimiento. Para que Noruega sea campeón alguna vez se necesitaría más que un goleador.
El gigante escandinavo es hoy la mayor realidad y promesa anotadora del fútbol del planeta. Nació con el siglo en Leeds, hace apenas 22 años, cuando su padre Alf-Inge jugaba allí en el Leeds United. A los tres años se fue a vivir a Bryne, Noruega, la ciudad natal de sus progenitores, donde inició en la academia del Bryne FK a los cinco años su formación futbolística. Allí mismo debutó en primera división a los 15, jugando como extremo por izquierda, pero se acomodó como nueve a los pocos partidos de su debut. Pasó al Molde FK en 2017, bajo las órdenes de Ole Gunnar Solskær, y en la segunda temporada fue el goleador.
En agosto de 2018 se mudó al Salzburgo, el club que lo puso a debutar en la Champions 19-20, marcando hat-trick en la victoria de los austriacos contra el Koninklijke Racing Club Genk 6-2. Lo habían firmado por cinco años, pero era imposible retenerlo ante la oferta del Dortmund, que puso sobre la mesa 20 millones de euros e hizo oficial su fichaje en diciembre de 2019 por cuatro temporadas y media. En Bundesliga se estrenó con otro triplete en enero de 2020, en la victoria ante el Augsburg, y empezaría el camino a la fama con los alemanes para convertirse en obsesión para los grandes del mundo. Hoy en el Manchester City mete miedo con las cifras que alcanza a su corta edad. Tiene 175 goles oficiales en 211 juegos, es decir, 1,2 por encuentro. A esa edad Mbappé marcó 131 en 202 partidos; CR7, 53 en 214, y Messi, 80 en 162 apariciones.
En Champions League suma 28 anotaciones en 22 choques y su media es absurda, 1,27 dianas por duelo. Ya tiene más celebraciones que 98 escuadras en la historia de la máxima competencia europea. Este año, desde su llegada al City, lleva 14 goles en ocho partidos jugados, es decir, casi dos goles por cada 90 minutos. Ha disparado 20 veces a puerta y 13 de esos tantos fueron dentro del área. Es una máquina definitivamente, lo comparan en el Reino Unido con un robot que ya ha generado mas de 400.000 firmas en una pintoresca y ridícula petición para retirarlo de la Premier por considerarlo “inhumano”.
A pesar de sus 1,94 m de estatura no es lento, es muy ágil y hasta acrobático, sabe jugar afuera y adentro del área, domina ambos perfiles y cabecea correctamente. No es gambeteador, pero sabe cuidar muy bien la pelota y, además, no es egoísta ni mucho menos prepotente dentro y fuera de la cancha. No es aventurado pensar que va a conseguir una buena cantidad de Balones de Oro y es la carta que necesitaba Guardiola para seguir reinando en el torneo local y buscar definitivamente la Orejona con los ciudadanos. Lo único que no podrá lograr este maravilloso ser, casi con seguridad, es el Mundial, porque optó por su patria paterna increíblemente siendo inglés de nacimiento. Para que Noruega sea campeón alguna vez se necesitaría más que un goleador.